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Hay una
al lado de quien he
de respirar aires últimos.
Las más de las jornadas
su ángel viste uniforme de fajina.
Muchos mediodías
la vida nos pone en el plato,
cruda, la dura realidad de mierda,
que juntos deglutimos
poniendo en la cara una casi sonrisa
que algunas veces logra
hacerle al otro el trago
algo menos difícil.
Hay una
con la que no me olvido
de ninguna sensación
en ningún milímetro
cuadrado de piel
en ningún lance de amor
en los últimos años,
tan largos / tan fugaces.
Hay una
que cuando nos rodea la jauría
pelea por lo menos
tan duro como yo.
Si debiera
darle al dolor o a la muerte para bien de ella
mi carne y mi alma enteras,
los doy.
Hay una
junto a la que he de respirar
los aires últimos
pero junto a la que
respiramos a dúo estos aires de todavía,
de tras tantos años
y tantos trajines,
como si fueran los primeros aires. |
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