Sobre los numerosos musulmanes que están en lo cierto |
A
Maulana Jamil Ahmed Ilaysi jamás lo hemos visto. Hasta hace pocos días,
tampoco conocíamos su nombre, ni su cargo: Secretario General de la
Asociación de Imams y Mezquitas en toda India , una entidad que
representa a 200 millones de musulmanes
en su país. Pero de acuerdo a lo que declaró en una entrevista al
servicio informativo israelí Ynet, es, evidentemente, un musulmán devoto
y también pensante. Contrariamente
a la impresión que dejan todos los fanáticos terroristas –sea aquellos
que colocan bombas o estallan con ellas por los aires en medio de víctimas
inocentes, o quienes vociferan en agitados discursos en pro de una guerra
contra la libertad de Occidente – no tiene por qué haber una
contradicción intrínseca entre esos dos elementos, la convicción de que
su verdad se halla en el Islam y la capacidad de pensar con raciocinio. Maulana
Jamil Ahmed Ilaysi parece tenerlo claro, tal cual lo ha dicho durante su
visita, estos días, a Israel. “Ha
llegado el fin del tiempo de violencia y ha comenzado la era de la paz y
diálogo entre musulmanes y judíos”-fue su mensaje central. Claro está
que por ahora, eso suena más a deseo que a confirmación de la realidad,
pero si bien tanto desde Montevideo como desde Jerusalem (aunque un poco
menos), India suena algo muy distante, el solo recordar a cuántos
musulmanes representa este dignatario, debe dar, al menos, algo de
esperanza. Ynet
preguntó a Ilaysi sobre su opinión acerca del llamado de la organización
islámica Hamas de lanzar una guerra santa para destruir a Israel y el visitante musulmán respondió: “Creo en la paz y éste
es el mensaje que transmito. No creo en nada que destruya a otro país”. Claro
está que las palabras de Ilaysi suenan tomadas de una novela, si se
presta atención inclusive a lo que sucedió en su propio país, con no pocos de sus correligionarios, al publicarse la inminencia
de su visita a Israel. Musulmanes salieron a protestar, a manifestar
contra él, condenando los planes de su viaje. El tono en la calle,
nuevamente, lo dieron los extremistas. Los que se oponen, los que ven la
vida en términos de blanco y negro, los que combaten la libertad de opinión
y pensamiento, son los que salen a gritar y a protestar, mientras que los
proclives al diálogo y al entendimiento, suelen hablar más despacio,
gritar menos y por eso, lamentablemente, a parecer a menudo menos fuertes
que los prepotentes . “Los
que protestaban me decían que voy a Israel, un país que humilla a los
musulmanes”, dijo esta
autoridad islámica a Ynet, agregando su impresión, distinta, de lo que
vio en el terreno. “Mi impresión antes era que los israelíes están
dominando aquí a los musulmanes, pero al venir aquí, esa impresión
cambió completamente”-declaró. “Vi la realidad en el terreno, el
mutuo respeto entre árabes israelíes y judíos israelíes .La realidad
no es de conflicto constante”- agregó. Tras
visitar los Lugares Sagrados de Jerusalem, Ilaysi habló de una
“sorpresa agradable”, comentando que “vi a musulmanes, cristianos y
judíos viviendo uno junto al otro felizmente, sin pelearse”-señaló. Seguramente,
israelíes –de diferentes credos- que lean esto, podrían quizás hasta
sonreírse pensando “qué ingenuo”.Aclaremos: no porque no sea cierto
que afuera las cosas se tergiversan y distorsionan, dejando a menudo mal a
Israel, sino porque tampoco es exacto hablar de paraíso idílico en el
que sólo reinan la paz y la hermandad. Los
problemas y la desconfianza
existen. Son un hecho. Pero entre eso y la imagen que existe fuera de
Israel, que es la que presentan aquellos que no conocen la realidad, hay
un gran trecho. El que aún haya inconvenientes y conflictos por resolver,
que inevitablemente se manifiestan a veces también en la vida diaria, no
significa que Israel maltrate a sus musulmanes ni los humille. En
absoluto. El que pueda haber a veces incidentes aislados de choque no debe
ser presentado como la realidad de un país donde hay verdadero respeto a
todos los credos. Y
quizás más clave todavía sea aclarar que luchar contra el terrorismo y tomar medidas contra líderes que en nombre de la religión
incitan al odio y la violencia, no equivale a discriminar y maltratar . Si
Israel detiene , por ejemplo, al Sheik Raed Salah, jefe del Movimiento Islámico
del norte de Israel-ciudadano israelí, de Umm el-Fahem.- ello no se debe
a su fe en Mahoma y Alá. La única razón es la agitación que él
protagoniza , llamando a nuevas intifadas y diseminando en acalorados
discursos, diatribas contra Israel y los judíos, que no pueden menos que
sembrar en todos aquellos que lo escuchan, al menos la sospecha de si
acaso el odio no es el mejor camino. Si
el Sheik Raed, increíblemente correligionario de Maulana Jamil Ahmed
Ilaysi, afirma que “la comida de los judíos está llena de nuestra
sangre” y sostiene que “la ocupación israelí quiere destruir Al-Aksa”,
el odio y el maltrato es suyo,no de quienes lo detienen e interrogan. Y
todo ésto lleva a una reflexión que combina lo urgente con lo ingenuo.
