Despertando a la vida |
¡Toc!
¡Toc! ¿Y esos ruidos...? ¿Son golpes en una puerta? ¿Son los vecinos
nuevos arreglando el departamento de arriba? ¿La imaginación? ¿O el
despertar medio atormentado de alguien que tuvo un sueño? Silencio
otra vez... Estos silencios ya no son nuevos para nosotros, y mucho menos
para nuestra amiga Aurora, que de vez en cuando queda así: entreverada,
enredada en su propio mundo interno. No
importa... De vez en cuando soñar es lindo, es algo así como proyectar
en otro mundo aquello que nos gustaría que nos sucediera. Y a veces,
cuando no nos animamos ni siquiera a expresar verbalmente aquello que
tanto anhelamos (o que tanto tememos), logramos plasmarlo en nuestro mundo
onírico. -¡Buen
día Aurora! ¿Qué hay de nuevo?- Y
Aurora ni siquiera contesta.... No es para menos. Todavía está reponiéndose
de “la caída” que la llevó por un rato al Universo del Equilibrio...
(en sueños, claro) ¿Lindo,
no? Pasto verde, flores, mariposas, cielo despejado... Y Aurora llegando
(más bien cayendo) a su Nuevo Mundo... Comienza
un nuevo día... Hay que despertarse bien, tomar un buen contacto con la
realidad, hay que ¿bañarse...? Otra vez silencio... todo depende del ánimo
de Aurora. Lo
que sí es infaltable es un rato de juego con ella misma frente al
espejo... Cara medio fea, cabello despeinado, incipiente sonrisa (que más
que sonrisa parece una mueca, pero no porque se sienta mal, sino por el
sueño que tiene). Lo
que sí le sucede es que está muy pensativa... ¿Existe o no existe el
Mundo del Equilibrio? Y
en el caso de que existiera, ¿es así, tan, pero tan lindo como en los
sueños? Y
en el caso de que existiera, “-¿está bueno que alguien me empuje
para que yo llegue a ese mundo-?” Aurora
siempre duda de todo... También... su autor de cabecera es nada más ni
nada menos que el Sr. Renato Descartes, y su obra preferida se
llama “Discurso sobre el Método y la recta conducción de la Razón
y la búsqueda de la Verdad en las Ciencias” -“No
es poca cosa lo que estás pensando Aurora”- Ella
no se acuerda bien de dónde salió esa frase, el “no es poca
cosa”. Es de alguien conocido, pero no hay caso... no puede recordar
ni siquiera el nombre de su amigo. No importa, el asunto es que hay
momentos en que esas palabritas resultan medio creíbles. Y
“no es poca cosa” leer a Descartes, aunque sólo sea de vez en cuando,
ya que una de las cuestiones que pretendía este racionalista era eliminar
todo aquello que admitiera la menor posibilidad de duda.
Y Aurora es una buena discípula de Descartes...
