Ese rico metal,
ese rico
metal,
vaporizado todo, todo, todo,
menos apenas un residuo, apenas,
lo suficiente para
querer querer y no poder hacerlo.
Pero, lector, mi hermano, mi semejante,
debe quedarte claro
que no creo que sea
obligatorio
que te ocurra lo mismo
que a mí
(que no quiero que sea obligatorio).