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XV
Me encontrarán cuando quieran
pero no para todo lo que quieran.
Podrán aducir
tres millones quinientas treinta y un mil
sensatas y patrióticas razones
para comerme el pan podrido
poniendo cara de que está muy bueno
por santa disciplina partidaria,
contando luego con el consuelo
de que en realidad ninguno de los compañeros
estuvo nunca de acuerdo
con hacer así las cosas.
Soy hombre de partido,
zapato gastado de tanta calle,
ojos harto llorados
del mucho muerto querido
y del mucho gas.
Pero tengo mi torre de marfil o cristal
donde nadie me exige ni le exijo a nadie
estar lo mismo para un barrido
que para un fregado.
Y esa regla debiera también cumplirse
en el partido y la patria. |
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