La desconfianza y la duda son una de sus principales características. Y
sí... esta incipiente escritora cree que tiene razón. Después de todo, caer
en un Mundo Nuevo empujada por otro (sea lo que fuera) ¿qué tiene
de lindo? Al
principio quizás uno pueda sentirse atónito frente a semejante hecho, o
feliz por haber dejado su Viejo Mundo e introducirse en otro que
aparentemente, de taaan lindo que es parece completamente distinto... ¿Y
qué hay de su mundo anterior? ¿Se fue? ¿No quedó ni un vestigio? ¿Dónde
está su historia? ¿Y su pasado? ¿Y lo lindo y lo feo de antes? Da la
impresión de que todo desapareció en esa supuesta “caída” al Mundo
Nuevo. Y
Aurora en el sueño se sintió así... como desnuda digamos. Sin nada que
la identificara con su mundo anterior, como si se hubiese despojado de
todo. ¿Es lindo llegar así a un Mundo Nuevo? Otra
vez la duda cartesiana... “-¿Porqué diablos se le habrá ocurrido a mi madre regalarme un libro de filosofía en alguno de mis tantos cumpleaños?-“ -“En vez de tortas, globos, gente alegre a mi alrededor en un día tan importante como el de MI NACIMIENTO, mi dulce mami me regala un libro en donde el protagonista, después de tener tres sueños consecutivos, se convenció de que su misión era la búsqueda de la verdad mediante el empleo de la razón. ¿No era muy chica yo para complicarme tanto la vida con semejante lectura? Sin
respuestas de nuevo... En
realidad, creo que se lo regalaron porque su mamá la veía como a una
“chica muy fantasiosa”. Es cierto, pero además de fantasiosa Aurora
se consideraba (por momentos) bastante lúcida (por no decir inteligente
porque de vez en cuando se inhibía tanto que ni siquiera era capaz de
darse un voto de confianza). Como sea, hubo muchos momentos en que ella
sintió que sus pies pisaban firmes sobre la realidad. Y
así llegó a la conclusión de que el día en que ella eligiera vivir en
el Universo del Equilibrio, habrá sido producto de una elección consciente,
una elección que no se convertirá en una caída repentina o en el
empuje de un otro (la palabra consciente ¿no ha sido
pronunciada también por ese supuesto amigo de Aurora?). No
importa. El tema es que ella pretende llegar sola a su Mundo Nuevo. Es
decir, con la ayuda de alguien sí, todo bien, pero eso no es lo mismo que
con el empuje de un otro. A
ella le gusta llegar por su propia cuenta, cuando tenga ganas, cuando se
sienta preparada... Y además su idea es llegar a ese lugar llevando, por
lo menos, una mochilita en la espalda. En
esa mochila seguramente irán muñecas vestidas de novia, muñecas de plástico
desnudas (una blanca y una negra), muchas revistas de historietas, el
recuerdo de una vieja radio celeste que funcionaba a golpes, una especie
de disertación que su mejor amiga le brindó sobre como dar el primer
beso en la boca (algo así como una especie de manual explicado en el
recreo de 10’ de un liceo cualquiera), también irá Juan Enrique (el
primer novio que le duró dos semanas)... Sería muy extenso seguir
enumerando todas las cosas que entrarían en esa mochila. ¿Y
las otras cosas? ¿Las más feas? ¿Las que a veces ni se anima a decir?
¿Dónde quedan? ¿Allá
o acá? Yo
creo que sea donde sea el lugar en donde Aurora elija vivir, se va a
llevar su esencia, su mundo interno plagado de cosas feas y lindas.
La idea, supuestamente, es que esa mochila no obstaculice demasiado su
caminar... Mientras
tanto, Aurora VIVE, aunque piense, vacile, tartamudee o
llore... la cuestión es que intenta sacar las cosas más pesadas de esa
mochila. No tanto como para tirarlas todas a la mierda, sino solamente
para aprender a transformar aquellas que fueron muy, pero muy feas, muy
desagradables, en algo productivo. Y
en ese momento, Aurora recuerda a aquel personaje del capítulo I: “la
niña de los juegos escénicos”. Y bueno, allá va Aurora... a jugar de
nuevo. Con las muñecas vestidas de novia, con las muñecas de plástico
(la negra era su preferida), tratando de que los recuerdos de aquel juego
de la escondida que en algún momento fue abruptamente interrumpido y de
aquellos sentires que también fueron cortados de raíz, duelan cada vez
menos... Aurora
se reconoce. Se acaricia el rostro, las mejillas, se seca las lágrimas,
se habla a sí misma frente al espejo, se consuela y la agitación en el
pecho se le va calmando poco a poco. “-Buenas
tardes, Aurora. Bienvenida a laburar.-“ Otra
vez surgen palabras que le suenan conocidas, como si alguien se las
hubiera dicho antes. Da
igual... Total, Aurora labura más o menos desde los 17 años. Lo bueno es que todavía no está cansada. Y eso no es poca cosa... |
Elizabeth Lencina
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