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Temas de neurociencia en el tratamiento psiquiátrico moderno (I)
Dr. Félix E. F. Larocca

En los círculos del conocimiento científico, las etapas finales, específicamente, las últimas dos décadas del siglo XX, desde el punto de vista de la psiquiatría, pueden ser recordadas como “La Era del Neuropsicoanálisis” en reconocimiento a una amalgama de nuevos hallazgos que, confirmando las hipótesis freudianas, conmemorarían la deuda recíproca que existe entre las neurociencias y el psicoanálisis. 

                                      

 

Apropiadamente, y como resultado de este auge en la percepción de las aplicaciones al entendimiento y cura de los trastornos psiquiátricos, una avalancha de libros, artículos y de revistas científicas han aparecido, bajo la autoría de los intelectuales más destacados procedentes de entre un número de las disciplinas más variadas; pero que, en común, todas profesan un cometido al estudio y la aplicación de las neurociencias.  

Notando que poco se ha escrito para informar al gran público de estos avances de interés particular para el mismo, este y los artículos que seguirán se proponen como una introducción a las ciencias del cerebro en sus aplicaciones al desarrollo emocional del ser humano y de como estos conocimientos se adaptan a las técnicas de la psicoterapia psicoanalítica modernas.

En el principio, era Freud…

Todo lo que hoy consideramos de interés para nuestras lucubraciones, tuvo su nacimiento en el famoso “Proyecto” que el Padre del Psicoanálisis concibiera, en medio de una tormenta emocional, para introducirnos a la noción de que el campo de la psicopatología necesitaba afianzarse en las ciencias neurológicas de entonces (porque, antes de ser psiquiatra, Freud se entrenó como el neurólogo que por la duración de sui vida sería). El Proyecto, como contribución, por muchos años languideció careciendo de valor, debido a que las técnicas para el estudio del cerebro durante el período en que se publicara eran totalmente rudimentarias y poco sofisticadas. Mucho tiempo transcurrió antes de que los avances confirmatorios de las ideas de Freud nos alcanzaran durante las últimas etapas del siglo pasado con el advenimiento de las técnicas de resonancias magnéticas, los descubrimientos de las localizaciones cerebrales y las técnicas de emisión de positrones.

La nueva Psicología Científica y el renacimiento del ego (self) 

Cuando éramos neófitos en las ciencias de la mente nosotros, como tantos lo hicieran, nos formamos y nos nutriríamos profesionalmente dentro de los parámetros que nos suministraron el rigor científico de la Escuela de Washington University en Saint Louis y del Institute for the Psychoanalysis en Chicago. Crecimos montando el corcel del conocimiento, como si fuéramos a horcajadas, cabalgando como jinetes en tándem entre la psiquiatría “orgánica” y la puramente “psicodinámica”, porque entre ambas tendencias no existía entonces área de proximidad o aun de diálogo que no fuera hostil. Situación que en sí negaría por mucho tiempo, como todavía, para tantos lo hace, el hecho indisputable que el cerebro es el órgano de la mente. 

El cerebro como órgano, es desde donde se originan la mente y sus estados complementarios. Este es el axioma que define la neurociencia. 

Un caso fortuito 

Desde que Hanna Damasio describiera en detalle el caso de Phineas P. Gage (véanse mis artículos al respecto) un cambio paradigmático ocurriría que transformaría en su esencia y alcance todo el campo científicos de la neurociencia en su totalidad y del neuropsicoanálisis en sus principios y metodologías.

El caso de Phineas P. Gage se transcribe en este espacio como fuese publicada en una revista que en tiempos pasados dirigiera

Historia clínica: el caso de P. P. Gage

Dr. Félix E. F.  Larocca

El 13 de septiembre del año 1848, Phineas P. Gage, un capataz de construcción en Vermont sufrió un accidente cuando una explosión prematura de una carga de dinamita le disparó a través de las partes anteriores de la cara, del cráneo y del cerebro una varilla de metal cuyas dimensiones eran: 3 cm. de ancho X 109 cm. de longitud. 

                    

A pesar de sus heridas, Gage vivió hasta el año 1861.

