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I
Voy a subir ahora
a mi torre de marfil o de cristal.
He de encerrarme algunos meses o años
a componer
un cántico sobre
el mensaje secreto que guardan,
disimulado en su belleza,
las flores, las muchachas y los pájaros.
Dejaré de cantarle por algún tiempo
a las viejas banderas que tuve el honor de servir.
He de cantarle al viento en el que flameaban
- no al vano viento de nuestros caprichos
sino al viento profundo que sopla desde el origen -
al viento que las movía
y les daba sentido.
Trataré de atrapar por lo menos algunas
de las notas del canto
que el viento canta para nosotros
y que seguimos obstinándonos
en no querer comprender. |
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