Usamos esta palabra, ingenuo, porque somos conscientes de que en una zona
con tanto conflicto como Oriente Medio, hablar de la paz y
el amor entre los hombres puede sonar casi a película, a sueño de
quien vive en otros lares. Pero
la referencia no es es simplemente a eso del mutuo respeto sólo por el
mensaje moral que ello encierra, sino incluso, por lo práctico y
duradero. Poco
se logra mediante guerras en términos de soluciones que perduren. Lo
afirmamos sin olvidar, por ejemplo, que hemos destacado en estas páginas
semanas atrás, al cumplirse 40 años de la Guerra de los Seis Días, que
Israel no tuvo más remedio que librarla. Es cierto y seguimos pensándolo.
Pero ello no quita que la guerra misma no haya traído la paz. A los
logros en el terreno, es imperioso agregar negociaciones, diálogo, a fin
de resolver las disputas. Únicamente
mediante negociaciones entre judíos y musulmanes-aunque aquí el tema era
israelíes y egipcios- fue que se logró firmar los acuerdos de Camp David
en 1978, que condujeron al acuerdo de paz entre Israel y Egipto, suscripto
el 26 de marzo de 1979 por el entonces Premier israelí Menajem Begin y el
Presidente de Egipto Anwar el-Sadat.. Únicamente el diálogo entre otros
judíos y musulmanes- el entonces Premier Itzjak Rabin y el Rey Hussein de
Jordania – condujo a la firma del acuerdo de paz entre ambos países, en
el desierto de la Arava, el 26 de octubre del 2004. Sólo
el diálogo entre israelíes y palestinos en 1993, llevó a la firma de
los acuerdos de Oslo. Y sólo el terrorismo que no cesó a pesar de esa
firma, trabó el progreso. Israel también se equivocó y hubo cosas que
no cumplió. Las habría cumplido, a nuestro criterio, si no hubiesen
volado autobuses en las ciudades del país. Por
eso, entre la aclaración de que lo que vio Ilaysi en Israel es sólo
parte de la verdad-ya que existe la convivencia y también existe la tensión-
y lo cierto de su mensaje de que por la violencia nada se conseguirá, es
que hay que maniobrar. “Ha llegado el momento de sentarse y resolver
todos los problemas mediante el diálogo”- recalcó. “Hay que
abandonar totalmente la violencia, el uso de armas y bombas. El Islam
nunca dice que se debe luchar contra otro. El concepto es equivocado”. Esta última frase sería probablemente tema para otro análisis a fondo, ya que el hecho es que existe en el Islam el concepto de “Dar al- Islam” (la casa del Islam) y “Dar al-Harb” (la casa de la guerra), o sea que contra todos aquellos que no pertenecen a la primera, se puede aplicar la segunda. Pero bien sabemos hoy que lo que determina el comportamiento de quienes afirman representar a su fe o actuar en su nombre, es más la interpretación de sus textos que otra cosa. Es pues la responsabilidad de los líderes religiosos tratar de educar hacia una determinada realidad que venere la vida, no la muerte, el respeto y no el odio. Ese sería el mejor servicio que los líderes islámicos podrían brindar a sus fieles. Esa sería la mejor forma de evitar humillación. |
Ana
Jerozolimski
Editorial Semanario Hebreo
23 de agosto de 2007
Ir a índice de Periodismo |
Ir a índice de Jerozolimski, Ana |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |