Tzvi Yavetz: un buen resumen, al celebrar 80 años. |
Días atrás, recabando testimonios de gente residente en la zona que se encuentra actualmente bajo fuego, al alcance de los cohetes disparados desde la Franja de Gaza, nos comunicamos con Tzvi Yavetz, uruguayo-israelí, de los fundadores del Kibutz Ein
Hashlosha. Tzvi cumple estos días 80 años. Dado que en estos primeros dos tercios de la vida ha alcanzado a juntar muchos recuerdos y vivencias en el kibutz , consideramos que la entrevista es digna de compartir con nuestros lectores todos. Tzvi y su esposa Saruka, tienen tres hijos y ocho nietos. P: Tzvi, felicidades pues ante todo por tu cumpleaños. A los 80 ¿podés mirar atrás con satisfacción? R: Ana, los años pasan y quedan recuerdos pero no vendería ni un segundo de lo que hemos pasado. Han sido vivencias muy intensas y a pesar de que los ideales hoy en día se ven a través de otros lentes, estoy satisfecho con lo que hemos hecho. Así lo veo yo al menos. Creo que tenemos que estar orgullosos de lo que hemos hecho. Quien recuerda cómo encontramos estos terrenos y ve lo que hoy hay, no puede dejar de darse el gustazo de decir “lo hicimos”.Claro que queda el problema político con los palestinos, pero en cuanto al desarrollo , a lo que se ha hecho y a lo que se ve y podría hacerse si hubiera más tranquilidad , no me cabe la menor duda de que uno tiene que estar más que satisfecho. P: ¿Cómo empezó tu camino en Ein Hashlosha? R: Los comienzos fueron en Hedera donde estaban agrupados todos los compañeros que vivían en Nitzanim y los que volvieron tras haber caído prisioneros de Egipto en la guerra de la Independencia. Los sudamericanos en ese grupo, que fueron luego parte de Ein Hashlosha, eran unos 6 ó 7. El nombre del kibutz fue en homenaje a los tres caídos en la guerra: dos caídos en Nitzanim (Dvora Epshtein que era de mi misma grupo, Yaakov Kroch de Argentina) y Abraham Geller que cayó en la guerra misma. En Hadera nos preparábamos en distintos ramos del trabajo. De ahí , cuando se decidió en una asamblea general aceptar con mucho entusiasmo la propuesta de salir al Neguev, vinimos para aquí. P: Y en el lugar se toparon con una situación nada sencilla.. R: Cuando llegamos allí vimos que estaba todo abandonado. Había que trabajar día y noche y sobre todo cuidar. No había muchos recursos, ni muchas herramientas. Los árabes de la zona por ese año 1950, habían robado lo poco que había antes. Es que tenemos que recordar que en aquel entonces la frontera era una zanja de un metro y algo de ancho por un metro de profundidad. Eso era lo que separaba la Franja de Gaza de la parte israelí en el Neguev. Y evidentemente, era fácil pasar eso y venir a robar. A medio año estábamos instalados en la Colina 112 que había sido un fuerte del ejército durante la guerra de Independencia y de esa forma , lentamente, fuimos también haciendo nuestra verja de separación .Ya teníamos un generador que proporcionaba electricidad. El agua que llegaba era muy turbia porque las cañerías eran viejas y por eso más de uno, entre ellos yo, nos enfermamos de ictericia. La pasamos bastante duro. P: ¿Pero tenían claro que era sólo cuestión de tiempo hasta que la situación mejorara? R: También hoy en día uno vive siempre con la esperanza de que mañana la situación va a mejorar, que vamos a llegar a un acuerdo y que vamos a vivir en paz, nosotros y ellos también. No les deseo nada mal. Nosotros sabemos lo que hemos vivido acá, sabemos de las penurias que ellos pasan, que no han tenido suerte con sus dirigentes y no la tienen todavía, porque unos son dictadores y otros son inconscientes de las penurias y la pobreza que pasa su pueblo. Quisiera ver que haya paz y que tengan soberanía. Sabemos que nosotros estamos dispuestos a ceder, con todo el dolor. Pero ellos no aceptan, quieren todo. Recuerdo una frase que me quedó de mi padre, Efraim-Alfredo para la gente del barrio, de Villa Muñoz- que en una noche de despedida me decía: “Espero que el mundo que tengan ustedes sea mejor. Que haya paz, tranquilidad, prosperidad. Que la gente pueda vivir , gozar de los hijos y nietos sin problemas”. A casi mis 80 años, diría hoy yo lo mismo, que eso es lo que deseo para los nuestros y para los vecinos. P: Llegaste a Israel de jovencito, desde Uruguay.¿Qué es hoy Uruguay para vos? R: Uruguay ocupa un lugar muy grande, un sentimiento muy grande en mi ser .Para mi fue
formidable. Con nuestros vecinos, sean españoles, italianos, de otros lados, nos llevábamos espléndidamente
