Al borde del precipicio |
La
mujer se contempla en el espejo con expresión atónita. Por
momentos, identifica claramente la imagen que éste le devuelve. Y en
otras ocasiones, el simple acto de mirarse es algo insoportable: hay veces
que ni siquiera con su nombre se siente a gusto. Así que para esos días
especiales, ella misma se eligió uno nuevo: Aurora... -Hola
Aurora. ¿Cómo andás hoy? Sin
palabras... Aurora es... ¿cómo les podría
explicar? No es que sea muda... No, ella sabe y puede hablar. Lo
que pasa es que le cuesta un poco, hay que tenerle mucha paciencia: se
queda pensativa, intenta explicar algo, vacila, tartamudea, ¿lo dice o no
lo dice? Prueba de nuevo, va, viene, mueve las manos, mira hacia los
costados, llora un poco, y se consuela acariciándose la cara. Sus manos
se extienden suavemente por todo el rostro, hace gestos de todo tipo, saca
la lengua, frunce el ceño exageradamente, sus ojos se humedecen de nuevo
y otra vez se consuela ella misma acariciándose el rostro...
Ahora todo está un poco mejor. -Tranquila...,
ya está pasando.
Menos
mal que se siente más animada. Es que ha descubierto que consolarse es
muy lindo, acariciarse despacio también, hablarse a sí misma parece
medio loco, pero no importa porque ella siempre fue medio despistada, así
que todo aquello que suene un poco incoherente le llama mucho la atención.
-Y si te sentís mejor... ¿porqué no seguís jugando contigo misma? Es
que casi todos recomiendan evitar los excesos... hay que ir medio
despacio. El tema es que a la pobre Aurora la matan las ansiedades. Pero
al fin, después de tantas idas y venidas, trata de entender que los
fuertes dolores de cabeza pueden ser producto de muchas tensiones
acumuladas... Vaya uno a saber. Por las dudas, frente a las sugerencias de los demás Aurora, se frenó. ¡Basta! Por hoy, no juega más. ¿Y
ahora...? ¿Adónde va? ¿Al Universo de las Contradicciones ó al Mundo
del Equilibrio? -¿Qué
hago? ¿Y si me pierdo en el mundo nuevo? Me dijeron que es un viaje
alucinante, pero... más vale ‘mal conocido que bueno por conocer’.
Aunque hace tiempo que yo tengo ganas de ir a otro lugar. ¿Y si me largo
y conozco algo distinto? Al
fin de cuentas, su hermana mayor le ha dicho en más de una oportunidad: “hermanita:
eres tenaz y muy valiente.” Y
como supuestamente hay que hacerle caso a las hermanas más grandes,
Aurora empezó a caminar. Pero la pobre muchacha estaba medio desnorteada.
Por eso deambulaba como con cara de aburrida, con las manos en los
bolsillos y expresión taciturna. De pronto, en ese caminar sin sentido
tropezó con algo: una piedra. -Mierda,
recién empiezo y ya me llevo algo por delante. Como
siempre fue un poco agresiva, lo primero que hizo fue patear la piedra lo
más fuerte que pudo. -Huyy,
me fui al carajo (para variar). La tiré para el otro lado, creo que fue a
parar a los umbrales del Mundo del Equilibrio. Aurora
piensa, vacila, da vueltas, va, viene. ¿Qué hará? Como ella vivió
tantos años en el Universo de las Contradicciones no sabe. Tiene
ganas de ver lo que hay al otro lado de donde cayó la piedra, Pero a la
vez no se anima. Primero, porque se puede caer y lastimarse toda, y
segundo porque no sabe si en el Nuevo Mundo hay gente que la pueda ayudar
a levantarse. Como nunca fue, no tiene ni la más pálida idea de lo que
hay del otro lado.... Pero a la vez, siente ganas. En realidad, la piedra
le importa muy poco. Total, las piedras no sienten. El tema es la
curiosidad (al mejor estilo Pandora): -¿Cómo
será el mundo en donde cayó la piedra? Frente
a tantas dudas, hubiese estado bueno que estuviera su madre para que la
ayudara a atravesar la frontera o para que la orientara... Pero es que no
estaba en ese momento. Y además la mamá de Aurora echaba chispas cuando
