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El
Síndrome de la Deficiencia de la Recompensa (Reward
Defficiency Syndrome) y la
depresión infantil Dr. Félix E. F. Larocca |
En 1990 se publicó un artículo sugiriendo que una anomalía genética presente en algunas personas era responsable por el alcoholismo. Desafortunadamente al mismo tiempo, fue manifestado erróneamente, que, con ese hallazgo, se había localizado el “gen del alcoholismo,” sugiriendo, por primera vez, que existe una relación entre un gen y un comportamiento específico. Tales interpretaciones son ahora comunes. Por ejemplo algunos lectores de mis columnas pueden recordar historias de la “existencia” de un “gen de la obesidad,” o de un “gen de la personalidad”, o de la homosexualidad o, aun de un gen de Dios. Para nuestros fines, resultaría superfluo repetir, que no existe un gen específico para el alcoholismo, la obesidad o un tipo particular de personalidad. Sin embargo, sería igualmente simplista afirmar lo contrario: que todos aspectos del comportamiento humano no están asociados a nuestros programas genéticos. La posición actual es tratar de entender cómo ciertos genes y rasgos específicos de la conducta están conectados. (Recomendamos: Serendipia revisitada, El Determinismo Cósmico, Función Gonadal y los Efectos Extraños de las Endorfinas. Todos artículos míos disponibles en monografías.com).
Este
desequilibrio químico, cuando existe, se manifiesta como unos o más de
los desórdenes del comportamiento para los cuales se ha acuñado el término
“el síndrome de la deficiencia de la recompensa”. La biología de la recompensa El
sistema del placer y de la recompensa en el cerebro humano fue descubierto
por serendipia en 1954. El neuropsicólogo norteamericano James Olds
estudiaba la estimulación de ciertas áreas en el cerebro de ratas,
cuando colocó accidentalmente electrodos en una parte del sistema límbico,
específicamente en un grupo de estructuras situadas profundamente en el
cerebro que están involucradas con el procesamiento de ciertas reacciones
emocionales. Los resultados fueron asombrosos, ya que las ratas,
estimuladas de modo placentero, buscaban las descargas eléctricas
continuamente, presionando la palanca que las producía, hasta cinco mil
veces consecutivas. (Véase: Olds, M. E., and J. Olds. 1969. Effects
of lesions in medical forebrain bundle on
self-stimulation behavior. American Journal of Physiology
217:1253-1264.).
El
conocimiento derivado de estos experimentos pone en duda la eficacia de métodos
de tratamiento para las dependencias, las adicciones, los síndromes de la
deficiencia de la atención (ADDH),
del autismo, Asperger, el TOC y aun de las neurosis sin que se aprecie y
asimismo se aplique en su totalidad, el control de los mecanismos
aludidos. En
otras palabras que nuestros lectores deben de considerar que meramente
recitar o seguir pasos o lecturas prescritas por sus, llamados
“terapeutas” o “consejeros” nunca les servirán para algún día;
salir del vivir en un estado de “recuperación constante” --- al
estado final --- que constituye el logro de una cura total. (Véanse mis
artículos al respecto acerca de las disorexias en monografías.com).
Aplicaciones
del concepto Cuando
la neurociencia estaba aun en pañales, durante mis años de aprendizaje
científico, los trabajos importantísimos de Winokur, Clonninger,
Gooodwin, y de los muchos cerebros organicistas de la escuela de psiquiatría
de Washington University en Saint Louis, habían adelantado el estado
de nuestros conocimientos encauzándonos en la dirección en que hoy nos
dirigimos con la certeza de haber completado el Círculo proyectado por
Freud. Su sueño realizado de la institución de una psicología científica.
Ciencia ésta que está basada en la medicina, afincada en las disciplinas
genéticas y neurológicas, con bases neuroanatómicas --- todo con los
fines de lograr el entendimiento del desarrollo emocional --- aplicándolas
al esclarecimiento de la génesis de las enfermedades emocionales, y últimamente,
lograr la delineación del concepto elusivo de lo que constituye la
conciencia. (Véase: The Feeling
of What Happens por A. Damasio). Tomemos
aquí un caso ilustrativo Paola nació dentro de una situación desesperada. Sus padres habían sido evacuados de una de las peores inundaciones que el desbordamiento del Mississippi asestara a los estados por donde surca este poderoso y majestuoso fluvial. Cuando apenas llegaran al centro de rescates, un error de cálculos por parte del Cuerpo de Ingenieros Militares, no previno la ruptura de los diques que, de emergencia se erigieran apresuradamente; resultando en la pérdida de muchas vidas, entre éstas las de los padres y dos hermanos de Paola.