Habiendo sobrevivido esas lesiones tan dramáticas, los médicos de ese entonces pensaron que Gage se había recuperado totalmente. Sin embargo algunas cosas comenzaron a surgir que parecían  muy extrañas después  del accidente. El comportamiento social de un hombre que, de otrora siempre fuera persona proba y moderada, había cambiado totalmente. Antes del trauma Gage era un personaje muy respetado por todos quienes a él le conocían. Era considerado inteligente, formal, honesto y bien adaptado. Una situación que cambiaría a medida que su convalecencia progresaba. Todos reparaban en el hecho sorprendente de que a pesar de que su intelecto estaba intacto y de que no demostraba limitaciones mentales ningunas; paulatinamente Gage se había vuelto un ser irreverente, caprichoso, inconsciente de las convenciones sociales y con una tendencia pasmosa al uso excesivo de las palabras profanas. Así también cesó de cumplir sus obligaciones, tanto económicas cuanto sociales. Ello, últimamente terminó costándole su empleo.

En las palabras de sus amigos más cercanos "Gage ya no es Gage".

Cuando este hombre murió, lo hizo ya desahuciado y como una carga a amigos y a  parientes quiénes terminaron siendo forzados a  ocuparse de él.

Como no se hizo una autopsia para establecer las localizaciones anatómicas de la áreas destruidas por el proyectil, en su trayectoria, este caso continuó siendo por muchos años otra más de esas historias clínicas que serían reto a las facultades discernientes y especulativas de los neurólogos dedicados a la investigación científica.

Recientemente, un grupo de investigadores de la distinguida Iowa State University en Iowa City; utilizando métodos de calibraciones modernísimos y sometiendo a pruebas de laboratorios el cráneo de Gage,  concluyeron que las lesiones que les cambiaran el perfil emotivo a este infortunado hombre fueron localizadas en ambas de las dos cortezas prefrontales (derecha e izquierda) que confirmarían la producción de un defecto post-traumático  que involucraban regiones del encéfalo en zonas donde los procesos de decisiones racionales y la distribución de las respuestas sociales y emotivas, normalmente, residen.

Epílogo

Este estudio representa un caso cuyo análisis nos ayuda a entender mejor algunos aspectos de las respuestas emocionales y cognitivas del ser humano. A la sazón, sabemos que, a menudo, cuando una persona sufre un accidente cerebro vascular y su "personalidad cambia" la causa de ese fenómeno puede que sea una lesión cerebral, de localización prefrontal similar a la que P. P. Gage sufriera.

Casa de Campo

9 de junio, 1994

Referencia

Hanna Damasio, Thomas Grabowski, Randall Frank, Albert M. Galaburda, Antonio R. Damasio:

The Return of Phineas Gage: Clues About the Brain from the Skull of a Famous Patient

Science Vol. 264. 20 May 1994. pp. 1102-05.

Por supuesto que mucho más se ha escrito acerca de este caso en tiempos recientes. Caso, que, con otros similares reportados en otros países, han transformado el rol de las neurociencias y sus contribuciones a las funciones y entendimientos del encéfalo.

La psicoterapia de la neurociencia

En estudios detallados de ambas disciplinas, la de las funciones y localizaciones cerebrales, también conocida como la neurociencia y las del desarrollo normal del ser humano, se destaca una tercera disciplina como posibilidad insospechada e inédita , esta siendo la modificación directa y epigenética del cerebro mediada por la acción continua y sostenida de la terapia racional y emotiva del psicoanálisis.

Los artículos que seguirán como secuela de esta introducción llenarán la función de completar nuestros objetivos para esta serie.

En resumen

El autor de este artículo reconoce la parvedad de información fidedigna disponible al público en una era de progresos y de avances meteóricos ocurriendo a todos los niveles de la exploración del cerebro y de sus funciones.

Muchos nuevos estudios siguen apareciendo que soportan nuevas vistas y entendimientos en procesos tan enigmáticos como relevantes. El estudio biopsicológico de la sociopatía, del narcisismo, de las adicciones y del envejecimiento de las Monjas de Mankato, entre otros. Estudios que ocupan lugares ocultos o recónditos en los reportajes que nos llegan cotidianamente.

Como siempre hemos deseado, queremos evitar consignarnos a que la nuestra sea disciplina meramente “contemplativa” (en las palabras de Elkhonon Goldberg) para continuar siendo disciplina didáctica al servicio de la educación del público en general.

Referencias:

Goldberg, E: Contemporary Neuropsychology and the Legacy of Luria (1990) Lawrence Erlbaum 1990

Goldberg, E: The Executive Brain: Frontal Lobes and the Civilized Mind (2002) Oxford University Press

Goldberg, E: The Wisdom Paradox: How Your Mind Can Grow Stronger As Your Brain Grows Older (2005) Penguin NY

Kandel E. R: In Search of Memory: The Emergence of a New Science of the Mind (2006) W. W. Norton

Larocca, F. E. F: El Caso de Gage, sito en el texto.

Dr. Félix E. F. Larocca

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