Tras haber leído el artículo que el escritor peruano Mario Vargas Llosa publicó el 31 de mayo en “El País” de España, bajo el título “La cuadratura del círculo”-referente a lo que parece ser un nuevo enfoque de la política norteamericana bajo el Presidente Obama respecto a Israel- comprendí que también una pluma brillante de la literatura latinoamericana puede desconocer hechos claves. A menos que haya preferido omitirlos a sabiendas, pero nos cuesta creerlo…..
Vargas Llosa se refiere al “alineamiento sistemático (de EEUU) con Israel en su conflicto con los palestinos” como “un hecho que hasta ahora ha constituido un obstáculo mayor para un acuerdo de paz que desactivara aquel polvorín”.
Pero no ha sido eso lo que obstaculizó un acuerdo de paz, sino el terrorismo. Claro que no puede haber paz mientras Israel ocupa territorios
palestinos. Pero además de recodar que Israel los ocupó en una guerra de autodefensa como lo fue la de los Seis
Días en junio de 1967, cabe destacar que inclusive cuando avanzaba el proceso de paz hasta llegar a un momento en el que más del 90% de la población palestina (no de los territorios, sino de la gente) estaba bajo control de la propia Autoridad Palestina, no cesaron los ataques . Eso hizo que se de marcha atrás, los palestinos volvieron a perder parte de los territorios que ya estaban bajo su poder , alejándose nuevamente de la creación de su estado independiente.
“El nuevo Gobierno israelí, que preside Benjamín Netanyahu, no acepta la creación de un Estado palestino y, añadiendo una exigencia que prácticamente cierra las puertas a toda nueva negociación, ahora exige como condición para el diálogo que los palestinos reconozcan a Israel la condición de "Estado Judío"”-escribe Vargas Llosa.
La negativa de Netanyahu, hasta ahora, de dar el sì a la fòrmula “dos estados para dos pueblos”, nos parece un
error, tanto de fondo como de táctica. Y si bien cabe preguntarse si acaso tiene que exigir oficialmente que los palestinos reconozcan a Israel como “estado judío”-dado que no necesita su permiso para serlo- lo que complica la negociación (aunque no “cierre la puerta”), porque crea desconfianza, es la respuesta palestina al respecto. No es buena señal que los palestinos rehúsen reconocer a Israel como estado judío y es, en cierta forma, un nuevo rechazo de la resolución 181 de la ONU que en noviembre de 1947 recomendò partir Palestina en “un estado árabe y un estado judío”.
El escritor hablar de una “psicosis” que “explica en parte el acelerado proceso de radicalización extremista de Israel”.
No nos gusta el giro a la derecha en Israel .Pero aùn teniendo presente la visión mesiánica y opuesta a todo tipo de concesiones que caracteriza a ciertos sectores en Israel, lo que
movió a la ciudadanía israelí a la derecha en las últimas elecciones, fue el terrorismo, especialmente la lluvia de cohetes Qassam disparados por Hamas desde la Franja de Gaza hacia el sur de Israel, a pesar de la retirada israelí de esa zona.
Lo interesante es que lo admiten los propios palestinos. Nos lo dijo hace pocos meses Hussein al Sheikh, Secretario General de Al Fatah en Cisjordania, ministro en el gabinete palestino.”Los cohetes de Hamas llevaron a la derecha al poder”, nos dijo claramente.
Vargas Llosa habla de “…la soledad internacional a que lo han llevado (a Israel) su intransigencia y sus medidas de fuerza, como las recientes invasiones de Líbano y de Gaza”.
Sin alegar ni por un momento que Israel no ha cometido errores ni que sus políticas no puedan crear tensiones o discrepancias con distintos miembros de la comunidad internacional, discrepamos con el planteamiento de Vargas Llosa. Ante todo, Israel no sufre de “soledad internacional”. Israel no
está solo, aunque a menudo se siente incomprendido.
Esas “medidas de fuerza” a las que se refiere Vargas Llosa dando los ejemplos de la segunda guerra en
Líbano hace tres años y la operación “Plomo fundido” contra Hamas en Gaza hace unos meses, fueron acto en defensa propia. No hay que esperar que el mundo aplauda a Israel por dos guerras algunos de cuyos aspectos fueron motivo de seria polémica dentro del propio Israel. Pero presentar estos dos casos como prueba de un Israel que se apresura a adoptar medidas de fuerza, es esconder una parte clave de la realidad, lo cual equivale a tergiversarla.
