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Las cirugías plásticas: 
Belleza enlatada para aliviar nuestras faltas repudiadas
Dr. Félix E. F. Larocca

Si Freud creyó hasta su muerte en la necesidad de lograr el desarrollo de una psicología científica, sus seguidores, por sus acciones se empecinarían, por tiempo largo en ignorarlo.

 

                   

Jean-Martin Charcot, Blanche Wittman y Joseph Babinski (Véase mi artículo: Celebrando la Naturaleza, Celebrando la Mujer… en monografías.com)

Ellos preferirían la psicología como religión y fe.

Para asegurarse de que la teoría freudiana clásica dominaría el ámbito de la psiquiatría, el control de la disciplina se mantuvo, al menos en los Estados Unidos, en manos psicoanalistas. No siendo hasta los años sesentas cuando paulatinamente los jefes de los departamentos de psiquiatrías norteamericanos comenzarían a cesar siendo freudianos por persuasión y entrenamiento.

La escuela de psiquiatría de Washington University encabezada por Ed Gildea, seguido por Eli Robins, señaló el comienzo de una tendencia nunca antes vista en los campos de la psiquiatría científica y de la psicología médica: El de la psiquiatría organicista; cuyo nacimiento ocurriera dentro del famoso, Espíritu de Saint Louis.

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            Washington University Escuela de Medicina frente al Forest Park en Saint Louis

Uno de los más destacados de sus miembros fue Sam Guze, quien acompañado por John Feighner y sus asociados, establecería lo que se llegaría a conocer como Feighner’s Criteria, el que inspirara el nacimiento del DSM en sus formas presentes --- ambas como esquema de facilitar la remuneración a los psiquiatras por sus servicios por compañías de seguros, y asimismo para establecer un instrumento que hiciera el proceso de investigación más fiable --- si nada más, por su estabilidad replicable en el diagnóstico. (Véase: Feighner JP, Robins E, Guze SB, Woodruff RA, Winokur G, Muñoz R (1972) Diagnostic criteria for use in psychiatric research. Archives of General Psychiatry. 26: 57-63).

Pero, en sus esfuerzos, lo que Guze soñara: la incorporación de los preceptos médicos como parte de una ciencia psiquiatra científica, no sucedió durante su vida, como tampoco sucediera en la de Freud. Y el deseo de que el Síndrome de Briquet sustituyera al término tradicional para definir la histeria, permanecería sin realizar --- quizás sería mejor que así fuera.

                            

                                                         The Spirit of St. Louis

Pocos actualmente conocen lo que define el Síndrome de Briquet.

Síndrome de Briquet

Es un desorden de la personalidad en el que el paciente se queja de múltiples padecimientos sin que se observen evidencias de las mismas y que le transportan a una situación de semi-invalidez solicitando una atención médica constante. En los hombres puede acompañarse de alcoholismo y actos delictivos. En las mujeres se encuentra una alta incidencia de poli cirugía. Otros desórdenes asociados incluyen ansiedad, depresión, comportamiento antisocial, problemas laborales o matrimoniales y alucinaciones. Es mucho más frecuente en las mujeres y suele estar relacionado (aunque no siempre) con una disfunción sexual.

                                        

La poli cirugía y la belleza enlatada

Una paciente llama para consultar lo siguiente:

¿Dónde me dirijo para arreglar mi cara, para gustar más a mi novio?

Belleza al por mayor y al detalle…

La cirugía estética como residuo sintético del paleolítico, para librar la guerra contra el envejecimiento y mejorar la autoestima.

                                                  

Una de los fenómenos más extraordinarios en la psiquiatría moderna norteamericana, ha sido, que desde que Robert Spitzer, y su grupo de trabajo, asumieran la reformación del DSM-III --- la inclusión, como asimismo la exclusión de categorías diagnósticas, ha lindado en lo que delimita lo sublime de lo ridículo.

En el DSM-IV, la homosexualidad, de antes controversia estridente, se ha abandonado por razones políticas; mientras que la obesidad se excluye. Mientras que a la vez se favorecen la incorporación de trastornos (¿psiquiátricos?) relacionados al uso de la cafeína y del tabaco.

Y, ¿por qué no de los fast food y del azúcar?

¡Válganos Dios!

Pero, Guze, no ha muerto. Discretamente, el cirujano plástico o “estético”, motivado por el lucro y aguijonado por los sentimientos de inferioridad de tantos seres humanos de ambos sexos ha satisfecho su anhelo.

Aquí se define y se le asigna su propia numeración a otra entidad diagnóstica de dudosa validez:

       Trastorno dismórfico corporal (DSM-IV-TR 300.7)

El trastorno dismórfico corporal se caracteriza:

A. Por la preocupación por un defecto de la apariencia física que, o bien es imaginado; o en caso de realmente existir una cierta anomalía, la preocupación es claramente excesiva.

B. La preocupación causa angustia y dificultades en áreas del funcionamiento social, ocupacional o en otros aspectos importantes del comportamiento.  

C. La preocupación no se puede explicar por la presencia de otro trastorno emocional (como ejemplo: la insatisfacción con la forma del cuerpo y tamaño en la Anorexia Nervosa).

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Su fenomenología amerita ser examinada en detalle

La dismorfofobia es un trastorno mental que genera una imagen distorsionada del propio cuerpo. Se les diagnostica a aquellas personas que son extremadamente críticas de su físico o imagen corporal, a pesar del hecho de no tener un defecto o deformación que lo justifique. Los que padecen de dismorfofobia frecuentemente evitan el contacto social e incluso mirarse en el espejo por miedo a ser rechazados por su fealdad.

