Pata de Palo Verde

Cuento de Ana Larravide

Había una vez un barco lleno de piratas.
Se dedicaban a navegar, cantar y tomar ron. Y, de vez en cuando, a los abordajes.
Un abordaje es como una batalla de almohadas, pero mil veces peor: se salta arriba de los otros, se grita mucho, se hace un lío bárbaro y, los que quedan tirados por el suelo, pierden, y los que quedan sentados sobre ellos, ganan.
En uno de esos abordajes (alfanje por aquí, cimitarra por allá) a uno de los piratas se le perdió una pierna y no la pudo encontrar ni cuando terminó el lío.
Desde entonces, anduvo saltando en una pata. No de alegría, sino porque no tenía más remedio. Iba de la proa a la popa y de barlovento a sotavento haciendo TOC-TOC-TOC-TOC-TOC-TOC-TOC...
A la larga, resultaba un poco cansador.
Así que cuando vio que pasaban cerca de una isla con árboles quiso desembarcar enseguida, para conseguir un palo y hacerse una pata de palo (cosa que estaba muy de moda entre los piratas).

Casualmente encontró en la playa un palo justo como él quería.
Le dio forma adecuada con su cuchillo y la ajustó en el lugar que había dejado libre la pierna fugitiva.
Se sintió más cómodo. Y más acompasado, porque ahora hacía TOC-TOC, TOC-TOC, TOC-TOC, TOC-TOC...
Pero no se dio cuenta, por atropellado, de que el palo elegido era una rama recién quebrada y no estaba seca: era un palo verde.
Con el agua que la salpicaba y el sol sobre cubierta, como estaban en primavera, un día -¡PIM!- brotó una hoja. Y esa misma tarde -¡PIM! ¡PIM!- otras dos hojas. Y al día siguiente, una flor blanca. Y después, varias flores más.
Quedaba de lo más original.
Los otros piratas (con patas de palo a secas) lo felicitaron por su buena pata:
- No te creas que le pasa a todo el mundo encontrar por ahí un palo verde- le decían.
- Creí que era un pirata de mala pata, pero empiezo a creer que no es así- contestaba con modestia el pirata Pata de Palo Verde.
Estaban en eso cuando, desde allá arriba, el vigía gritó:
- ¡Barco del rey a la vista! ¡Con banderita dorada!
- ¡Debe traer tesoros! -gritaron los piratas. Y se prepararon para el abordaje
Cuando saltaron a la cubierta del barco del rey vieron que, tal como pensaban, estaba llena de cofres con tesoros.
Sentada sobre uno de ellos, con su vestido blanco que parecía de espuma y sus ojos verdes que parecían de mar estaba, lo más campante, la princesita.
Pata de Palo Verde, cuando la vio, se quedó patitieso.
- Princesita, hija del rey -le dijo- antes de conocerte lo que más me importaba era conseguir botines.
- No veo para qué, si con sólo un botín parece que te alcanza.
- No te burles. Quise decir conseguir tesoros. Pero ahora ningún tesoro del mundo me importa más que tú. ¿Querrías venir a navegar conmigo?
- Veamos, veamos -dijo la princesita. Sucede que voy en este barco a casarme con un príncipe que no conozco; que no sé si tiene barba roja, como tú, ni ojos celestes como tú, ni, menos, una pata de pato con flores como la tuya, que me gusta mucho...
- Si te gusta, princesita, puedo regalarte una.
- ¿Una pata de palo?
- No. Una flor.
- Gracias -y empezó a abanicarse con la flor, como pensando. ...Puede ser que en ese nuevo palacio me sigan diciendo todo el tiempo que me pare derecha, que no me arruge los volados, que haga la reverencia y que lustre todas las mañanas mi coronita... Me gusta tu barba roja, tu pata de palo florida y tu forma de decir las cosas. Creo que tu barco es mucho más lindo que un palacio. Me quedo contigo.
Entonces los otros piratas se quedaron en el barco de bandera dorada. Con el botín. Y siguieron su rumbo.
Pata de Palo Verde saltó con la princesita al otro barco. 
Se sentían tan contentos como nunca se habían sentido.
Navegaron muchos mares.
Hubo días de sol.
Y noches estrelladas.
También hubo que capear temporales.
Porque todo eso le pasa a los navegantes.
Una mañana vieron en el horizonte una isla con muchos árboles.
Los árboles estaban llenos de flores blancas, iguales a las de Pata de Palo Verde. Porque era la misma isla aquella, y porque otra vez era primavera.

Cuento de Ana Larravide

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                   Ana Larravide en Letras Uruguay

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