El sol irrumpe en la arboleda de pájaros dormidos mientras la espera se agazapa
En cada esquina la gente apresurada no oye ni ve nada más allá de su sombra
Los trenes vomitan emociones, congoja, miedo y lumbre. Hay ojos que se cierran
Y bocas apretadas de pie en los andenes con nombres que recuerdan
Ayeres que a ninguno quizás le diga nada. Pero la vida ruge como fiera sangrante
Y hay que ajustar el paso con prisas y sin pausa para que no nos sorprendan
Los duendes de la noche y podamos seguir hilando la maraña de los aconteceres
Del Madrid insolente, generoso, dolido, castizo y pluralista, pagano y religioso
Con sus fuentes chorreantes, sus parques y campanas.
Madrid de las mil caras te saluda un poeta; temblorosa y nocturna levanto la mirada
Descubriendo los duendes traviesos y sonrientes que se esconden desnudos
Tras la fronda fragante o brincan en la mágica oquedad de los arcos
Portales y glorietas, estatuas y palacios. Tu puerta de Alcalá fascina al caminante
La Cibeles triunfal se pasea en su carro y el misterio del agua con Neptuno tonante
Hace soñar despiertas a náyades terrenas cuyos hilos de plata se columpian al aire
Madrid de mil amores, de muchos desengaños, de impávidas estatuas
De cisnes y de pájaros. Devota, irreverente, morisca y castellana. Dadivosa, egoísta
Altanera, sumisa, procaz, encasillada, agresiva, brutal, y a veces solidaria.
Madrid dulce y castiza, como mujer te siento voluble y caprichosa, esquiva y bien amada.
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