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Vigorexia: ¿la nueva entidad?
Dr. Félix E. F. Larocca

Definición

La adicción al ejercicio o vigorexia es un trastorno en el cual las personas realizan prácticas deportivas en forma continua, con un fanatismo prácticamente religioso, a punto tal de poner a prueba constantemente su cuerpo sin importar las consecuencias.

Para la mayoría de quienes así se ejercitan, es otra de las manifestaciones discretas de la anorexia, como, a menudo lo es el vegetarianismo.

Podemos encontrar aquellos que sólo buscan la figura perfecta influenciada por los modelos actuales que propone la sociedad, y aquellos deportistas que sólo quieren llegar a ser los mejores en su disciplina exigiendo al máximo a su organismo hasta alcanzar su meta. Esos no son adictos.

Los adictos al ejercicio practican deportes sin importar las condiciones climáticas, sientan alguna molestia o indisposición, a punto de enfadarse y sentirse culpables cuando no pueden realizarlo o alguien critica dicha actividad y se desquician a la menor evidencia de estar engordando.

La mayoría no puede dejar de concurrir un día al gimnasio, en el que pasan además muchas horas por día, llegando a convertirlo en su segundo hogar, mientras que otras corren al mediodía bajo el inclemente sol tropical, para deshacerse así de más calorías.

Estas personas poseen una personalidad muy característica, similar a los que padecen otras adicciones: tienen baja autoestima y muchas dificultades para integrarse en sus actividades sociales habituales, son introvertidos y rechazan o les cuesta aceptar su imagen corporal. Su obsesión con el cuerpo comparte muchos rasgos con la anorexia y con algunas variedades de la bulimia.

El físico-culturismo (o body-building) es uno de los deportes que más comúnmente está relacionado con este tipo de trastorno.

El rol de las endorfinas

Como ya hemos descrito en otras lecciones, las endorfinas constituyen un conjunto de hormonas que manufactura el propio organismo, cuyas propiedades son similares a la morfina, en su mecanismo de paliación ante diversos estímulos dolorosos. Principalmente actúan como analgésicos endógenos.

Cuando la persona practica deportes rutinariamente hasta extenuarse el organismo comienza a producir estas sustancias para aliviar los síntomas de sufrimiento, y esto le permite poder continuar el trabajo por más tiempo cada día. A medida que pasa el tiempo se requerirá una cantidad cada vez mayor de hormonas para poder soportar el dolor, lo que acarreará serias consecuencias. Todo esto lleva al desarrollo de una verdadera adicción a las endorfinas. Debe prestarse mucha atención al dolor, por que es una señal de alarma de las posibles consecuencias del sobre-entrenamiento.

Consecuencias

Numerosos problemas orgánicos y lesiones pueden aparecer cuando la práctica deportiva es excesiva.

Las desproporciones entre las partes corporales son muy frecuentes, por ejemplo, un cuerpo muy voluminoso con respecto a la cabeza.

La sobrecarga de peso en el gimnasio repercute negativamente en los huesos, tendones, músculos y las articulaciones, sobre todo de los miembros inferiores, con desgarros y esguinces.

Las correderas desaforadas, interminables y bajo el sol de verano son potencialmente letales.

Cómo se alimentan y los esteroides anabólicos

La alimentación es otro problema muy frecuente e importante en estas personas, ya que consumen muchas proteínas e hidratos de carbono y poca cantidad de grasa en un intento de favorecer el aumento de la masa muscular o de eliminar las libras aborrecidas. Ocasionándoles muchos trastornos metabólicos.

El uso de esteroides anabólicos es también otra consecuencia que se asocia a la vigorexia, en un intento de mejorar el rendimiento físico e incrementar el volumen de sus músculos. Con el uso de estas sustancias no se obtiene ningún beneficio, sino todo lo contrario, ya que producen muchos trastornos en el organismo como masculinización e irregularidades del ciclo menstrual en las mujeres, acné, problemas cardíacos, atrofia testicular, episodios de psicosis, disminución de la formación de espermatozoides y retención de líquidos, entre otros, como antes hemos descrito en estas páginas.

Es importante tener en cuenta que estas drogas no aumentan la fuerza muscular, la agilidad ni la resistencia.

Tratamiento

Si bien se ha comprobado la existencia de trastornos en los niveles de diversas hormonas y mediadores presentes en la transmisión nerviosa en el sistema nervioso central, los principales factores desencadenantes involucrados son de tipo cultural, social y educativo, a los que estas personas están expuestas continuamente. Por ello, el tratamiento de estas personas debe enfocarse a modificar la conducta y la perspectiva que tienen sobre su cuerpo.

El entorno afectivo, amigo y familiar, cumple una función muy importante en su recuperación, al brindarle apoyo cuando intentan disminuir su programa de ejercicios a rutinas más razonables.

Es necesario disminuir el entusiasmo y la ansiedad por la práctica deportiva intensa logrando que se interesen por otras actividades menos nocivas para su cuerpo.

