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¿Timidez? ... o ¿Ansiedad Social? |
Muchas personas pueden parecer tímidas, introvertidas o relativamente antisociales, en una primera impresión. Normalmente evitan la mirada a los ojos y hablan poco o en un tono muy bajo, evitando de esta manera ser el centro de la atención. Este cuadro de Ansiedad Social no es una seria debilidad o una característica negativa de la personalidad. Es un Trastorno de Ansiedad y como tal, afecta la conducta, pensamientos y sentimientos. Es un problema muy frecuente, ocupando entre el 2° y 3° lugar en relación con el alcoholismo y la depresión. Las estadísticas indican que 13 de cada 100 personas sufren de este “síntoma”, en una proporción mayor de hombres que de mujeres --- o así nos hacen creer los autores de DSM-ETC --- la “Biblia: de la psiquiatría norteamericana. |
Cuando
hablamos de Trastorno de Ansiedad Social, nos estamos refiriendo a un
cuadro que se caracteriza por un temor excesivo y profundo ante la
posibilidad de sentirse evaluado negativamente por los otros en
situaciones sociales. |
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En situaciones formales estas personas suelen ponerse ansiosos e hipercríticos pensando por ejemplo ¿Qué estará pensando esa persona de mi? o ¿Qué se supone que debo decir después? Los
niveles de ansiedad experimentados en dichas situaciones, pueden provocar
el olvido de una serie de pensamientos (mente en blanco), ensalada de
palabras, responder con monosílabos, comenzar a reír o quedarse mudos en
momentos inapropiados. Esto se debe a que estas personas tienen una
predisposición para cambiar la dirección de la atención hacia los otros
y la situación, en lugar de dirigirla hacia sus propios sentimientos. Las
personas que sufren de Ansiedad Social tratan de evitar el riesgo de
exponerse cada vez que les sea posible.
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Trastornos
de Ansiedad Todas las personas saben lo
que es sentir ansiedad: los hormigueos en el estómago antes de la primera
cita, la tensión que se siente cuando el jefe está enojado, la forma en
que el corazón late si uno está en una circunstancia peligrosa. La
ansiedad incita a actuar. Nos anima a enfrentarnos a una situación
amenazadora. Nos hace estudiar más para ese examen y nos mantiene alerta
cuando estamos pronunciando un discurso. En general, nos ayuda a
enfrentarnos a las situaciones. Pero si se sufre de trastorno
de ansiedad, esta emoción normalmente útil puede dar un resultado
diametralmente opuesto: evita que uno encare una situación y trastorna la
vida diaria. Los trastornos de ansiedad no son sólo un caso de
"nervios." Son problemas frecuentemente relacionados con la
estructura biológica y las experiencias en la vida de un individuo y con
frecuencia son hereditarias. Existen varios tipos de trastornos de
ansiedad, cada uno con sus características propias. Un trastorno de ansiedad puede hacer que se sienta ansioso casi todo el tiempo sin ninguna causa aparente. O las sensaciones de ansiedad pueden ser tan incómodas que, para evitarlas, la persona hasta suspenda algunas de sus actividades diarias. O uno puede sufrir ataques ocasionales de ansiedad tan intensos que lo aterrorizan e inmovilizan. |
Trastorno
de Ansiedad Generalizada Yo siempre pensé que era
aprensivo. Me sentía inquieto y no podía descansar. A veces estas
sensaciones iban y venían. Otras veces eran constantes. Podían durar días.
