El
lodo de la estirpe |
Eras impuro como padre, tenías los ojos ulcerosos, negros de tanto dios. Tus manos regias alentaban los rebaños, lo creías? Bayas amargas tus palabras proferidas al derramar las mieles y la blanca. Crispada tu mirada sobre el cuerpo abierto sin decencia, arrumbado, anudado -aún con las uñas relucientes- lanzaste el aliento de las tripas. Tu cabeza perfecta sobre un cojín. |
Melisa
Machado De "El lodo de la estirpe" Editorial Artefato, Montevideo, 2005 |
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