Ella
se salvó por milagro --- lo que no sería tanta fortuna, ya que nadie la
deseaba acoger por ser mezcla de indio americano y mujer caucásica. (Véase
mi artículo: La Neurociencia y los Prejuicios). Su
odisea personal tuvo su comienzo a los dos años de edad, cuando
transfiriera a un orfanato de ministros canadienses, quienes la acogieron
como hija propia y que, más tarde la adoptarían. Obedeciendo
a lo que los nobles misioneros creyeran, le dieron el nombre de Sundance,
en reconocimiento al hecho de que siempre estaba en movimiento constante,
no obedecía a límites y actuaba dislocada --- y porque además era
amerindia de origen. Los exámenes neurológicos y psicológicos eran inconcluyentes --- finalmente se aceptaría la sugestión de una maestra de que se le diera metilfenidato (o Ritalina) para lo que fuera esencialmente un trastorno de regulación de naturaleza masiva. Paola,
cambió su nombre abandonado el de Sundance
para siempre. Nos
conocimos cuando nos fuera presentada durante una visita que hiciéramos
al departamento de psiquiatría infantil de Iowa
State University por el Profesor Mark A. Stewart. Paola,
se había desacelerado y tornado plácida. Lo que se había descontrolado
era su peso. De
estatura promedio, para los 13 años; pesaba casi trescientas libras, lo
que --- siendo de inteligencia normal --- la hiciera infeliz.
De
importancia, para asistir al diagnóstico fueron algunos datos
adicionales: ·
Paola se mecía en vaivén por una
o más horas para lograr dormir ·
Cuando dormía se orinaba en la
cama. Hábito que nadie lograría alterar, ni aún con el uso de un
artefacto eléctrico diseñado para los fines ·
Se mordía las uñas y se chupaba
el dedo ·
Se tiraba los pelos del cuero
cabelludo y de las cejas --- los que a veces, tragara ·
Se rascaba los brazos sin que nada
le picara. “Por hacer algo”, decía ·
Lloraba con gran facilidad y sin
mucha provocación ·
Se distraía con facilidad ·
Olvidaba todo con mucha frecuencia ·
Sacaba malas notas a pesar de ser
dotada con inteligencia proporcionada ·
Se consideraba fea ·
Muchas veces le comunicaba a sus
padres adoptivos que la dejaran morir, o que debió de haber muerto en la
inundación fatídica que le arrebatara sus padres naturales (Véase mi
ponencia: Estrés y los Trastornos del Comer). ·
Consumía muchos dulces,
especialmente chocolate, los que la hicieran sentir “bien” Sólo
basta con leer mi ponencia Depression
in Children the Proteus of Psychiatry para diagnosticar a esta niña
como adolescente deprimida. Pero
había más que no se podía ignorar: ·
Los tramas que complicaran su vida
incipiente ·
Sus déficits en el aprendizaje de
la modulación afectiva, como resultado de falta de estimulación materna
en períodos cruciales del desarrollo temprano (Véanse mis ponencias al
respecto en monografías.com). ·
La necesidad imperiosa por la
auto-estimulación para sosegar sus ansiedades ·
El uso de la anandamida contenida
en el chocolate para lograr un efecto de índole psicotrópico (Véanse
mis lecciones: Love and the Brain
y Chocolate and Marijuana o los trabajos de Daniele Piomelli al
respecto). Paola
se escogió paciente de enseñanza en la clínica universitaria, lo que
permitiera ser asignada a una psiquiatra en entrenamiento que, por razones
propias, se ofreció a ser su terapeuta.
El
“plan de ataque” consistió en lo siguiente: ·
Psicoterapia intensiva para ella y
adicional para los padres ·
Uso de un anti-depresivo de
eficacia conocida para la enuresis ·
Cambiar su dieta por nuestro Plan
(descrito en otras lecciones) Los
resultados serían muy gratificantes, en todos respectos y particulares,
de lo yo que atestiguara en persona, cuando nos viéramos de nuevo el año
siguiente. Como
corolario decimos: Que
quienes hoy aprenden la psicología y la psiquiatría en sus principios
arcaicos, sin adaptar los modernos. Pasarán a la historia como pasara el
látigo para el quitrín. Bibliografía
Se suministra por solicitud. |
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