Me preocupaba por la cena que iba a preparar para la fiesta o cuál sería
un magnífico regalo para alguien. Simplemente no podía dejar nada de
lado. Tenía serios problemas para dormir. Hubo ocasiones en que
despertaba ansioso en la mañana o en la mitad de la noche. Me costaba
trabajo concentrarme aún mientras leía el periódico o una novela. A
veces me sentía un poco mareado. Mi corazón latía apresuradamente o me
golpeaba en el pecho. Esto me preocupaba aún más. El Trastorno de Ansiedad
Generalizada (TAG) es mucho más de lo que una persona normal con ansiedad
experimenta en su vida diaria. Son preocupación y tensión crónicas aún
cuando nada parece provocarlas. El padecer de este problema significa
anticipar siempre un desastre, frecuentemente preocupándose excesivamente
por la salud, el dinero, la familia o el trabajo. Sin embargo, a veces, la
raíz de la preocupación es difícil de localizar. El simple hecho de
pensar en confrontar el día provoca ansiedad. Las personas que padecen de
TAG no parecen poder deshacerse de sus inquietudes aún cuando
generalmente comprenden que su ansiedad es más intensa de lo que la
situación justifica. Quienes padecen de TAG también parecen no poder
relajar. Frecuentemente tienen trabajo en conciliar el sueño o en
permanecer dormidos. Sus preocupaciones van acompañadas de
manifestaciones físicas, especialmente temblores, contracciones
nerviosas, tensión muscular, dolores de cabeza, irritabilidad,
transpiración o accesos de calor. Pueden sentirse mareadas o que les
falta el aire. Pueden sentir náusea o que tienen que ir al baño
frecuentemente. O pueden sentir como si tuvieran un nudo en la garganta. Depresión
La depresión residual frecuentemente acompaña a los trastornos de ansiedad y, cuando esto sucede, también debe considerarse. Los sentimientos de tristeza, apatía o desesperanza, cambios en el apetito o en el sueño así como la dificultad en concentrarse que frecuentemente caracterizan a la depresión pueden ser tratados con efectividad con medicamentos antidepresivos o, dependiendo de la severidad del mal, con psicoterapia. Algunas personas responden mejor a una combinación de medicamentos y psicoterapia. El tratamiento puede ayudar a la mayoría de las personas que sufren de depresión. |
Por lo general, el daño
asociado con TAG es ligero y las personas con ese trastorno no se sienten
restringidas dentro del medio social o en el trabajo. A diferencia de
muchos otros trastornos de ansiedad, las personas con TAG no
necesariamente evitan ciertas situaciones como resultado de su trastorno.
Sin embargo, si éste es severo, el TAG puede ser muy debilitante,
resultando en dificultad para llevar a cabo hasta las actividades diarias
más simples. El TAG se presenta
gradualmente y afecta con mayor frecuencia a personas en su niñez o
adolescencia, pero también puede comenzar en la edad adulta. Es más común
en las mujeres que en los hombres y con frecuencia ocurre en los
familiares de las personas afectadas. Se diagnostica cuando alguien pasa
cuando menos 6 meses preocupándose excesivamente por varios problemas
diarios. En general, los síntomas de TAG tienden a disminuir con la edad. Un tratamiento acertado puede incluir un medicamento llamado buspirone. Se están llevando a cabo investigaciones para confirmar la efectividad de otros medicamentos como benzodiazepinas y antidepresivos. También son útiles la técnica de terapia de comportamiento cognoscitivo, las técnicas de relajamiento y de retroalimentación para controlar la tensión muscular. |
Trastorno
de Pánico Comenzó
hace 10 años. Estaba sentada durante un seminario en un hotel y esta
sensación salió de la nada. Sentí que me estaba muriendo. Para
mí, un ataque de pánico es casi una experiencia violenta. Siento que me
estoy volviendo loca. Me hace sentir que estoy perdiendo el control en
forma extrema. Mi corazón late con fuerza, todo parece irreal y hay una
fuerte sensación de calamidad inminente. Entre
un ataque y otro existe este pavor y ansiedad de que van a regresar. El
tratar de escapar a estas sensaciones de pánico puede ser agotador. Síntomas de un ataque de pánico
·
Palpitaciones ·
Dolores en el pecho ·
Mareos o vértigos ·
Náusea o problemas estomacales ·
Sofocos o escalofríos ·
Falta de aire o una sensación
de asfixia ·
Hormigueo o entumecimiento ·
Estremecimiento o temblores ·
Sensación de irrealidad ·
Terror ·
Sensación de falta de control o
estar volviéndose loco ·
Temor a morir ·
Transpiración Quienes padecen de trastornos
de pánico experimentan sensaciones de terror que les llegan repentina y
repetidamente sin previo aviso. No pueden anticipar cuando les va a
ocurrir un ataque y muchas personas pueden manifestar ansiedad intensa
entre cada episodio al preocuparse de cuando y donde les llegará el
siguiente. Entre tanto, existe una continua preocupación de que en
cualquier momento se va a presentar otro ataque. Cuando llega un ataque de pánico,
lo más probable es que la persona sufra palpitaciones y se sienta
sudoroso, débil o mareado. Se puede sentir cosquilleo en las manos o
sentirlas entumecidas y posiblemente se sienta sofocado o con escalofríos.
Puede experimentar dolor en el pecho o sensaciones de ahogo, de irrealidad
o tener miedo de que suceda una calamidad o de perder el control. La
persona puede creer que está sufriendo un ataque al corazón o de apoplejía,
que está perdiendo la razón o que está al borde de la muerte. Los
ataques pueden ocurrir a cualquier hora aún durante la noche al estar
dormido, aunque lo último es raro. Mientras casi todos los ataques duran
aproximadamente dos minutos, en ocasiones pueden durar hasta 10 minutos.
