A propósito de “Infierno vacío”, último libro de Gustavo Iribarne

Desde ya, están todos invitados.

Nosotros los espejismos

por Lauro Marauda

Como decía Lyotard, uno de los filósofos supremos de la posmodernidad, lo que ha cambiado más radicalmente y define nuestra época es la noción de tiempo.

Sea plasmado en un celular o una pantalla, alterado por los medios digitales que simulan un presente continuo, el tiempo fuga a velocidades nunca experimentadas. Ni siquiera la inmortalidad es la misma de antes. Y esta característica inasible del tiempo y sus consecuencias, esta inadecuación de la vida humana a requerimientos que se le imponen pero resultan indómitos, llevan a la perplejidad, la incomprensión y hasta la angustia existencial. Y también a algunos de estos sugestivos textos de Iribarne. Desarrollados todos en la época contemporánea, se colocan máscaras de sicarios ("El bailarín", por ejemplo) creativos publicitarios ("Infierno vacío") futbolistas fracasados ("Milton") cantantes populares (la ucronía de "Carlos Gardel en universo paralelos") y múltiples personajes de ficción como el Pato Donald, el Llanero Solitario, Gatúbela, Frankestein y uno atemporal; el diablo. La galería de actores de estos relatos está plagada de antihéroes. Personajes malvados, dañinos, llenos de odio, abusivos de su poder, vengativos ("Segunda vida") o indiferentes al dolor ajeno, evocan los habitantes del infierno dantesco, hasta el punto que en Edificio Sagrado aparece un Ruggeri, homónimo del arzobispo torturado en el Canto XXXIII de la famosa Commedia.  

Casi todos los narradores de estos cuentos breves son protagonistas. El que se identifica con Satanás, en "Infierno vacío", afirma que "las verdaderas emociones son generadas por la maldad". Cita un poema del mexicano Lizalde en que"el odio es la sola prueba indudable de existencia". Y confiesa más adelante: "El horror me alimenta".

En esta organización cuidada y variada de relatos, hay muchos episodios fantásticos y referencias a seres sobrenaturales como vampiros, hombres lobos, zombies, sirenas y otros animales peligrosos y feroces. Pero también hay deliciosos paseos en bicicleta ("Londres a pedal") alusiones a un futuro poema que alcanzará un absoluto de belleza ("Voluntad poética") y personas que vuelan con la imaginación y con alas, como en "Noche aérea", en una aspiración simbólica a un ideal delicioso. La persecución del reencuentro con un padre en "Búsqueda" , por su parte, da lugar a un final inesperado.

Distintos tonos, colores y formas de fantasía, componen un friso fascinante y heterogéneo, inclusive en las variantes lexicales y de lenguaje, como en "Mirando desde arriba", donde la jerga del sereno de una construcción es recreada fielmente y con gracia.

En "Bautismo y resurrección" las aguas puras del río Negro de la infancia son confrontadas con el nombre de Rio de Janeiro, donde el sexo, el alcohol, el frenesí de un ditirámbico carnaval, las drogas, las pastillas y las alucinaciones hacen su sede. El narrador testigo utilizado en esta segunda historia muestra la versatilidad narrativa de Iribarne, y su multiplicidad de recursos.

"Sueños malditos" enhebra pesadillas de diferente espesor y localización, con el leit motiv de una araña gigantesca y recurrente.  "Advertencia" con sus lugares atípicos y la instalación en una época en que los guardas cortaban el boleto en los ómnibus, una campanita anunciaba la próxima parada y los niños jugaban a la pelota en la calle alegrada por un algún afilador, recrean un tiempo mítico de infancia y tranquilidad.

"Bengala", por su parte, representa una hermosa reflexión sobre lo efímero y la felicidad, que no parecen separados ni incompatibles.

De modo que a través de variados temas y procedimientos narrativos, con una valiente inserción en lo más terrible de nuestro tiempo pero no solo allí, Iribarne ha creado cuentos de distintos colores y texturas. Con seguro pulso, alusiones y ejemplos del mundo del cine, que tan bien conoce, el autor ha creado cuentos redondos y serie de flashes deliciosos.

Insinúa también que si no nos detenemos a pensar y cambiamos de rumbo en algunos aspectos, los espejismos y los seres virtuales seremos nosotros. "La vida se había transformado en instantáneas digitales. Lo que vemos en la pantalla es algo que existe, una ilusión óptica."- se dice en algún momento. Se necesita armar el rompecabezas digital antes que ocurra otro desastre, antes que nos convirtamos en "fantasmas perdidos en nubarrones eléctricos".

La profecía, se sabe, constituye una de las funciones más altas de la palabra.

 Lauro Marauda

“Desde una profunda raíz desoladora, con reminiscencias onettianas, aparece el trazo de un narrador de ley que no solo sabe contar una historia ,envolviéndote en ella, sino que hace un retrato terrible de la condición humana universal,compartible o no, pero verosímil aunque cruel por la veracidad que encierra. Deja en el lector un sedimento agrio,duro de digerir,pero a la vez la brinda la felicidad de asistir ,a través de la lectura,a un hecho estético de la más alta calidad.”

                                                                                                                  Jorge Arbeleche

Los textos de Iribarne presentan “cierta porosidad de límites entre el realismo y lo fantástico, un nivel de extrañamiento, de misterio, de enajenación de los personajes, una prioridad en el argumento y en la dicción antepuestos a la psicología de los protagonistas; la exploración de seres conflictivos, de ambientes decadentes y grises..” 

                                                                                                             Francisco Álvarez Francese                       

“El caso de Gustavo Iribarne está a medio camino en tanto se trata de relatos relativamente  breves en extensión pero cuya intensidad alcanza momentos de notable realización creativa”.

                                                                                                              Rafael Courtuoisie

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