(en homenaje a Horacio Quiroga) |
Onírico III, |
encaramados a la ventana del dormitorio como cuando eran niños vio brillar las escamas entre los ligustros. enseguida se la señala a su hermana (¿su hermana?): después de atravesar el alambrado que limita con el terreno del vecino, avanza sigilosa hacia su presa: un paralizado batracio que sólo atina a mover el buche. dan la vuelta corriendo hacia la huerta del fondo y mientras él busca un palo o algo que sirva de horqueta para sujetarle la cabeza, escucha los gritos cercanos de su hija: lo picó, lo picó. y su hermana que le contesta: sí, ahora se lo va a comer. al llegar con la tabla la ve intentando alcanzar el resguardo de los arbustos ante la fascinación de las niñas, pero apenas puede desplazarse en la hierba por el peso del almuerzo que se le mueve adentro, ahora ella es presa fácil. (pero… ¿su hija?) qué hace ahí la hija en medio de su infancia, se pregunta el hombre cuando comienza a despertarse, a recuperar las coordenadas de la cama en el cuarto de la cabaña en el bosque. mientras tantea la oscuridad buscando las alpargatas para ir al baño, todavía impregnado de las imágenes, el hombre pudo sonreír al pensar en los curiosos mecanismos del sueño. fue entonces cuando pisó algo blanduzco, y en seguida sintió la mordedura en el pie. |
de Gustavo Lespada,
En Cielo de relámpagos (Antología de microficciones y otras instantáneas
literarias de autores latinoamericanos). María Cristina Ramos, compiladora,
Neuquén – Argentina, Editorial Ruedamares, 2008, pp. 296-300.
Gustavo Lespada - glespada@gmail.com
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