Alguno dirá:
"Hubiera tenido con qué
ser dentista o gerente de banco
pero se dedicó toda la vida
a ganarse el sustento en trabajos de salario exiguo
y a escribir poesía.
Los inteligentes
saben portarse a veces
como idiotas perfectos.".
Otro,
más sintético,
pensará para sí:
"Fue un perfecto idiota.".
Otro, más compasivo, pensará:
"Tuvo la vocación pero no el don:
toda una vida llenando papeles
con devoción y para nada.".
Aún habrá otro que piense y hasta diga:
"Sólo sirvió para escribir
versos que no sirvieron para nada
y para querer bien a los que quiso.".
Vaya a saber si algún crítico
escriba el obituario de lo escrito por mí
o si para esas fechas ya la vida
habrá despachado al olvido mis versos
dejando para luego
mi osamenta impotente.
Sea como fuere,
no me importará nada
porque, como siempre,
estaré ocupado
en cosas más importantes
que hacer literatura. |