Uruguay y Palestina: una promesa problemática Editorial por Ana Jerozolimski |
Comenzaré, antes de discutir cosas que otros proclamaron, por hacer varias aclaraciones. 1) Considero que el Estado palestino debe ser creado, que será bueno que exista y que el pueblo palestino merece tenerlo. 2) Deseo que sea fruto de negociaciones de paz entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina, de un acuerdo ordenado que comprometa a las dos partes, por su mutuo beneficio: para que sea el comienzo de una etapa mejor en las relaciones, no de una nueva crisis. 3) Anhelo que el Estado palestino responda a las aspiraciones nacionales de los palestinos, sin poner en peligro la vivencia nacional de los israelíes. 4) Quiero que sea floreciente, democrático, libre. Por el bien de los palestinos y de sus vecinos, los israelíes. 5) Quisiera que en ese Estado den el tono los intelectuales y jóvenes emprendedores palestinos, los economistas brillantes que han construido un mini universo singular en Ramallah….y no los terroristas islámicos que controlan la Franja de Gaza. 6) Quisiera que surjan en él un sinfín de proyectos como Rawabi, la ciudad palestina que está siendo construida junto a Ramallah, destinada a parejas jóvenes de clase media. Estuve meses atrás de visita en lo de una pareja que piensa comprar departamento allí y sé que lo que les interesa es criar en paz y bienestar a su pequeño hijito, sin conflictos ni violencia. Quisiera que todos fueran como ellos, no como los radicales que cada tanto aparecen para arruinarles la vida a la gente normal de uno y otro lado. 7) Quisiera que la creación del Estado palestino independiente sea sinónimo de la llegada de la paz. En estos momentos, lamentablemente, es prematuro vaticinarlo. Si la creación de ese Estado es otra etapa hacia otro intento por parte de extremistas , de destruir a Israel o hacerle la vida imposible-con lo cual también arruinarían los deseos de vida normal de muchos palestinos – todos saldrán perdiendo…de nuevo. Y los palestinos, serían los primeros. Este último punto de mi larga introducción, me lleva a la cita a la que asistió días atrás el Presidente de la República José Mujica, al ser invitado de honor en el congreso de FEARAB –América llevado a cabo en Montevideo, donde prometió el reconocimiento del Estado palestino en la primera mitad del año próximo. “Vamos a reconocer a Palestina y lo vamos a hacer en el primer semestre de 2011”, anunció el Presidente. Parece claro que la intención del Presidente es, tal cual ha dicho, aportar al logro de la paz en la zona y garantizar buenas relaciones con las dos partes, lo cual es positivo . Mi duda es si el Presidente se asesoró con algún jurista o experto en Derecho internacional antes de hacer su proclamación, ya que el Estado palestino no existe y por ahora no hay lo que reconocer. Claro que la dinámica política que empuja hacia su creación existe y con gran fuerza, y es legítima. Nos parece que lo apropiado habría sido anunciar algo así como “apenas se cree el Estado palestino en negociaciones entre las partes involucradas en el conflicto, Uruguay lo reconocerá”. Estaría perfecto. Pero más allá de este punto, que algunos quizás consideren “secundario” en un mundo en el que las declaraciones y las presiones políticas tienen a menudo más fuerza que las leyes, es imperioso recordar por qué no hay todavía un Estado palestino. Y al respecto, es clave aclarar que Uruguay no tiene que sentirse en deuda con nadie. Hará bien Uruguay en apoyar un Estado palestino cuando éste se cree en el marco de negociaciones con Israel. Pero el gobierno actual debe tener bien claro que cuando Uruguay reconoció al Estado de Israel apenas fue fundado, no quedó con eso en deuda con el mundo árabe. Uruguay fue instrumental en la resolución 181 de las Naciones Unidas, que el 29 de noviembre de 1947 recomendó la partición de la entonces llamada Palestina en “un estado judío y un estado árabe”. O sea: Uruguay estaba a favor de la creación de Israel y de ese otro estado árabe, a su lado. Dicho sea de paso, no sabemos si lo habrían llamado Palestina, ya que el término que tanto confunde, no estaba relacionado históricamente sólo a los árabes que vivían en el territorio llamado Palestina por los romanos, sino también a los judíos que allí vivían. Fue el rechazo del mundo árabe a esa resolución de la ONU y su abierto desafío a la misma mediante la invasión militar del territorio del pequeño estado judío que recién nacía, lo que impidió la creación del otro Estado estipulado en la resolución 181. Uruguay no quedó en deuda con nadie, porque apoyó tanto a los judíos como a los árabes. Los que frustraron la implementación de aquella resolución, fueron los árabes que con tal de que no nazca Israel, preferían que tampoco nazca ese nuevo Estado árabe, que hoy llamaríamos Estado palestino. Ese fue, claro, el pecado original del mundo árabe, que perjudicó a los propios palestinos, aunque en ese momento no se los llamaba así. Entre 1948-cuando nació Israel- y la guerra de los Seis Días en 1967, los territorios en los que se exige hoy crear el Estado palestino, se encontraba en manos árabes: la Franja de Gaza en manos de Egipto y la Margen Occidental del Jordán (Cisjordania), en manos de Jordania. ¿Por qué no crearon entonces en esos 19 años un Estado para los palestinos? Porque esa no era la intención y la única motivación era usar a los palestinos contra Israel. A raíz de una nueva amenaza, la guerra del 67, Israel volvió a pelear. En el frente egipcio conquistó la Franja de Gaza (que luego quiso devolver en el marco del acuerdo de paz con Egipto, que incluyó la retirada israelí de toda la península del Sinaí, pero el Presidente Sadat no la quiso por nada) y en el jordano, Cisjordania. Fue el comienzo de la ocupación, una ocupación que jamás habría sucedido, de no ser por las guerras lanzadas contra Israel. Sin embargo, la historia tiene su dinámica y es evidente que hoy es mucho más difícil crear un Estado palestino viable, ya que en el interín, en esos territorios conquistados, fueron creados numerosos asentamientos. Esto significa que el desafío con el que hay que lidiar de ahora en más, depende tanto de los árabes en general y los palestinos en particular, como de los israelíes. Un futuro cuerdo y promisorio aún es posible si se combina, por un lado, la conciencia de que antes de los ataques árabes, no había ni territorios ocupados ni asentamientos , y la visión de futuro que requerirá a ambas partes concesiones y pasos valientes. A los israelíes y a los palestinos. Pero no cambiemos la historia. No inventemos una narrativa carente de fundamento. Con eso no estaremos haciendo ningún favor al futuro de los palestinos sino quitando responsabilidad a quienes hace casi 63 años, simplemente no pensaron en ellos cuando salieron a atacar a Israel. (Si bien es siempre la misma persona quien escribe el editorial, esta vez aparece firmado, ya que hay uso directo de la primera persona) |
Ana
Jerozolimski
Editorial de "Semanario Hebreo"
Nº 2455 - Año XLIX
18 al 24 de Noviembre de 2010
11 de Kislev de 5771
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