Estas crucifixiones solitarias
no son malversaciones literarias.
Te juro por mi madre que quisiera
que esto doliera menos,
que trato de ser pudoroso
y ahorrarte lo más de la parte
que nos pone a los dos en dolor y en vergüenza
-y aún con eso a veces
me pongo colorado cuando escribo.
Esto que echo en mis papeles
no es exhibicionismo ni catarsis:
no soy pretencioso ni aprovechado,
no escribo por el elogio ni para
ahorrarme el psicólogo,
mis sudores me ganan el jornal
y si escribo es porque debo
-es el pago que doy
(gozos y doloroso)
por todo la que la vida
me dio primero y gratis
o no tan gratis pero al cabo dio.
Si fuera a hacerlo sólo para mí,
no escribiría nada.
Estas resurrecciones literarias
que alcanzo a veces no tienen
el mínimo deseo
de ser solitarias:
yo soy un hombre sumamente
necesitado de dar afecto
y de que se lo reciban
-que en esto del afecto
no existe mayor dar
que el recibir.
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