Es poco lo que sé -si vamos a medirlo por las respuestas ciertas e incontestables: pierdo con cada año de un cinco a un diez por ciento de mis certezas. Pero si he de juzgar por las preguntas -y más: por el coraje necesario para inquirirse sobre algunas cosas y afrontar las respuestas o su ausencia- puedo afirmar que de allá para aquí por el camino algo aprendí. Aprendí que no quiero silenciar las preguntas con cosas. Aprendí que si el viaje es sin rumbo ni destino no hay razón valedera para prisas, si no es la pasión. Que se disfruta mucho siendo amable y leal con los compañeros de viaje. Que cualquier placer menor puede ser una fiesta mayor cuidando no exagerar prevenciones ni análisis. Que el agua que el río le da a los sembrados, animales y hombres se salva, tal vez, de ir a dar a la mar. |
Juan de Marsilio
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