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Porque me estoy muriendo y soy consciente,
quiero vivir a veces como si
no hubiera nunca de morirme y otras
como si muerto ya de buena muerte
ningún riesgo del mundo me importara.
Quiero vivir, también, como si en vísperas
estuviera del viaje y hasta incluso
quiero vivirme como si estuviera
en el exacto instante del pasaje.
Con todo, los más días, apetezco
vivir con muchos años por delante,
limitados al fin, pero bastantes
para cumplir algún deber y darle
al cuerpo en vida algún gusto inocente.
¡Quiera el Dios que murió pero está vivo
ayudarme a no errarle demasiado
en la amorosa apuesta de elegir
cuál jornada vivir de qué talante! |
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