Las principales obsesiones son con la piel, cara, genitales, arrugas, dientes, pecho, nalgas, cicatrices, asimetría facial, vello facial, labios, nariz. Los hombres se preocupan generalmente de los genitales, mientras que las mujeres suelen preocuparse más con aspectos de su cara, pelo y busto.

Esta preocupación causa un deterioro significativo en la vida cotidiana de quien sufre el trastorno, como por ejemplo, su funcionamiento en el trabajo, estudio, relaciones y otras áreas de su vida. A veces incluye el evitar aparecer en público e incluso ir a trabajar; o comportamiento como salir de casa sólo de noche para no ser vistos o no salir en absoluto, llegando al aislamiento social. En casos extremos puede haber intentos de suicidio.

Algunos rasgos de personalidad asociados son inseguridad, sensibilidad extrema, rasgos obsesivos, ansiosos, narcisistas, o hipocondriacos.

                              

Ahora, los logros de la cirugía plástica

Quien haya vivido en Santiago en los años del 1955 recordarán con afición cuando un joven y agresivo oftalmólogo, exhibió en las vitrinas de casi todas las farmacias del pueblo fotos de mujeres bizcas; antes y después de que sus músculos oculares fueran re alineados quirúrgicamente. Como asistente al cirujano, yo pude ser testigo del impacto benéfico que el procedimiento significara para quienes lo experimentaran.

Mujeres que de antes fueran tímidas se convertirían en mujeres que campeaban su belleza con orgullo y sin temor.

En esos casos, como el sostener una simple herida, el impacto beneficial al ego sería inmenso. Mientras que el impacto negativo en el cerebro sería, probablemente, pequeño.

La neurociencia y las cirugías cosméticas

Es obvio que desde el comienzo de la realización de los atributos que llamamos estéticos y artísticos, los seres humanos han expresado una afición insólita por todo lo que les transforme su apariencia transmutándolos en algo más aceptable para otros y para sí mismos.

También es evidente que en todo momento, nuestros semejantes han resistido la inevitabilidad del envejecimiento y la inefabilidad de la muerte.

                                     

Para confrontar nuestras debilidades y las precariedades de nuestras existencias, hemos creado tantas defensas que, para muchos incluyen, la de la creencia en una deidad hacia la cual dirigirnos para comenzar una vida eterna --- prolongación de ésta --- la cual profesamos ser temporal. (Véase mi ponencia: La Teología de la Relatividad en Psikis y en monografías.com).

Muchos investigadores nos instilan la creencia de que existe en nuestro cerebro un gen de dios. Mientras que otros, de similar prestigio, nos tratan de persuadir de la inexistencia y futilidad de la deidad como dogma. (Véanse mis ponencias al respecto).

Lo cierto es que aunque Dios haya muerto, según Nietzsche --- que de acuerdo al número de quienes en su existencia dependen --- Dios está muy, pero muy vivo. (Véase: The Word of Nietzsche: 'God Is Dead', por J. Young).

Quizás Dios vive porque reside, como función, en circuitos reverberantes cerebrales.

La estabilidad dinámica de la imagen corporal

La imagen corporal es un tema crucial que quienes estén interesados en la fenomenología de las disorexias, del autoestima y del equilibrio emocional debieran de ser suficientemente versados, porque puede afectarnos de modos insospechados.

Durante la progresión de nuestro desarrollo y a medida que las metamorfosis variadas que nos caracterizan tienen su lugar. En nuestro cerebro se configuran los perímetros que establecen nuestra imagen constante emocional y neural.

                                        

Nuestras neuronas y sus dendritas se entrelazan, como en esa mano ficticia, para transmitir las posiciones arraigadas y firmes de nuestros componentes psicosomáticos.

Un día, llegamos a alcanzar esa etapa del desarrollo psicosexual que nos faculta a pensar lo siguiente:

· Que somos de un género específico, varón o hembra

· Que gozamos de una apariencia armoniosa y de fisonomía atractiva

· Que somos razonablemente inteligentes

· Que podemos aspirar a las cosas que, de la vida, esperamos

· Que tenemos una autoestima bien adaptada y,

· Que somos omnipotentes, omniscientes e inmortales.

Los últimos tres, son atributos fantaseados que operan como defensas inconscientes, para no nos aterre el simple acto de vivir nuestras vidas. (Véanse: Faith and Delusion in Psychotherapy: The Ur Defenses of Man por J. Masserman y mi ponencia Nuestras Percepciones en monografías.com).

Entonces nos preocupamos de que el tiempo nos esté pasando, de que nuestras dietas no han superado nuestra gordura tenaz y de que las arrugas nos hacen lucir verdaderamente viejos… Palabra nefasta y repugnante.

Llega el día para el aumento o la reducción del seno, la modificación de la córnea, el enderezo del entuerto que nuestra nariz deformada nos proporciona, la liposucción, la mesoterapia, el estiramiento facial, la cirugía gastroplástica y la infibulación o clitoridectomía, dependiendo en qué parte de nuestro planeta se vive.

Como bien recordarán quienes hayan leído mis artículos acerca de los trastornos de la imagen corporal en monografías.com, y como asimismo podrán recordar quienes hayan leído aquéllos otros artículos donde enseño de cómo por intermedio de la función hipotalámica, el cuerpo defiende la grasa acumulada; entenderán que cualquier operación que elimine adiposidad del cuerpo de modo arbitrario, como tantas hacen. Y que todo procedimiento que afecte el esquema corporal, que reside en el cerebro, a todos niveles, estará destinado a fallar.

                               

                                             Sí, pero no por mucho tiempo…

Por ello todas esas técnicas, por tantas mujeres sufridas o toleradas, no suministran la felicidad esperada, por el lapso anhelado.

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

Dr. Félix E. F. Larocca

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