esta niña o esta joven (a veces no sabe ni en que etapa está) le venía
con esas cosas raras. -¿Y si le pregunto a mi hermana mayor? Ahh... pero ella está lejos. Mientras la ubico, le cuento lo que me pasó, ella lo piensa, etc., etc., pasa mucho tiempo. Así que no le pregunto nada... y que Dios me ayude. Y
se mandó nomás. Allá va Aurora. Caminando despacio hacia otro mundo, en
silencio, medio en puntas de pie, mirando hacia atrás porque si la madre
ve que la desobedece.... ya saben: se arma terrible lío. Llega
al borde del precipicio y apenas mira hacia abajo (porque además de todo
¡Aurora sufre de vértigo!). Pero igual, parece que el espectáculo le
gustó. Aunque aún no visualizaba bien lo que había del otro lado,
parece que había pasto verde, sol, mariposas, colores fuertes, cielo
despejado... Y no se sabe muy bien, pero dicen que no vio a ninguna
persona. Sin embargo... ¡no se asustó por eso! Qué raro ¿no? Porque
Aurora se asusta hasta de los ruidos más mínimos. De
repente, se levantó un poco de viento... De esos medio fuertes e
imprevistos. Y como Aurora estaba al borde del Universo de las
Contradicciones mirando para el Mundo Nuevo, sorprendida con todo lo que
veía, tenía todo su cuerpo muy laxo. Claro, se entregó a deleitarse con
el espectáculo. ¡Y el viento la tiró! ¿O no fue el viento? Dicen
que el susto de Aurora estuvo re-complejo porque ¡se cayó para el otro
mundo! ¡Para el Mundo Nuevo! Increíblemente, también dicen que no se
lastimó demasiado, que se machucó un poco. Eso sí: del susto que tenía
le temblaba todo, y parece que miró para arriba dispuesta a matar al que
la había empujado y empezó con todo su rosario de malas palabras...
Supuestamente, la había tirado el viento. Pero como ella siempre fue muy
desconfiada, en algún momento sintió que alguien
la había empujado. Cuando
miró para arriba tratando de encontrar al desgraciado que la tiró sin
previo aviso, lo único que vio fue la imagen de una niña que la
saludaba: tendría unos nueve años, morochita, de pelo enrulado, medio
gordita que le hacía adiós con la mano. -¡Chau,
Aurora! -Guacha
de mierda-, pensó
Aurora. -No sé porque, pero cada
tanto veo a esta gurisa que me sorprende con algo nuevo. ¿Quién carajo
será? Bueno, ahora ya está, ya me caí. Bah... me empujaron, porque yo
sola no me tiraba ni en joda. Aparentemente
lo que sucedió es que esa gurisa chica ya estaba medio podrida de bancar
a Aurora: que se va, que se queda, que se va hoy, que se va mañana...
Frente a tanta indecisión menos mal que la pobre Aurora encontró a alguien que la empujara y la mandara para el otro mundo de una buena vez: a un universo más lindo que el que ella conocía. Porque otra vez les cuento: había pasto verde, sol, abundante luz, colores fuertes, cielo despejado... -Aquí
me quedo-
dijo Aurora. Estaba
sola en el Mundo Nuevo (alguien tenía que inaugurarlo ¿no?) pero extrañamente,
se sentía tranquila. Ya iba a caer algún otro desgraciado como ella:
empujado por el viento, por alguna niña caprichosa, o porque se tirara
solo nomás... Y
en el caso de que no se cayera nadie y la tranquilidad se le tornara
demasiado aburrida... bueno, así como se cayó, se supone que tratará de
subirse de nuevo (y como pueda) a su mundo habitual. Por lo menos, no se
quedó con las ganas de conocer el Mundo Nuevo. Ahora:
si se muda o no se muda... eso ya es más complicado de decidir. Por el
momento, como está en pleno regocijo contemplando el espectáculo que
tiene frente a sus ojos, tiene tiempo de sobra para pensar si se queda a
vivir acá o allá. Igual,
todavía no está todo dicho. No nos olvidemos que Aurora creció y vivió durante mucho tiempo en el Universo de las Contradicciones. |
Elizabeth Lencina
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