En casos poco comunes pueden durar una hora o más. El trastorno de pánico ataca
cuando menos al 1.6 por ciento de la población y es doblemente más común
en las mujeres que en los hombres. Puede presentarse a cualquier edad, en
los niños o en los ancianos, pero casi siempre comienza en los adultos jóvenes.
No todos los que sufren ataques de pánico terminan teniendo trastornos de
pánico; por ejemplo, muchas personas sufren un ataque y nunca vuelven a
tener otro. Sin embargo, para quienes padecen de trastornos de pánico es
importante obtener tratamiento adecuado. Un trastorno así, si no se
atiende, puede resultar en invalidez. Las vidas de algunas personas han llegado a hacerse muy restringidas porque evitan actividades diarias normales como ir al mercado, manejar un vehículo o, en algunos casos aun salir de su casa. O bien, pueden llegar a confrontar una situación que les causa miedo siempre y cuando vayan acompañadas de su cónyuge o de otra persona que les merezca confianza. Básicamente, evitan cualquier situación que temen pueda hacerlas sentirse indefensas si ocurre un ataque de pánico. Cuando, como resultado de este mal, las vidas de las personas llegan a ser tan restringidas como sucede en casi una tercera parte de las personas que padecen de trastornos de pánico, en lugares públicos se le llama agorafobia. La tendencia hacia trastornos de pánico y agorafobia tiende a ser hereditario. Sin embargo un tratamiento oportuno al trastorno de pánico puede frecuentemente detener el progreso hacia la agorafobia. |
Se han hecho estudios que
demuestran que un tratamiento adecuado, un tipo de psicoterapia llamada
terapia de comportamiento cognoscitivo, medicamentos, o posiblemente una
combinación de ambos, ayuda del 70 al 90 por ciento de las personas con
trastornos de pánico. Se puede apreciar una significante mejoría entre 6
a 8 semanas después de iniciarse el tratamiento. Los medios usados en la terapia de comportamiento cognoscitivo enseñan al paciente a ver las situaciones de pánico de manera diferente y enseñan varios modos de reducir la ansiedad, por ejemplo haciendo ejercicios de respiración o acudiendo a técnicas que dan nuevo enfoque a la atención. Otra técnica que se usa en la terapia de comportamiento cognoscitivo, conocida como terapia de exposición frecuentemente puede mitigar las fobias resultantes de un trastorno de pánico. En la terapia de exposición, se habitúa poco a poco a las personas a la situación temida hasta que llegan a hacerse insensibles a ella. Algunas personas encuentran el
mayor alivio a los síntomas del trastorno de pánico cuando toman ciertos
medicamentos recetados por el médico. Esos medicamentos, al igual que la
terapia de comportamiento cognoscitivo, pueden ayudar a prevenir ataques
de pánico o a reducir su frecuencia y severidad. Los dos tipos de
medicamentos que se ha comprobado son seguros y efectivos en el
tratamiento del trastorno de pánico son los antidepresivos y las
benzodiazepinas. Fobias
Las fobias suceden en
distintas formas. Una fobia específica significa un miedo a algún
objeto o situación determinada. Una fobia social es el miedo a
colocarse en una situación sumamente vergonzosa en un medio social. Por
último, la agorafobia, que frecuentemente acompaña al trastorno
de pánico es el miedo que siente la persona de encontrarse en cualquier
situación pública que pueda provocar un ataque de pánico o de la cual
le sea difícil escapar si éste llegara a ocurrir. Fobias específicas Tengo miedo de viajar en avión y por lo tanto ya no lo
hago. Es una sensación horrible la que siento cuando se cierra la puerta
del avión y me siento metido en una trampa. Mi corazón late fuertemente
y sudo la gota gorda. Si alguien comienza a hablarme me pongo tenso y me
preocupo. Cuando el avión comienza a ascender no hace otra cosa que
reforzar el miedo de que no pueda salir de ahí. Me imagino que estoy
perdiendo el control, que mi mente danza como loca, que subo por las
paredes, pero por supuesto, nunca lo hago. No me da miedo que el avión se
estrelle o que nos toque clima turbulento. Es únicamente esa sensación
de estar atrapado. Siempre que he querido cambiar de trabajo tengo que
pensar "¿va a ser necesario viajar en avión?" Por el momento
solamente voy a lugares a los que pueda ir manejando o por autobús. Mis
amigos siempre me dicen que, de todas maneras, no podría salirme de un
vehículo que va viajando a altas velocidades así que ¿por qué los
autobuses no me molestan? Yo les contesto que éste no es un miedo
