La Señora de Gómez
cuento de Isaac Markus
sukrams21@gmail.com

La Señora de Gómez mira a la gente con mucha energía. Es más, no hay quien se atreva a sostenerle la mirada cuando sacude su vozarrón para ofrecerte el apartamento que necesitas y que ella pone a tu disposición como buena corredora inmobiliaria que es. Luego que ha lanzado su speech, del que cuida que nadie se atreva a interrumpir, no te queda otra alternativa que aceptar y firmar todo lo que ella propone. A esa altura, ya sabes con certeza que el sopapo que te podría dar si te negaras, te haría llegar más rápido que un jet a las mas lejanas regiones del planeta.

Y si te da por mirar a su costado, y tu mirada se topa con Gómez, verás un tipejo callado, con traje y corbata tristes, mirando hacia el piso para no contrariar, y es cuando comprendes que así quedan quienes a ella se oponen y decides no ser otro Gómez. El pobre apenas existe, pero ella se le acerca cada tanto para hacerle algunos arrumacos, los que según he colegido, forman parte del precio por el alquiler del apellido.

La Señora de Gómez es un verdadero portento de vitalidad, pero prefiere no usar su nombre, solo usa el del marido. Sabe que es bueno mandar sin que nadie venga después a pedirte cuentas. Ella pasará por el mundo gozando de todos los placeres, carnales o de cualquier otra especie. Pero cuando llegue el momento en que el Creador la convoque para anunciarle que ya se ha terminado su cuarto de hora, ella tendrá preparada su trampa y entonces exclamará desafiante: “¡¡No fui yo, fue Gómez!!”. Una risa gozosa restallará de inmediato en todos los confines del universo, para que todos sus habitantes sepan que la Señora de Gómez ha ganado la partida.

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