Doce poemas prétumos
II
Juan de Marsilio

Todo se va moviendo en la quietud 
rumbo a un adentro en el que poco importa 
que la vida resulte siempre corta 
y sea tan fugaz la juventud.

Uno revé la propia finitud, 
para mejor medirla, la transporta
a su contexto y mucho se conforta
cuando vuelve laúd con ataúd

a rimar y la parte dolorosa 
toma sentido viéndola en su todo.
Lo breve no le impide ser valiosa

a esta vida de veloz hasta el espanto
- siempre que uno consiga hallar el modo
de estarse un rato quieto cada tanto.

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