Al borde del precipicio
Elizabeth Lencina 

La mujer se contempla en el espejo con expresión atónita.

Por momentos, identifica claramente la imagen que éste le devuelve. Y en otras ocasiones, el simple acto de mirarse es algo insoportable: hay veces que ni siquiera con su nombre se siente a gusto. Así que para esos días especiales, ella misma se eligió uno nuevo: Aurora...

-Hola Aurora. ¿Cómo andás hoy?

Sin palabras... Aurora es... ¿cómo les podría  explicar? No es que sea muda... No, ella sabe y puede hablar. Lo que pasa es que le cuesta un poco, hay que tenerle mucha paciencia: se queda pensativa, intenta explicar algo, vacila, tartamudea, ¿lo dice o no lo dice? Prueba de nuevo, va, viene, mueve las manos, mira hacia los costados, llora un poco, y se consuela acariciándose la cara. Sus manos se extienden suavemente por todo el rostro, hace gestos de todo tipo, saca la lengua, frunce el ceño exageradamente, sus ojos se humedecen de nuevo y otra vez se consuela ella misma acariciándose el rostro...  Ahora todo está un poco mejor.

-Tranquila..., ya está pasando.

Menos mal que se siente más animada. Es que ha descubierto que consolarse es muy lindo, acariciarse despacio también, hablarse a sí misma parece medio loco, pero no importa porque ella siempre fue medio despistada, así que todo aquello que suene un poco incoherente le llama mucho la atención.

-Y si te sentís mejor... ¿porqué no seguís jugando contigo misma?

Es que casi todos recomiendan evitar los excesos... hay que ir medio despacio. El tema es que a la pobre Aurora la matan las ansiedades. Pero al fin, después de tantas idas y venidas, trata de entender que los fuertes dolores de cabeza pueden ser producto de muchas tensiones acumuladas... Vaya uno a saber.

Por las dudas, frente a las sugerencias de los demás Aurora, se frenó. ¡Basta!

Por hoy, no juega más.

¿Y ahora...? ¿Adónde va? ¿Al Universo de las Contradicciones ó al Mundo del Equilibrio?

-¿Qué hago? ¿Y si me pierdo en el mundo nuevo? Me dijeron que es un viaje alucinante, pero... más vale ‘mal conocido que bueno por conocer’. Aunque hace tiempo que yo tengo ganas de ir a otro lugar. ¿Y si me largo y conozco algo distinto?

Al fin de cuentas, su hermana mayor le ha dicho en más de una oportunidad: “hermanita: eres tenaz y muy valiente.”

Y como supuestamente hay que hacerle caso a las hermanas más grandes, Aurora empezó a caminar. Pero la pobre muchacha estaba medio desnorteada. Por eso deambulaba como con cara de aburrida, con las manos en los bolsillos y expresión taciturna. De pronto, en ese caminar sin sentido tropezó con algo: una piedra.

-Mierda, recién empiezo y ya me llevo algo por delante.

Como siempre fue un poco agresiva, lo primero que hizo fue patear la piedra lo más fuerte que pudo.

-Huyy, me fui al carajo (para variar). La tiré para el otro lado, creo que fue a parar a los umbrales del Mundo del Equilibrio.

Aurora piensa, vacila, da vueltas, va, viene. ¿Qué hará? Como ella vivió tantos años en el Universo de las Contradicciones no sabe.

Tiene ganas de ver lo que hay al otro lado de donde cayó la piedra, Pero a la vez no se anima. Primero, porque se puede caer y lastimarse toda, y segundo porque no sabe si en el Nuevo Mundo hay gente que la pueda ayudar a levantarse. Como nunca fue, no tiene ni la más pálida idea de lo que hay del otro lado.... Pero a la vez, siente ganas. En realidad, la piedra le importa muy poco. Total, las piedras no sienten. El tema es la curiosidad (al mejor estilo Pandora):

-¿Cómo será el mundo en donde cayó la piedra?

Frente a tantas dudas, hubiese estado bueno que estuviera su madre para que la ayudara a atravesar la frontera o para que la orientara... Pero es que no estaba en ese momento. Y además la mamá de Aurora echaba chispas cuando esta niña o esta joven (a veces no sabe ni en que etapa está) le venía con esas cosas raras.

