Prólogo del libro "Así pernoctarás"

Con la singularidad de no tener padre, aunque se insista, se repique, en Vallejo, William Katzer, desde el humo del "Sorocabana" y el de la vida, va entregando una serie de órganos vivos, batientes, de piezas magnéticas, que me enfrentan de golpe y en sueño, a situaciones que tendrían que ser cotidianas y devienen insólitas.

Quedo mirando esos naufragios por donde sube una luna roja, una pata de lobo.

Esta enredadera feraz (veloz, diría él) es, también, permanente, y ya no me deja. Siento en la nuca un fervor doble, una azalea a dos corolas.

Miro a William Katzer vivir su tangueada crucifixión, su arrebol de esperanza y espanto.

Pero siento que no debo dibujar más medallas cerca o acerca de las suyas. Sino acompañar entrañablemente ese trabajo cenital, develatorio.

"Acaso cuando digas el amor es transparente,
te sonrías acaso; cuando clama la luna
su furor solitario de estirpes descastadas, rebotemos;
sordamente apegados, como quien llama a un ciego y no descubre
cuatro conejos secos, crepitantes".

William Katzer, tú, sí que los descubriste. Gracias.

Marosa di Giorgio
Sorocabana del 91

Prólogo del libro "Así pernoctarás"
Ediciones de la Banda Oriental. Montevideo, 1991

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