Nunca había visto amanecer
poema de Selva Márquez

de "Viejo reloj de cuco"

Lloviznaba. — Las gotas
caían de la parra
como pedazos de palabras rotas
que en el suelo formaban la palabra. —

La queja era monótona y zumbona

sobre el tejado de pizarra.
Más clara y saltarina en los galpones

donde el techo es de lata.

Qué olor sensual tiene la tierra húmeda!
Qué frescura tan grata
bajo las ramas negras de la parra!

Daban ganas de andar a la ventura

por las calles grisáceas

chapoteando los pies por las aceras

solitarias.

¡Nunca había visto amanecer!
Pasaba
Un lechero como en los tiempos viejos

con la boina ladeada;
al trote del caballo repicaban

los tarros en las árganas.

Los chopos blanquecinos se mojaban

con beatitud. De vez en cuando

los peinaba una ráfaga.
¡Nunca había visto amanecer!
¡Qué bueno
poder así, desnuda como el aire

tenderse entre la hierba

y recibir el celestial bautismo

abierta en cruz como divina ofrenda!

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