racional. Muchas personas experimentan fobias específicas, miedos intensos e irracionales a ciertas cosas o situaciones; algunos de los más comunes son: perros, espacios cerrados, alturas, ascensores, túneles, manejar en carreteras, agua, volar y la presencia de sangre. Las fobias no son únicamente miedo extremo, son miedo irracional. Una persona puede esquiar en las montañas más altas con toda facilidad pero siente pánico de subir al 10º piso de un edificio de oficinas. Los adultos con fobias comprenden que sus miedos son irracionales pero frecuentemente enfrentarse a los objetos o a las situaciones que las ocasionan o siquiera pensar en enfrentarlos, ocasiona un ataque de pánico o ansiedad severa. Las fobias específicas atacan
a más de una de cada diez personas. Nadie sabe exactamente qué las
ocasiona aunque parece que son hereditarias y que son más comunes en las
mujeres. Generalmente las fobias aparecen primero en la adolescencia o en
la edad adulta. Comienzan repentinamente y tienden a ser más persistentes
que las que se inician en la niñez; de las fobias de los adultos únicamente
más o menos el 20 por ciento desaparecen solas. Cuando los niños tienen
fobias específicas, por ejemplo, miedo a los animales, esos miedos por lo
general desaparecen con el tiempo aunque pueden extenderse a la edad
adulta. Nadie sabe por qué persisten en algunas personas y desaparecen en
otras. Las personas con fobias no
sienten la necesidad de recibir tratamiento, si les es fácil evitar lo
que les causa miedo. Sin embargo, en ocasiones tendrán que tomar
decisiones importantes en su carrera o en lo personal para evitar una
situación que les produzca ansiedad. No existe hasta ahora un tratamiento comprobado a base de medicamentos, para fobias específicas, pero en ocasiones ciertas medicinas pueden recetarse para ayudar a reducir los síntomas de ansiedad antes de que la persona se enfrente a una situación de fobia. |
Fobia
Social Yo no podía aceptar
invitaciones ni ir a fiestas. Por un tiempo ni siquiera podía ir a mis
clases. En mi segundo año de facultad tuve que quedarme en mi casa
durante un semestre. Mi miedo podía presentarse en
cualquier situación social. Sentía ansiedad aún antes de salir de mi
casa y aumentaba al irme aproximando a mi clase, a la fiesta o adonde
quiera que fuera. Sentía el estómago descompuesto y casi creía tener
gripe. Mi corazón latía fuertemente, las palmas de las manos se me
llenaban de sudor y tenía la sensación de estar separada de mí misma y
de todos los demás. Cuando entraba a un salón lleno de gente, me ruborizaba y
sentía que todos los ojos estaban puestos en mí. Me daba vergüenza
pararme en un rincón yo sola pero no podía pensar en qué decir a nadie.
Me sentía tan torpe que me quería ir inmediatamente.
La fobia social es un miedo
intenso de llegar a sentirse humillado en situaciones sociales,
especialmente de actuar de tal modo que se coloque uno en una situación
vergonzosa frente a las demás personas. Frecuentemente es hereditaria y
puede estar acompañada de depresión o de alcoholismo. La fobia social
frecuentemente comienza alrededor del principio de la adolescencia o aún
antes. Si uno sufre de fobia social
tiene la idea de que las otras personas son muy competentes en público y
que uno no lo es. Pequeños errores que se cometan pueden parecerle mucho
más exagerados de lo que en realidad son. Puede parecerle muy vergonzoso
ruborizarse y siente que todas las personas lo están mirando. Puede tener
miedo de estar con personas que no sean las más allegadas a uno. O su
miedo puede ser más específico, como el sentir ansiedad si tiene que dar
un discurso, hablar con un jefe o alguna otra persona con autoridad, o
bien aceptar una invitación. La fobia social más común es el miedo de
hablar en público. En ocasiones, la fobia social involucra un miedo
general a situaciones sociales tales como fiestas. Menos frecuente es el
miedo de usar un baño público, comer fuera de casa, hablar por teléfono
o escribir en presencia de otras personas, como por ejemplo, escribir un
cheque. Tratamiento
para los Trastornos de Ansiedad Muchas personas con trastornos
de ansiedad pueden ayudarse con tratamiento. La terapia para trastornos de
ansiedad frecuentemente incluye medicamentos o formas específicas de
psicoterapia. Los medicamentos, aunque no
son curaciones, pueden ser muy efectivos para mitigar los síntomas de
ansiedad. En la actualidad, gracias a la investigación llevada a cabo por
científicos en el NIMH y otras instituciones de investigación, existen más
medicamentos disponibles que antes para el tratamiento de trastornos de
ansiedad. De tal manera que, si un medicamento no da el resultado buscado,
generalmente hay otros que se pueden probar. Además, se están
descubriendo nuevos medicamentos para el tratamiento de los síntomas de
ansiedad. Las investigaciones también
han demostrado que la terapia de comportamiento y la terapia de
comportamiento cognoscitivo pueden ser efectivas para el tratamiento de
