La lira y el vano viento
Juan de Marsilio

XIV

 

De vez en cuando es placentero 
y más aún, 
es justo y necesario, 
es de importancia estratégica 
acostarse en el pasto boca arriba 
a mirar el dibujo de las nubes que pasan 
y tratar de leer en ese diseño 
que va cambiando el viento un cierto 
sentido de todo lo que existe 
- puede leerse 
el sentido de todo en toda cosa, 
todo es seña y signo, 
hay que darse tiempo 
para tratar de entender 
por lo menos un poco.

Sé de sobra 
que hay muchísimos hermanos 
para los que la vida 
es un inmenso estómago vació 
que se los va comiendo desde adentro, 
un basural infinito 
en el que a duras penas logran 
conseguir lo bastante como para 
llevar los huesos apenas 
forrados de un poco más que piel 
por otro rato más.


No me olvido de eso, 
pero alguno tiene 
que guardarles el sentido de las nubes 
para el día en que puedan 
ponerse a mirar para arriba.

Dejemos claro, 
además, 
que no hablo de hinchar la tarjeta de crédito 
para comprar un electrodoméstico 
sucedáneo de dicha, 
pues eso sería robarle 
su arroz a los pobres. 
Hablo, nomás, de ver pasar las nubes.

La lira y el vano viento
Juan de Marsilio

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