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El Síndrome de la Deficiencia de la Recompensa (Reward Defficiency Syndrome) y la depresión infantil

Dr. Félix E. F. Larocca

En 1990 se publicó un artículo sugiriendo que una anomalía genética presente en algunas personas era responsable por el alcoholismo. Desafortunadamente al mismo tiempo, fue manifestado erróneamente, que, con ese hallazgo, se había localizado el “gen del alcoholismo,” sugiriendo, por primera vez, que existe una relación entre un gen y un comportamiento es­pecífico. Tales interpretaciones son ahora comunes. Por ejemplo algunos lectores de mis columnas pueden recordar historias de la “existencia” de un “gen de la obesidad,” o de un “gen de la personalidad”, o de la homosexualidad o, aun de un gen de Dios. Para nuestros fines, resultaría superfluo repetir, que no existe un gen específico para el alcoho­lismo, la obesidad o un tipo particular de personalidad. Sin embargo, sería igualmente simplista afirmar lo contrario: que todos aspectos del comportamiento humano no están asociados a nuestros programas genéticos. La posición ac­tual es tratar de entender cómo ciertos genes y rasgos específicos de la conducta están conectados. (Recomendamos: Serendipia revisitada, El Determinismo Cósmico, Función Gonadal y los Efectos Extraños de las Endorfinas. Todos artículos míos disponibles en monografías.com).

 
En el curso de investigaciones recientes se ha establecido que la anomalía genética encontrada previamente asociada al alcoholismo también se encuentra relacionada con otros desórdenes adictivos, obligatorios o compulsivos. Resultando en una lista que es tan larga como vasta, y que abarca entre los mismos el alcoholismo, el abuso de las drogas, el tabaquismo, el comer en exceso con la obesidad consecuente, el desorden deficitario de la atención, el síndrome de Tourette y la ludopatía.

Creemos que estos desórdenes están relacionados por medio de un substrato biológico común, un sistema integrado o “hard-wired” en el cerebro que proporciona placer como recompensa durante ciertas conductas. Pensemos de cómo la gente responde positivamente a la seguridad, al afecto recibido, o a un estómago satisfecho. Pero si, por el contrario, se confrontan ciertos peligros, o si necesidades básicas no se han satisfecho --- los resultantes son sentimientos de inquietud, angustia o ansiedad. Se ha postulado que estas respuestas, en sus mecanismos, son mediadas por organizaciones cerebrales que pueden aliviar las emociones negativas a través de sus acciones.
 

Este desequilibrio químico, cuando existe, se manifiesta como unos o más de los desórdenes del comportamiento para los cuales se ha acuñado el término “el síndrome de la deficiencia de la recompensa”.

Este síndrome entraña una forma de privación sensorial de los mecanismos del placer del cerebro. Puede ser expresado en formas relativamente moderadas o severas; que siguen como consecuencia de la inhabilidad bioquímica de un individuo de obtener la recompensa de actividades ordinarias.
 

La biología de la recompensa

El sistema del placer y de la recompensa en el cerebro humano fue descubierto por serendipia en 1954. El neuropsicólogo norteamericano James Olds estudiaba la estimulación de ciertas áreas en el cerebro de ratas, cuando colocó accidentalmente electrodos en una parte del sistema límbico, específicamente en un grupo de estructuras situadas profundamente en el cerebro que están involucradas con el procesamiento de ciertas reacciones emocionales.  Los resultados fueron asombrosos, ya que las ratas, estimuladas de modo placentero, buscaban las descargas eléctricas continuamente, presionando la palanca que las producía, hasta cinco mil veces consecutivas. (Véase: Olds, M. E., and J. Olds. 1969. Effects of lesions in medical forebrain bundle on self-stimulation behavior. American Journal of Physiology 217:1253-1264.).

 

                                


La investigación subsiguiente con sujetos humanos reveló que el estímulo eléctrico de algunas áreas del cerebro (el hipotálamo intermedio) producía una sensación de excitación sexual de índole orgásmica. Estos y otros experimentos posteriores establecieron que el placer es una función neurológica específica que se asocia a un sistema complejo de estimulación y gratificación.

Los mecanismos neurales para la producción de estas respuestas son complicados, pero han sido establecidos y sabemos que actúan en la producción y mantenimiento de síndromes específicos de inhibición, desinhibición y placer. 

El conocimiento derivado de estos experimentos pone en duda la eficacia de métodos de tratamiento para las dependencias, las adicciones, los síndromes de la deficiencia de la atención (ADDH), del autismo, Asperger, el TOC y aun de las neurosis sin que se aprecie y asimismo se aplique en su totalidad, el control de los mecanismos aludidos. 

En otras palabras que nuestros lectores deben de considerar que meramente recitar o seguir pasos o lecturas prescritas por sus, llamados “terapeutas” o “consejeros” nunca les servirán para algún día; salir del vivir en un estado de “recuperación constante” --- al estado final --- que constituye el logro de una cura total. (Véanse mis artículos al respecto acerca de las disorexias en monografías.com). 