-¿Y si le pregunto a mi hermana mayor?  Ahh... pero ella está lejos. Mientras la ubico, le cuento lo que me pasó, ella lo piensa, etc., etc., pasa mucho tiempo. Así que no le pregunto nada... y que Dios me ayude.

Y se mandó nomás. Allá va Aurora. Caminando despacio hacia otro mundo, en silencio, medio en puntas de pie, mirando hacia atrás porque si la madre ve que la desobedece.... ya saben: se arma terrible lío.

Llega al borde del precipicio y apenas mira hacia abajo (porque además de todo ¡Aurora sufre de vértigo!). Pero igual, parece que el espectáculo le gustó. Aunque aún no visualizaba bien lo que había del otro lado, parece que había pasto verde, sol, mariposas, colores fuertes, cielo despejado... Y no se sabe muy bien, pero dicen que no vio a ninguna persona. Sin embargo... ¡no se asustó por eso! Qué raro ¿no? Porque Aurora se asusta hasta de los ruidos más mínimos.

De repente, se levantó un poco de viento... De esos medio fuertes e imprevistos. Y como Aurora estaba al borde del Universo de las Contradicciones mirando para el Mundo Nuevo, sorprendida con todo lo que veía, tenía todo su cuerpo muy laxo. Claro, se entregó a deleitarse con el espectáculo. ¡Y el viento la tiró! ¿O no fue el viento?

Dicen que el susto de Aurora estuvo re-complejo porque ¡se cayó para el otro mundo! ¡Para el Mundo Nuevo! Increíblemente, también dicen que no se lastimó demasiado, que se machucó un poco. Eso sí: del susto que tenía le temblaba todo, y parece que miró para arriba dispuesta a matar al que la había empujado y empezó con todo su rosario de malas palabras... Supuestamente, la había tirado el viento. Pero como ella siempre fue muy desconfiada, en algún momento sintió que alguien la había empujado.

Cuando miró para arriba tratando de encontrar al desgraciado que la tiró sin previo aviso, lo único que vio fue la imagen de una niña que la saludaba: tendría unos nueve años, morochita, de pelo enrulado, medio gordita que le hacía adiós con la mano.

-¡Chau, Aurora!

-Guacha de mierda-, pensó Aurora. -No sé porque, pero cada tanto veo a esta gurisa que me sorprende con algo nuevo. ¿Quién carajo será? Bueno, ahora ya está, ya me caí. Bah... me empujaron, porque yo sola no me tiraba ni en joda.

Aparentemente lo que sucedió es que esa gurisa chica ya estaba medio podrida de bancar a Aurora: que se va, que se queda, que se va hoy, que se va mañana... 

Frente a tanta indecisión menos mal que la pobre Aurora encontró a alguien que la empujara y la mandara para el otro mundo de una buena vez: a un universo más lindo que el que ella conocía. Porque otra vez les cuento: había pasto verde, sol, abundante luz, colores fuertes, cielo despejado...

-Aquí me quedo- dijo Aurora.

Estaba sola en el Mundo Nuevo (alguien tenía que inaugurarlo ¿no?) pero extrañamente, se sentía tranquila. Ya iba a caer algún otro desgraciado como ella: empujado por el viento, por alguna niña caprichosa, o porque se tirara solo nomás...

Y en el caso de que no se cayera nadie y la tranquilidad se le tornara demasiado aburrida... bueno, así como se cayó, se supone que tratará de subirse de nuevo (y como pueda) a su mundo habitual. Por lo menos, no se quedó con las ganas de conocer el Mundo Nuevo.

Ahora: si se muda o no se muda... eso ya es más complicado de decidir. Por el momento, como está en pleno regocijo contemplando el espectáculo que tiene frente a sus ojos, tiene tiempo de sobra para pensar si se queda a vivir acá o allá.

Igual, todavía no está todo dicho.

No nos olvidemos que Aurora creció y vivió durante mucho tiempo en el Universo de las Contradicciones.

Elizabeth Lencina 

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