varios trastornos de ansiedad. La terapia de comportamiento
se concentra en cambiar acciones específicas y usa varias técnicas para
disminuir o detener un comportamiento indeseable. Por ejemplo, una técnica
entrena a los pacientes en respiración diafragmática, un
ejercicio especial de respiración que consiste en respiraciones lentas,
profundas, para reducir la ansiedad. Esto es necesario porque las personas
que tienen ansiedad frecuentemente sufren de hiperventilación, respirando
rápidamente cortas cantidades de aire que pueden provocar latidos rápidos
del corazón, mareos y otros síntomas. Otra técnica: terapia de exposición
expone gradualmente a los pacientes a aquello que los asusta y les ayuda a
vencer sus miedos. Al igual que la terapia de
comportamiento, la terapia de comportamiento cognoscitivo enseña a los
pacientes a reaccionar en forma diferente en las situaciones y sensaciones
corporales que desatan los ataques de pánico y otros síntomas de
ansiedad. Sin embargo, los pacientes también aprenden a comprender la
forma en que su manera de pensar contribuye a sus síntomas y cómo
cambiar sus pensamientos para disminuir la posibilidad de que los síntomas
ocurran. Este entendimiento de los patrones de pensamiento se combina con
la técnica de exposición y con otras terapias de comportamiento para
ayudar a las personas a enfrentarse a las situaciones que les causan
miedo. Por ejemplo, alguien que se siente mareado durante un ataque de pánico
y teme que se va a morir puede recibir ayuda con la siguiente técnica que
se usa en la terapia de comportamiento cognoscitivo: el terapeuta le pide
al paciente que dé vueltas en un mismo lugar hasta que se maree. Cuando
el paciente se alarma y comienza a pensar: "me voy a morir," él
aprende a reemplazar ese pensamiento con otro más apropiado como "no
es más que un pequeño mareo; yo puedo controlarlo." Aunque este trastorno
frecuentemente se confunde con timidez, no son lo mismo. Las personas tímidas
pueden sentirse muy incómodas cuando están con otras personas, pero no
experimentan la extrema ansiedad al anticipar una situación social y no
necesariamente evitan circunstancias que las haga sentirse cohibidas. En
cambio, las personas con una fobia social no necesariamente son tímidas.
Pueden sentirse totalmente cómodas con otras personas la mayor parte del
tiempo, pero en situaciones especiales, como NAMI California en un pasillo
con personas a los lados o dando un discurso, pueden sentir intensa
ansiedad. La fobia social trastorna la vida normal, interfiriendo con una
carrera o con una relación social. Por ejemplo: un trabajador puede dejar
de aceptar un ascenso en su trabajo por no poder hacer presentaciones en público.
El miedo a un evento social puede comenzar semanas antes y los síntomas
pueden ser muy agotadores. Las personas con fobia social
no necesariamente son tímidas. Pueden sentirse totalmente cómodas con
otras personas la mayor parte del tiempo, pero en situaciones especiales
pueden sentir intensa ansiedad. Las personas con fobia social
comprenden que sus sensaciones son irracionales. Sin embargo, experimentan
una gran aprensión antes de enfrentarse a la situación que temen y harán
todo lo posible para evitarla. Aún cuando puedan enfrentarse a lo que
temen, generalmente sienten gran ansiedad desde antes y están muy incómodas
todo el tiempo. Posteriormente, las sensaciones desagradables pueden
continuar con la preocupación de haber sido juzgados o con lo que los demás
hayan pensado u observado respecto a ellos. Aproximadamente el 80 por
ciento de las personas que sufren de fobia social encuentran alivio a sus
síntomas cuando se les da tratamiento de terapia de comportamiento
cognoscitivo, de medicamentos, o una combinación de ambos. La terapia
puede involucrar aprender a ver los eventos sociales en forma diferente;
exponerse a una situación social aparentemente amenazadora de tal manera
que les sea más fácil enfrentarse a ella; además, aprender técnicas
para reducir la ansiedad, adquirir habilidades sociales y practicar técnicas
de relajamiento. Entre los medicamentos que han probado ser efectivos están los antidepresivos llamados inhibidores MAO. Las personas que padecen de una forma específica de fobia social llamada fobia de actuación han recibido ayuda de unos medicamentos llamados bloques-beta. Por ejemplo, se puede recetar bloques-beta a músicos y otras personas con este tipo de ansiedad para que los tomen en día en que van a actuar. |
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Trastorno
obsesivo-compulsivo No podía hacer algo sin un
ritual. Estos rituales trascendían a todos los aspectos de mi vida. Para
mí, era muy importante contar. En la noche, cuando ponía mi despertador,
tenía que hacerlo en un número que no sumara un "mal" número.