                                      

Aplicaciones del concepto

Cuando la neurociencia estaba aun en pañales, durante mis años de aprendizaje científico, los trabajos importantísimos de Winokur, Clonninger, Gooodwin, y de los muchos cerebros organicistas de la escuela de psiquiatría de Washington University en Saint Louis, habían adelantado el estado de nuestros conocimientos encauzándonos en la dirección en que hoy nos dirigimos con la certeza de haber completado el Círculo proyectado por Freud. Su sueño realizado de la institución de una psicología científica. Ciencia ésta que está basada en la medicina, afincada en las disciplinas genéticas y neurológicas, con bases neuroanatómicas --- todo con los fines de lograr el entendimiento del desarrollo emocional --- aplicándolas al esclarecimiento de la génesis de las enfermedades emocionales, y últimamente, lograr la delineación del concepto elusivo de lo que constituye la conciencia. (Véase: The Feeling of What Happens por A. Damasio).

Tomemos aquí un caso ilustrativo

Paola nació dentro de una situación desesperada. Sus padres habían sido evacuados de una de las peores inundaciones que el desbordamiento del Mississippi asestara a los estados por donde surca este poderoso y majestuoso fluvial.

Cuando apenas llegaran al centro de rescates, un error de cálculos por parte del Cuerpo de Ingenieros Militares, no previno la ruptura de los diques que, de emergencia se erigieran apresuradamente; resultando en la pérdida de muchas vidas, entre éstas las de los padres y dos hermanos de Paola.

                               

Ella se salvó por milagro --- lo que no sería tanta fortuna, ya que nadie la deseaba acoger por ser mezcla de indio americano y mujer caucásica. (Véase mi artículo: La Neurociencia y los Prejuicios).

Su odisea personal tuvo su comienzo a los dos años de edad, cuando transfiriera a un orfanato de ministros canadienses, quienes la acogieron como hija propia y que, más tarde la adoptarían.

Obedeciendo a lo que los nobles misioneros creyeran, le dieron el nombre de Sundance, en reconocimiento al hecho de que siempre estaba en movimiento constante, no obedecía a límites y actuaba dislocada --- y porque además era amerindia de origen.

Los exámenes neurológicos y psicológicos eran inconcluyentes --- finalmente se aceptaría la sugestión de una maestra de que se le diera metilfenidato (o Ritalina) para lo que fuera esencialmente un trastorno de regulación de naturaleza masiva.

Paola, cambió su nombre abandonado el de Sundance para siempre.

Nos conocimos cuando nos fuera presentada durante una visita que hiciéramos al departamento de psiquiatría infantil de Iowa State University por el Profesor Mark A. Stewart.

Paola, se había desacelerado y tornado plácida. Lo que se había descontrolado era su peso.

De estatura promedio, para los 13 años; pesaba casi trescientas libras, lo que --- siendo de inteligencia normal --- la hiciera infeliz.  

                                  

De importancia, para asistir al diagnóstico fueron algunos datos adicionales:

· Paola se mecía en vaivén por una o más horas para lograr dormir

· Cuando dormía se orinaba en la cama. Hábito que nadie lograría alterar, ni aún con el uso de un artefacto eléctrico diseñado para los fines

· Se mordía las uñas y se chupaba el dedo

· Se tiraba los pelos del cuero cabelludo y de las cejas --- los que a veces, tragara

· Se rascaba los brazos sin que nada le picara. “Por hacer algo”, decía

· Lloraba con gran facilidad y sin mucha provocación

·  Se distraía con facilidad

· Olvidaba todo con mucha frecuencia

· Sacaba malas notas a pesar de ser dotada con inteligencia proporcionada

· Se consideraba fea

· Muchas veces le comunicaba a sus padres adoptivos que la dejaran morir, o que debió de haber muerto en la inundación fatídica que le arrebatara sus padres naturales (Véase mi ponencia: Estrés y los Trastornos del Comer).

· Consumía muchos dulces, especialmente chocolate, los que la hicieran sentir “bien”

Sólo basta con leer mi ponencia Depression in Children the Proteus of Psychiatry para diagnosticar a esta niña como adolescente deprimida.

Pero había más que no se podía ignorar:

· Los tramas que complicaran su vida incipiente

· Sus déficits en el aprendizaje de la modulación afectiva, como resultado de falta de estimulación materna en períodos cruciales del desarrollo temprano (Véanse mis ponencias al respecto en monografías.com).

· La necesidad imperiosa por la auto-estimulación para sosegar sus ansiedades

· El uso de la anandamida contenida en el chocolate para lograr un efecto de índole psicotrópico (Véanse mis lecciones: Love and the Brain y Chocolate and Marijuana o los trabajos de Daniele Piomelli al respecto).

Paola se escogió paciente de enseñanza en la clínica universitaria, lo que permitiera ser asignada a una psiquiatra en entrenamiento que, por razones propias, se ofreció a ser su terapeuta.  

                                          

El “plan de ataque” consistió en lo siguiente:

· Psicoterapia intensiva para ella y adicional para los padres

· Uso de un anti-depresivo de eficacia conocida para la enuresis

· Cambiar su dieta por nuestro Plan (descrito en otras lecciones)

Los resultados serían muy gratificantes, en todos respectos y particulares, de lo yo que atestiguara en persona, cuando nos viéramos de nuevo el año siguiente.

Como corolario decimos:

Que quienes hoy aprenden la psicología y la psiquiatría en sus principios arcaicos, sin adaptar los modernos. Pasarán a la historia como pasara el látigo para el quitrín.

Bibliografía

Se suministra por solicitud.

Dr. Félix E. F. Larocca

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