Lo mínimo que habría que hacer al hablar de la “invasión del Líbano” sería recordar el ataque de misiles a todo el norte de Israel por parte de Hizbalá en aquel 12 de julio del 2006, en el que aunque no había ni un soldado israelí en territorio
libanés desde mayo del 2000, la organización pro-iraní también atacó una patrulla que cuidaba el lado israelí de la frontera, matando a cuatro soldados y secuestrando a dos de ellos, Udi Goldwasser y Eldad Regev , a
Líbano. Y al hablar de la “invasión de Gaza”, lo más justo sería recordar que ese operativo fue una reacción demorada, tras ocho años de ataques con cohetes contra su población civil, para intentar poner fin a la agresión.
No hay problema en exigir que “Israel se atenga a sus compromisos, cese la creación de colonias en Cisjordania y entable negociaciones que permitan la creación de un Estado palestino”. Especialmente, cuando de fondo están los incidentes de los últimos días en los que como represalia contra el ejército por el desmantelamiento de puestos ilegales en Cisjordania, colonos extremistas y
vándalos atacaron a agricultores y campos palestinos, una vergüenza para Israel. Pero sería justo recordar que hay no pocos compromisos palestinos que no han sido cumplidos, como el desmantelamiento de la infraestructura terrorista y el fin de la incitación al odio contra Israel.
La desconfianza no tiene raíces únicamente en las actitudes de esos extremistas israelíes, sino muy profundamente, en la de los extremistas palestinos, que cuando vuelan cargados con explosivos en medio de civiles israelíes, lamentablemente son vistos casi como norma, como símbolos respetables, por el promedio de la sociedad palestina.
Y si de compromisos se trata, no sólo que la Autoridad Palestina no desmanteló la infraestructura armada de las organizaciones terroristas, sino que Hamas la desmanteló a ella en Gaza y se convirtió en el poder, usando el territorio bajo su control como base de constantes ataques con cohetes hacia territorio israelí. Y esto también tiene mucho que ver con la negativa de Netanyahu a apoyar un estado palestino, sabiendo que se erigiría en territorios de los cuales Israel tendría que retirarse, en Cisjordania. Si de
allí se disparan cohetes como lo hizo Hamas desde Gaza hacia el sur, los cohetes tendrían a su alcance Jerusalem y el aeropuerto internacional Ben Gurion.
Claro está que si las negociaciones de paz prosperan , todos los extremistas se sentirán debilitados, como dice Vargas Llosa. También en Israel hay por cierto quienes se les oponen. Pero el espíritu general del articulo de Vargas Llosa, en el que se equipara “los fanáticos de ambos bandos”, no responde a la verdad. Ningún fanático aporta al logro de la paz, tampoco los que hay del lado israelí. Pero lo que detuvo el proceso de paz no fue sólo el asesinato de Itzjak Rabin a manos de un extremista de derecha, sino la actitud de los radicales palestinos que hicieron todo lo que estuvo a su alcance, para convencer a los israelíes de que con más retiradas y concesiones, no harían màs que seguir viviendo en peligro.
No se detuvieron ni siquiera cuando después del asesinato de Rabin , el entonces jefe interino del laborismo y hoy Presidente Shimon Peres se convirtió en Primer Ministro. A Peres, símbolo del sueño de un “nuevo Medio Oriente” de paz, lo recibieron los terroristas con atentados con explosivos en autobuses de Jerusalem, aunque sabían que ello
incrementaría las posibilidades de que en las elecciones de 1996, no ganara él sino Benjamin Netanyahu. Y
así fue.
Para que se logre al fin un acuerdo, Israel tiene por cierto mucho para hacer. Pero nada servirá si el lado palestino no cambia de enfoque. Y la comunidad internacional en general aportaría considerablemente al logro de una solución digna para todos, si en lugar de ver a los palestinos continuamente como victimas de Israel, les exigiera también responsabilidad…la misma responsabilidad que les exigirían a sus propios vecinos. |