Si mi hermana tenía 33 años y yo 24, no podía dejar la televisión en
el canal 33 o en el 24. Me echaba champú tres veces en lugar de una
porque tres era un número de suerte y uno no lo era. Me demoraba mucho al
leer porque contaba las líneas de cada párrafo. Si estaba escribiendo
una tarea para mi examen en la escuela no podía tener cierto número de
palabras en una línea si sumaban un mal número. Siempre estaba
preocupada pensando que si no hacía cierta cosa mis padres iban a morir.
O me afligía hacer algo que causara daño a mis padres lo cual era
totalmente irracional. No podía usar nada que dijera Boston porque mis
padres eran de ahí. No podía escribir la palabra "muerte"
porque me preocupaba que algo malo sucediera. El vestirme en las mañanas
era muy difícil porque yo tenía una rutina y si me desviaba de ella, tenía
que volverme a vestir. Yo sabía que esos rituales no tenían sentido pero no parecía
que pudiera sobrepasarlas hasta que me sometí a terapia. El trastorno
obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno caracterizado por presentar
pensamientos o rituales de ansiedad que usted siente que no puede
controlar. Si usted padece de TOC, como se le conoce, puede estar plagado
de pensamientos o imágenes persistentes indeseables o por la necesidad
urgente de celebrar ciertos ritos. Usted puede estar obsesionado
con los gérmenes o la mugre y en ese caso se lava las manos una y otra
vez. Puede estar lleno de dudas y sentir la necesidad de reconfirmar las
cosas repetidamente. Puede estar preocupado por pensamientos de violencia
y teme hacer daño a las personas que están cerca de usted. Puede pasar
largos períodos de tiempo tocando las cosas o contando; puede estar
preocupado por el orden y la simetría; puede tener pensamientos
persistentes de llevar a cabo actos sexuales que le son repugnantes; o
puede afligirle tener pensamientos que van contra su religión. Los pensamientos o las imágenes
preocupantes se llaman obsesiones y los rituales que se celebran para
tratar de prevenirlas o disiparlas se llaman impulsos. No es placentero
celebrar estos ritos que se siente obligado a hacer; únicamente siente
descanso temporal de la incomodidad causada por la obsesión. Muchas personas saludables
pueden aceptar tener algunos de estos síntomas de TOC, tales como revisar
la estufa varias veces antes de salir de la casa. Pero se diagnostica el
trastorno únicamente cuando dichas actividades consumen cuando menos una
hora al día, son muy angustiosas o interfieren con la vida diaria. Muchos adultos con este
problema de salud reconocen que lo que están haciendo no tiene sentido
pero no pueden evitarlo. Sin embargo, muchas personas, especialmente niños
con TOC, pueden no comprender que su comportamiento está fuera de lo
normal. El TOC afecta a hombres y a
mujeres aproximadamente en igual número y aflige a más o menos 1 de cada
50 personas. Puede aparecer en la niñez, en la adolescencia o en la edad
madura pero como promedio se detecta en los jóvenes o en los adultos jóvenes.
Un tercio de los adultos con TOC experimentaron sus primeros síntomas en
la niñez. El curso que sigue la enfermedad es variable; los síntomas
pueden ir y venir, mitigarse por un tiempo o empeorar progresivamente. La
evidencia de que se dispone sugiere que el TLC puede venir de familia. Los pensamientos o las imágenes
preocupantes se llaman obsesiones y los rituales que se celebran para
tratar de prevenirlas o disiparlas se llaman impulsos. No es placentero
celebrar estos ritos que se siente obligado a hacer; únicamente siente
descanso temporal de la incomodidad causada por la obsesión. La depresión u otros
trastornos de ansiedad pueden acompañar al TOC. Además, algunas personas
con TOC sufren de trastornos alimenticios. También pueden evitar las
situaciones en las cuales tengan que enfrentarse a sus obsesiones. O
pueden tratar, sin éxito, de usar alcohol o drogas para calmarse. Si el
TOC se agrava seriamente puede interponerse entre una persona y su empleo
o evitar que esa persona asuma responsabilidades normales en su casa, pero
por lo general no llega a esos extremos. La investigación de los científicos
apoyados por el NIMH y otros investigadores ha dado como resultado obtener
medicamentos y tratamientos de comportamiento que pueden beneficiar a las
personas con TOC. Una combinación de los dos tratamientos casi siempre
ayuda a la mayoría de los pacientes. Algunos individuos responden mejor a
una terapia y otros requieren una distinta. Dos medicamentos que han
probado ser efectivos en el tratamiento del TOC son la clomipramina y el
fluoxetin. Sin embargo, varios más parecen ser prometedores y podrán
obtenerse en un futuro cercano. La terapia de comportamiento,
específicamente una llamada prevención por exposición y respuesta
también ha demostrado ser buena en el tratamiento del TOC. Consiste en
exponer a la persona a lo que causa el problema y luego ayudar a el o a la
paciente a hacer a un lado el ritual acostumbrado; por ejemplo, hacer que
el o la paciente toque algo sucio y después no se lave las manos. Esta
terapia frecuentemente tiene éxito en pacientes que completan un programa
de terapia de comportamiento, aunque los resultados han sido menos
favorables en algunas personas con TOC y con depresión. Trastorno
postraumático por tensión Fui violada a los 25 años.
