Entrevista al escritor español Jorge Semprún,

al ser galardonado con el "Premio Jerusalem" de Literatura.

El escritor español Jorge Semprún recibió el "Premio Jerusalem" de Literatura, por la defensa de la libertad en sus obras y escritos, otorgado en el marco de la Feria Internacional del Libro llevada a cabo en Jerusalem. Semprún continúa así una larga lista de destacadas figuras elegidas para el citado galardón, desde Bertrand Russell hasta el escritor peruano Mario Vargas Llosa, receptor del premio en la feria anterior.

 

Jorge Semprún

P: ¿Qué supone para usted este galardón del "Premio Jerusalem"?

R: Pues muchas cosas. Ante todo, veo la larga lista de destacados escritores que me precedieron y me pregunto "¿cómo es que ahora yo?", una lista desde Bertrand Russell hasta mi buen amigo Mario Vargas Llosa. Realmente me hace sentir halagado y muy agradecido. Me emociona además porque se trata del Premio "Jerusalem" y a mi con la experiencia del pueblo judío me unen muchos lazos profundos desde los campos de concentración hasta otras cosas. Eso también es importante. Y luego, el hecho que dé la casualidad que la Feria del Libro este

año sea en el mes de abril y que este 11 de abril es el aniversario de la liberación del campo de Buchenwald por el III ejército americano de Patton y por consiguiente, el de la superviviencia, de los que quedaron vivos en Buchenwald. Y me encuentro estos días aquí con ciudadanos de Israel que me dicen "yo tuve cinco años en aquella época" o "mi hermano..." o "mi padre ..." allí estuvieron o sea que es el lugar donde esa memoria -que en el mes de abril se reaviva para todos nosotros, los que todavía sobrevivimos aquella experiencia- es más fuerte,

más cercana y tiene más sentido. O sea que hay muchas razones para que sea emocionante tener el premio "Jerusalem" este año.

P: Usted menciona Buchenwald, donde estuvo antes del campamento de exterminio de Auschwitz y menciona los lazos especiales con el pueblo judío. ¿Piensa que esos lazos con el pueblo judío serían tan fuerte como usted los siente y ha expresado de no haber estado usted en esa experiencia dramática de los campos?

R: No, yo creo que no. Creo que desde el punto de vista ideológico, político, cualquiera que hubiera sido mi experiencia, sin haber conocido los campos, hubiera tenido un interés por la experiencia del pueblo judío, del Estado de Israel, hubiera sin duda opinado sobre ella porque, claro, es una de las experiencias importantes del Siglo XX: Pero lo que hace de eso algo entrañable -creo que es la palabra más adecuada-, algo próximo, algo en ciertos modos vital, casi como una piedra de toque de muchas cosas para mi, es, claro, el haber compartido algo de la experiencia. Y digo "algo" porque la experiencia del pueblo judío, del exterminio y la "Shoa" es una experiencia muy singular. Nosotros es que hemos estado junto a esa experiencia, tenemos una idea de la misma, pero no la hemos vivido hasta el fondo como la ha vivido el pueblo judío.

P: ¿Cuál es el aspecto más terrible de esa catástrofe? En su libro "El largo viaje", usted menciona al comienzo una frase, mientras observa unos campesinos que caminan mientras usted se pregunta si lo que están pasando es o no el valle del Mostela. Y en esa frase, usted dice -creo citarlo casi exactamente- que "lo peor era que ellos estaban fuera y yo estaba dentro", agregando luego usted que no era sólo cuestión de libertad absoluta ya que "nadie es totalmente libre de ir donde quiera"...

R: Yo creo que genéricamente para los deportados, cualquiera fuera el origen de esa deportación -racial o político- lo peor es el hecho de estar encerrado, el aislamiento. Pero creo que para los judíos la experiencia es más singular, va más allá. Creo que por ejemplo, ninguno de los supervivientes deportados, que no

sea judío, tiene la experiencia singular que es la de llegar juntos una familia a la puerta del campo y de ver a un oficial que dictamina "usted por la derecha, usted por la izquierda", sin saberse bien a qué conduce esa selección. La experiencia de ser un muchacho de 15 años o un hombre de 25 y ver desaparecer por una hilera diferente, por una fila diferente al padre o al abuelo, la madre o la hermana pequeñita, sin saber por qué se separaban, esa experiencia sólo la tiene el pueblo judío. Esa experiencia de esa "selección" que conduce a la cámara de gas, sólo la tiene el pueblo judío. Es muy singular y muy espeluznante. Ahí, más que el encierro, es la experiencia esa de la separación, sin ningún otro motivo que el ser lo que uno es, el haber nacido judío. A fin de cuentas, cuando uno ha participado en acciones de resistencia, más o menos libremente ha elegido los riesgos de la resistencia y por consiguiente los riesgos de la tortura y de la muerte. Pero por el simple hecho de haber nacido ver desaparecer a centenares, miles y millones de correligionarios, esa es la

gran experiencia del pueblo judío y lo que diferencia la experiencia de la "SHOA" de todas las demás experiencias de la represión nazi.

P: ¿Qué le parece más torturante: el tener esos recuerdos siempre dentro de uno o el que algunos humanos olviden que eso sucedió?

R: Yo creo que ambas cosas van aparejadas. Creo que el recuerdo, el mantenerlo dentro de la indiferencia del entorno, es muy difícil de soportar. En general, la indiferencia del entorno va ligada con circunstancias político sociales.

Hoy por ejemplo, yo que vivo en Francia -parte allí y parte en España- veo que es evidente que hay un momento de retorno de la memoria, retorno de lo reprimido, como dirían los freudianos. Es evidente que hay en las jóvenes, en las últimas generaciones, un interés mayor por lo que pasó.