El hecho de desear la imagen corporal ideal no implica necesariamente que la persona padezca algún trastorno psicológico, pero siempre debe estarse muy atento ya que las probabilidades de que sí aparezca son mayores en estas personas.

El caso que sigue es representante de este problema en algunas mujeres 

La niña sin rostro: Alina… 

Su mamá provenía de una consanguinidad de mujeres extraordinariamente complejas, de ella había seis y con Alina, nuestro sujeto de interés, siete. 

No había varones. 

La bisabuela. Anoréxica confirmada, ya que la conocí como Marie, a quien hemos estudiado en otra sección, como la anorexia postrera. Ésta sufría de osteoporosis y osteomalacia.

Hueso normal

Osteoporosis

La abuela. Dietista consumada, anoréxica y abusadora de purgantes, cuyo matrimonio concluyó, cuando el marido hastiado de sus dietas interminables y de su aspecto emaciado, la dejó por otro hombre.

 

La hermana mayor, Alma. Despedida de la Universidad en Carbondale, donde la sorprendieron robando dinero de la capilla que iba a utilizar en búsqueda de comidas de consistencia suave para atiborrarse y vomitar. Bulímica y rumiante.

 

La hermana consecutiva, Ana. Casada con tres hijas. Muy delgada, pero aparentemente sin problemas. Las tres hijas eran obesas y asistentes regulares de campamentos de verano para jóvenes gordos --- “fat farms”.

 

La hermana siguiente, Alicia. Bulímica/ anoréxica.  Casada y divorciada tres veces. Viviendo amancebada como amante de un hombre casado, y mucho mayor que ella. Tres hijos, el mayor sufre de anorexia masculina. Las menores, gemelas de tres años, a dieta, porque Alicia las tilda de ser obesas, a pesar de que el pediatra las considera normales.

 

La hermana menor, Amanda. La madre de Alina.

 

Amanda

 

Nació por cesárea y prematura, pesando 1lb 14oz. Toda su niñez fue la de una muchacha enfermiza con tendencias al insomnio, la hiperactividad y los llantos.

 

A los cuatro años sufrió convulsiones y (a pesar de sus contraindicaciones) la trataron con fenobarbital y más adelante con fenintoína. El tratamiento cesó cuando efectos secundarios en la distribución del pelo en todo el cuerpo y la hipertrofia gingival con sialorrea se establecieron.

 

Menstruó a los diecisiete años, por ser muy delgada. Siguiendo su primer período, Alicia la convenció de ponerse juntas a dieta y comenzar a correr en los bosques del Jardín Botánico.

 

Los períodos nunca más retornarían, a menos que no fueran inducidos por el uso de progestín o progesterona.

 

Casó con José María a los veinte años, luego de abandonar su carrera de derecho. Habiendo tomado un curso de contraceptivos, y, a pesar de su peso muy bajo, concibió a Alina.

 

Alina nació pesando cinco libras y con caput succedaneum, complicación banal. Su desarrollo fue lento.

 

Alina

 

Vivió la mayor parte de su niñez en casa de parientes cercanos, ya que Amanda se mudó muy lejos de donde vivieran cuando se divorció de José María. El matrimonio duró tres años escasos.

Alina fue referida a nuestro servicio psiquiátrico infantil a la edad de cinco años, por las siguientes complicaciones: 

  • Retraso físico, mental y emocional del desarrollo

  • Inapetencia y peso subnormal

  • Llantos y gimoteos continuos

  • Tiradera de pelo con áreas depiladas en el cuero cabelludo

  • Ingestión habitual del pelo removido

  • Diarrea y vómitos sin causa aparente

  • Períodos de ausencias similares a trastornos epilépticos

Las formulaciones diagnósticas fueron varias:

  • Depresión anaclítica

  • Trastorno de malabsorción

  • Tricotilomanía con tricofagia

  • Trastorno disociativo de la niñez

  • Retraso masivo en toda área del desarrollo

  • Disorexia atípica infantil

Tratamiento 

No existe héroe más valiente ni persona más contumaz que una madre en defensa de sus hijos.

Amanda respondió a nuestra llamada para ayudar a su hija casi olvidada, apareciendo en horas al centro para ser entrevistada.

Cuando Alina vio a su madre, se desmayó. Lo que causara gran consternación, ya que el significado de tal comportamiento tan dramático como inesperado, podría ser un mal augurio --- pero, no lo fue.

En nuestro centro habíamos desarrollado un servicio de Psiquiatría Trans-generacional donde a menudo se internaban miembros de dos, a veces tres, generaciones de los familiares del paciente para que su participación en la cura fuera intensa y concentrada.

Amanda y Alina, más tarde Alicia y sus niños entrarían el servicio y participaron exitosamente en el programa.

En resumen

Este caso se ha publicado en otra gaceta médica con el consentimiento de los interesados. 

Aquí lo usamos para ilustrar los aspectos hereditarios, sociales y biológicos de las enfermedades del comer y la existencia dudosa y genuina de la llamada “vigorexia”. 

Bibliografía 

Suministrada por solicitud.

Dr. Félix E. F. Larocca

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