bien. Yo viví en Villa Muñoz, luego en Arenal Grande y mis padres luego estuvieron en Constitución. Le deseo a Uruguay lo mejor de lo
mejor. Ahora cuando veo a este jugador Esteban Batista que está en Macabi Tel Aviv, para mi es un
gusto. Uruguay ocupa un lugar lleno de cariño en mi corazón, en mis sentimientos .Todo lo que recuerdo de Uruguay es para bien. Ahí aprendí lo que es democracia. Yo nací en Ucrania y aunque llegué de bebito a Uruguay con mi hermano José y mis
padres, siempre pasamos bien en Uruguay. Como judío tenía el pensamiento de que después de tantos miles de años nos corresponde volver al patrimonio de los antepasados y hacer de eso un país digno y por eso vine para aquí..Pero a Uruguay lo recuerdo con mucho cariño. R: Yo había venido a Israel con una amiga, también de Santiago. Cuando decidimos que éste es nuestro lugar , escribimos a las familias y ellos estaban de acuerdo. No tenían ni idea dónde estábamos ni lo que vivíamos. Era la época del tzena, no había comida, vivimos un año y medio en carpas. De una vida regalada como teníamos en Chile, porque las dos éramos de familia de bastante buena posición, acá estaba claro que lo que no hacía por mi misma, no se hacía. Además cumplíamos una labor muy importante porque hacíamos guardia a la par de los hombres. R: Las familias aprobaron y hasta querían venir pero no queríamos que vinieran porque no teníamos ni baño, ninguna comodidad, nada.¿Dónde íbamos a meter a los padres? Además no había tampoco ni movilización para llegar al kibutz, ni caminos. En el kibutz teníamos solamente un camión, con el que traíamos la comida que necesitábamos. Pero vivíamos muy felices. P: ¿Y Tzvi? R: En ese momento Tzvi estaba trabajando en el sur y cuando volvió lo conocí y hubo “click”. Era muy apuesto pero además irradiaba mucha bondad, nos daba seguridad. Nos casamos en el kibutz. Mis padres me mandaron el traje de casamiento. Mi mamá me decía , pobre, “por lo menos para saber cómo te vas a ver”. Nos casamos en el 53 en el kibutz, tres parejas, en una modestia fiesta en el pasto. Después de la jupá entramos todos al comedor, se hizo un lejaim muy frugal, pero con mucha alegría .Se bailó hasta tarde y luego seguimos bailando afuera. Nos fuimos tres días de luna de miel a Naharía. Nos pasamos viajando, pero estábamos contentos por todo. Después de un buen tiempo , como a mi no me conocían los padres de Tzvi ymis padres no lo conocían a él, viajamos a Uruguay en barco y luego a Chile. Para la Guerra de los Seis Días me llegó un telegrama de Iberia, que tenemos pasajes, si queremos viajar a Chile. Dijimos que no, pero que si todo pasa bien, que mis padres vengan. Ya teníamos otras condiciones de vida. Mis padres estaban muy contentos de venir pero a cada rato trataban de convencerme si no me pueden comprar una casita en Tel Aviv. Yo les explicaba que no lo consideraba siquiera. Ellos ni entendían qué estaba haciendo y eso que ni sabían cómo habíamos vivido antes. Realmente pasamos muchas cosas y a veces pienso y no sé cómo sobrevivimos. P: Y era una vida muy diferente del nivel económico al que estabas acostumbrada.. R: Sin duda. Mi mamá me mandó al majon con su mentalidad chilena, con cinco valijas de ropa. Yo en la carpa lo que tenía era la cama y abajo las valijas o al costado, una arriba de la otra. La ropa hacía tiempo que la había entregado al shituf, a la comuna porque en ese entonces todo era de todos. Y cuando viajé con Tzvi no tenía ropa. Una javerá me consiguió una blusita. Viajé a Gaza y me compré una pollera y con eso salí. Mi madre siempre estaba detrás, me había mandado dinero a Italia y ahí me compré ropa. El viaje duró un mes. Eran otros conceptos de todo, sin duda. Pero éramos felices. P: Y hoy ,mirando hacia atrás , cuando está claro que todavía no hay paz ¿te preguntas si valió la pena todo el esfuerzo? R: No, yo no me arrepiento de nada. Y no sólo eso. Yo entiendo que el problema es muy serio. Ahora caen los qassam también en Ein Hashlosha y yo pienso pobre gente en Sderot. Pero la solución no es entrar de vuelta a Gaza y que caigan soldados. Ayer al mediodía, estaba en el comedor, donde trabajo, y de repente se escucha la alarma y dos Qassam nos pasaron por arriba. Todo el mundo se levantó, salieron, gritaron, y yo empecé a calmar a la gente, dije que mejor sin gritos, me demostré a mi misma que todavía me queda un poco de paciencia. Y creo que esa paciencia, la vamos a necesitar. |
Ana
Jerozolimski
Semanario Hebreo
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