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Leía.
Por lo que creyó coherencia
tomó por guión de vida los escritos
de tales o cuales autores
tenidos por malditos
(malditos
en qué sentido y por quién
fueron preguntas que nunca
se planteó).
De su experiencia
sacó un hígado frágil
acompañado de la prohibición
de beber alcohol alguno
salvo whisky importado en ocasiones
y con moderación
así como también una gonorrea
que tras varios empujes
finalmente cedió a los antibióticos.
Hoy es gerente de una
de las empresas de su anciano padre,
quien a pesar de las muchas canas verdes
no lo desheredó ni repudió,
porque aquello eran cosas de muchachos.
Hoy sigue leyendo
aquellos autores de entonces
pero ha comprendido
que no tenía por qué
seguir en su vida real
peripecias que al cabo
eran de ficción.
De lo demás que pudiera
haber para comprender en los libros esos
sigue sin darse cuenta. |
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