Por mucho tiempo hablé de esa violación a un nivel intelectual como si
fuera algo que le hubiera pasado a otras personas. Yo sabía muy bien que
me había pasado a mí, pero sencillamente no existía una sensación. Por
un tiempo me saqué el bulto de encima. Empecé a tener recuerdos
retrospectivos. Me llegaban como un golpe de agua. Estaba aterrorizada.
Repentinamente comencé a revivir la violación. Cada momento era
sobrecogedor. Sentía que mi cabeza se movía un poco, sacudiéndose, pero
eso no era verdad. Me sofocaba o se me secaba la boca y mi respiración
cambiaba. Estaba como suspendida. No sentía el cojín sobre el cual
estaba sentada o que mi brazo estaba tocando un mueble. Parecía estar
dentro de una burbuja como si flotara. Era de dar miedo. Tener recuerdos
retrospectivos puede causar opresión. Lo deja a uno agotado. La violación tuvo lugar una semana antes de Navidad y me
siento como un hombre lobo cerca de esas fechas. El cambio a ansiedad y
miedo es increíble. El trastorno postraumático
por tensión (TPT) es una condición debilitante que sigue a un evento de
terror. Frecuentemente, las personas que sufren de TPT tienen
persistentemente memorias y pensamientos espantosos de su experiencia y se
sienten emocionalmente paralizadas, especialmente hacia personas que antes
estuvieron cerca de ella. El TPT, conocido antes como sobresalto por
proyectil o fatiga de batalla, fue traído a la atención pública por los
veteranos de guerra pero puede ser el resultado de varios otros incidentes
traumáticos. Incluyen rapto, graves accidentes como choques de automóviles
o de trenes, desastres naturales como inundaciones o temblores, ataques
violentos tales como asaltos, violaciones o tortura, o ser plagiado. El
evento que desata este trastorno puede ser algo que amenace la vida de esa
persona o la vida de alguien cercano a ella. O bien, puede ser algo que
vio, como por ejemplo la destrucción en masa después de la caída de un
aeroplano. Cualquiera que sea la razón
del problema, algunas personas con TPT repetidamente vuelven a vivir el
trauma en forma de pesadillas y recuerdos inquietantes durante el día.
Pueden también experimentar problemas de sueño, depresión, sensación
de indiferencia o de entumecimiento o se sobresaltan fácilmente. Pueden
perder el interés en cosas que antes les causaban alegría y les cuesta
trabajo sentir afecto. Es posible que se sientan irritables, más
agresivas que antes o hasta violentas. El ver cosas que les recuerdan el
incidente puede ser molesto, lo que podría hacerles evitar ciertos
lugares o situaciones que les traigan a la mente esas memorias. Los
aniversarios de lo que sucedió frecuentemente son muy difíciles. Sucesos ordinarios pueden
servir de recordatorios del trauma y ocasionar recuerdos inquietantes o imágenes
intrusas. Los aniversarios de lo que sucedió frecuentemente son muy difíciles.
