VÉRTIGO,
de Duilio Luraschi. Vintén editor. 84 págs.
Montevideo, 1995 - por Elvio E. Gandolfo - El País Cultural - 19 de enero de 1996. La seguridad con que
este primer libro va planteando sus 21 relatos es una auténtica sorpresa.
Cada uno de ellos arranca en movimiento, o en densificación de los datos
narrativos, y después no afloja. Baste como ejemplo ese “Vértigo
(La ciudad)” inicial donde bastan apenas dos carillas para plantear
no sólo el avance ininterrumpido del personaje hacia un final seco y
contundente, sino también una manera de ver la ciudad, que aparece no
como concepto sino como visualización a la vez de reojo y con sentido. Lo mismo ocurre en la mayoría de los cuentos restantes, ya sea por los elementos incluidos o cruzados, ya sea por esa capacidad para desplegar el espacio con la seguridad de quien se basa más en los recursos literarios limpios, nada rebuscados, que en el cine. Como ejemplo de cruce de planos difíciles puede citarse “Realeza”, que une el clima denso y letal de la dictadura con un viejo tema fantástico de traslación en el espacio y en el tiempo, que deja latiendo un leve misterio metafísico. |
A Luraschi le pasa algo
poco frecuente: compite consigo mismo, más que con los demás autores.
Hay veces en que la claridad del planteo se diluye, como en “Humberto
Uschi”, o en que sintetiza en extremo una vida, como en “Entre café y
libros de poesía”. Pero aún en estos ejemplos, difusos en comparación
con los mejores relatos, el lector no puede apartarse del placer sencillo,
pero tan escasamente ejercido hoy en la literatura uruguaya, de seguir el
trazo, la curva o incluso la filigrana del relato desplegándose en su
pura función de contar. O de expresar una idea, como en “El viejo
musiquero”, donde la armonía y equilibrio de un barrio dependen de que
un músico popular y sobre todo ciego, siga conservando la capacidad de no
ver, y de servir de cimiento a la alegría, incluso la felicidad de los
demás. El
lector experimenta, como en tantos libros recientes y primeros, la sensación
de que tantos debuts seguros o intensos redundarán en una renovación
real, concreta de la literatura uruguaya. En esa serie de libros
publicados en los últimos cinco años, la figura de Luraschi tiene un
sitio seguro, que abre una expectativa considerable sobre su producción
futura. |
Elvio
E. Gandolfo.
EL PAÍS CULTURAL. 19/1/1996.
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