El
lodo de la estirpe |
No era importante tu rostro ni la oscuridad de tus ojos porque de tu cuerpo salían voces incontenibles. Por momentos eras el vengador con otra piel o quizás sólo diablo: tiento golpeado por mil manos. He bajado a la penumbra para olerte y encontré zumos exquisitos, manjares expuestos sobre pulcra tabla. Eras dulce como hierba y con tus manos soplabas a través de mi pecho Como si yo fuera una anciana y hubiera entregado mi cuerpo a las aves para que lo devoraran. Como si fueras viento que eleva el cuerpo sin carne Pero de carne soy y dejé mis armas en el umbral de tu puerta. Ya no importa de qué lado cargo el bokken porque pantano y sal se mezclan en mis manos. En el fondo de mi casa hay cimientos que sostienen la torre y el foso. Pero si no durmieras por mí descansarían músculos y tendones. Eres el magro señor que compra mi alma al precio del viento Aunque cargues con la gracia del infante y lleves una vida de trabajo para tallar tu alma. De tus dedos salen llamas y aceites. Comer no puedo ni beber el vino que me ofrecen De esta aridez espero un hilo de sudor un escándalo que moje el polvo de mis vestidos. |
Melisa
Machado De "El lodo de la estirpe" Editorial Artefato, Montevideo, 2005 |
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