El TPT puede presentarse en
cualquier edad, incluyendo la niñez. El trastorno puede venir acompañado
de depresión, de abuso de substancias químicas o de ansiedad. Los síntomas
pueden ser ligeros o graves; las personas pueden irritarse fácilmente o
tener violentos arranques de cólera o de mal humor. En casos severos, los
afectados pueden tener dificultad para trabajar o para socializar. En
general, los síntomas pueden ser peores si el evento que los ocasiona fue
obra de una persona, como en el caso de violación, a comparación de uno
natural como es una inundación. Los eventos ordinarios pueden
traer el trauma a la mente e iniciar recuerdos retrospectivos o imágenes
intrusas. Un recuerdo retrospectivo puede hacer que la persona pierda
contacto con la realidad y vuelva a vivir el evento durante un período de
unos segundos o por horas o, muy raramente, por días. Una persona que
tiene recuerdos retrospectivos que pueden presentarse en forma de imágenes,
sonidos, olores o sensaciones, generalmente cree que el evento traumático
está volviendo a repetirse. No todas las personas
traumatizadas sufren un verdadero caso de TLT o experimentan TLT en lo
absoluto. Se diagnostica TLT únicamente si los síntomas duran más de un
mes. En aquellas personas que tienen TLT, los síntomas generalmente
comienzan tres meses después del trauma y el curso de la enfermedad varía.
Hay quienes se recuperan dentro de los siguientes 6 meses; a otros, los síntomas
les duran mucho más tiempo. En algunos casos, la condición puede ser crónica.
Ocasionalmente, la enfermedad no se detecta sino hasta varios años después
del evento traumático. Los medicamentos
antidepresivos y los que se recetan para aminorar la ansiedad, pueden
disminuir los síntomas de la depresión y los problemas de sueño; y la
psicoterapia, incluyendo la terapia de comportamiento cognoscitivo, es una
parte integral del tratamiento. En ocasiones el exponerse a lo que el
trauma recuerda, como parte de la terapia, por ejemplo, regresar a la
escena de una violación, puede ayudar. Además, el apoyo de los
familiares y amistades puede agilizar la recuperación. Cómo
recibir ayuda en los casos de trastornos de ansiedad Si usted o alguna persona a
quien usted conoce tiene síntomas de ansiedad, lo mejor que puede hacer
inicialmente es ver al médico familiar. Un médico puede ayudarlo a
determinar si los síntomas son debidos a un trastorno de ansiedad, a
alguna otra condición médica o a ambos. Más frecuentemente, el
siguiente paso para recibir tratamiento en un trastorno de ansiedad es ser
recomendado a un profesional de salud mental. Entre los profesionales que
pueden ayudar están los psiquiatras, los psicólogos, los trabajadores
sociales y los consejeros. Sin embargo, es mejor buscar a un profesional
que tenga entrenamiento especializado en terapia psicoanalítica,
de comportamiento cognoscitivo o en terapia de comportamiento y que esté
dispuesto a usar medicamentos en caso de que sean necesarios. Condiciones
Coexistentes Muchas personas padecen de un
sólo tipo de trastorno de ansiedad y nada más, pero no es raro que un
trastorno de ansiedad venga acompañado de otra enfermedad como por
ejemplo depresión, problemas alimenticios, alcoholismo, abuso de
substancias químicas u otro trastorno de ansiedad. Frecuentemente quienes
padecen de un trastorno de pánico o fobia social, por ejemplo, también
experimentan la intensa tristeza y desaliento asociado con la depresión,
o se hacen adictos al alcohol. En esos casos, estos problemas también
necesitarán atenderse. A veces los psicólogos, los
trabajadores sociales y los consejeros trabajan unidos con un psiquiatra u
otro médico, quien receta los medicamentos cuando éstos se requieren.
Para algunas personas la terapia de grupo o la de grupos de auto-ayuda son
una parte útil del tratamiento. A muchas personas les es más útil una
combinación de estas terapias. Cuando usted busca a un
profesional de cuidado de la salud es importante que pregunte qué tipos
de terapia usa generalmente o si tiene medicamentos disponibles. Es
importante que usted se sienta cómodo con la terapia. De no ser éste el
caso, busque ayuda en otro lado. Sin embargo, si usted ha estado tomando
medicamentos, es importante no cortar abruptamente el uso de algunos de
ellos, sino irlos rebajando bajo la supervisión de su médico. Asegúrese
de preguntar a su médico cómo dejar de tomar un medicamento. Recuerde, sin embargo, que
cuando usted encuentra a un profesional del cuidado de la salud con el
cual se siente satisfecho, ustedes dos están trabajando en equipo. Entre
los dos podrán desarrollar un plan para su tratamiento del trastorno de
ansiedad que pueda involucrar medicamentos, terapia de comportamiento, o
terapia de comportamiento cognoscitivo, que consideren apropiado. Sin
embargo, los tratamientos para trastornos de ansiedad no necesariamente
dan resultado inmediatamente. Su médico o terapeuta puede pedirle que
siga un plan específico de tratamiento por varias semanas para determinar
si le está dando resultado. Bibliografía |
Dr. Félix E. F. Larocca
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