El
lodo de la estirpe |
Conociste aquel al que no has de halagar, por pudor o cobardía. Se hizo huésped: punta de lanza en la llaga más amarga. Y como un príncipe de dios visto, lanzó su epiléptica lengua sobre tus hombros. Ardiente sería el umbral donde su pie osaría posarse si lo llamaras. Pero en los labios del agua se ahogó la palabra no lanzada. Insípida tu boca no ordenó canto ni lamento. |
Melisa
Machado De "El lodo de la estirpe" Editorial Artefato, Montevideo, 2005 |
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