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Eran navegaciones de cabotaje.
Uno creía
que todos serían viajes
de irás y siempre volverás
– todos menos el último
que quedaba muy lejos.
Uno creía
seguro por largos años el cotidiano regreso
y con él seguros
puerto, taberna y casa,
con mujer esta última,
con hijos y futuro.
Eran navegaciones
de cabotaje apenas,
aunque no siempre pareciera así.
Uno era un ingenuo,
aunque le acreditasen
amplia experiencia.
Uno vino a saber tiempo después
que todos los viajes que importan
son sin regreso
y en el mejor de los casos
con años de isla y soledad
para pensar muchísimo en todo esto
y tal vez entender alguna cosa. |
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