Hallo en los puertos mujeres
que me alquilan sus cuerpos
(no tan gastados como
los de las que se alquilan a los marineros)
pero nunca me alquilan ese amor
que una vez me atreviera
a soñar gratuito.
Hallo satisfacción para mi vanidad
mostrándome en el puente
cuando el barco entra a puerto.
Hallo cierta anestesia en el alcohol
cuando es alcohol del bueno.
Hallo contrato para nuevos viajes.
Hallo los vientos precisos
para ir y para volver
a entera satisfacción
de mis armadores.
Lo que no hallo es manera de mirarme al espejo
sin sentir algo de asco. |