Quizás por el hecho del renacimiento de un cierto tipo de neo-fascismo en Francia, con Le Pen, con antisemitismo y xenofobia, quizás el hecho que estas jóvenes generaciones, más desligadas desde el punto de vista cronológico, más alejadas cronológicamente de la experiencia de la deportación y de la "Shoa", tienen también más interés porque no tienen los prejuicios que tenían las otras. Son capaces de hacer preguntas que las otras generaciones. Hay una serie de razones que hacen que la memoria hoy se reavive pero creo que lo que fue insoportable todo un período, es la soledad de esa memoria, en una indiferencia del entorno social e incluso familiar.

P: En el debate sobre la libertad del individuo en la sociedad en el que usted participó en el marco de la Feria Internacional del Libro en Jerusalem -en el cual me hizo gracia su comentario que es usted un escritor español viviendo en Francia, que debe pronunciar un discurso en inglés-, Mario Vargas Llosa comentó que el avance en el logro de las libertades a medida que la civilización evoluciona, no es función lineal de la cronología, que no necesariamente el avance cronológico es sinónimo de mayores libertades. ¿Qué apreciación haría usted sobre ese punto específico? Ahora, tan sólo 50 años después de esa catástrofe ¿se ha avanzado en ese sentido?

R: En ese debate yo estaba cansado y me cuesta más trabajo improvisar en inglés que en francés o en español e incluso en alemán y por eso me esquivé un poco del debate. Pero si hubiera sido el debate en inglés o español, idiomas en los que no me importa improvisar -al contrario, prefiero improvisar que leer algo escrito- hubiera empezado diciendo lo siguiente. Hubiera dicho que hay que ser muy conscientes de que aunque parezca paradójico en un primer vistazo sobre las cosas, este siglo XX es un siglo en el cual la democracia ha sido el enemigo principal de la mayor parte de los teóricos y de las políticas prácticas. Desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha, la democracia -que se adjetivaba como democracia burguesa, democracia formal, hasta democracia judeo-bolchevique o como decían los franquistas "democracia inorgánica"- ha sido el enemigo principal. Ya estaba a punto de sucumbir. Ahora, estamos en ese momento, sobre todo después de los libros de Fukuyama sobre el fin de la historia, con la idea de que la democracia triunfaba en el mundo entero pero no es verdad. La democracia ha corrido el peligro de desaparecer. Ha habido un momento de la Europa de los años 40, de sus comienzos, en que la democracia ha sobrevivido por la resistencia tenaz y testaruda de Inglaterra. La Alemania nazi, aliada con Stalin, dominaba Europa. Y ha habido ese pequeña isla -comparada con la masa

continental de Europa- que se ha negado a doblegarse y así ha mantenido la posibilidad de que renazca la democracia. Habría, primero, que subrayar mucho eso, antes de empezar a hacer críticas y de manifestar desprecios o remilgos con todas las imperfecciones de la democracia. En segundo lugar creo que es

evidente que hoy ya estamos de vuelta desde hace mucho tiempo de la idea generosa, de la idea utópica de la ilustración y de las luces del siglo XVIII francés y europeo, en el que se pensaba que el progreso iba a ser algo

acumulativo, cada día mejor que el día anterior, con más libertades, más cultura, más educación, más tolerancia. No, la historia ha demostrado que es un complejísimo proceso de idas y venidas, de vaivenes, de avances y retrocesos y que no hay una correspondencia mecánica entre los avances tecnológicos indudables y las libertades. Nadie puede dudar que el mundo de hoy esté tecnológicamente más avanzado que el siglo XIX. Vemos la rapidez de las comunicaciones, lo instantáneo, el hecho que yo pueda, incluso por razones que no sean comerciales sino amorosas, mandar un fax a cualquier parte del mundo para decir dos palabras: "estoy pensando en ti". Esa inmediatez de la comunicación, es un progreso, evidentemente. Que eso entrañe o lleve consigo el

progreso moral.... ¿Qué es el progreso moral?

P: ¿Qué es?

R: Ya es hora de que salgamos de la idea rousseauniana de que el hombre es bueno y la sociedad lo marea. No. El hombre es bueno o malo, depende, pero él, el ser natural del hombre, puede ser monstruosamente malo. O sea que es hora de salir de las ilusiones y de luchar día a día por mejorar estas sociedades sabiendo que son mejorables, pero sabiendo también que estamos siempre con posibilidades de crisis.

P: ¿Considera que la democracia, aún con sus imperfecciones, está garantizado como el mejor sistema de gobierno?

R: Creo que hay que partir de un hecho totalmente evidente, que es hasta demostrable casi: la democracia nunca se termina de vivir. La democracia siempre es perfectible. Una democracia perfecta no existe, por definición, puesto que la democracia es un sistema pluralista, en el que las elecciones deciden de las cosas, el ciudadano decide y el ciudadano puede equivocarse. El ciudadano puede libremente votar por un demagogo y votar por una solución que no sea la solución más justa, desde el punto de vista histórico. La democracia lleva en sí misma el riesgo de la perversión o de la involución. Eso no se puede corregir por vías autoritarias sino que hay que aceptarlo como un proceso democrático, aún lamentándolo.

P: Leí una entrevista apasionante que usted concedió a "Cambio 16" durante la guerra en el Golfo Pérsico, en 1991, en la que usted justificaba la posición de la izquierda que de hecho, casi justificaba a Saddam Hussein. Hablando de ese tema usted daba inclusive el ejemplo de cómo en un congreso del PSOE al que usted había sido invitado vio que una de las delegaciones invitadas más aclamadas era la de los sandinistas en Nicaragua. ¿Cómo ve hoy a la izquierda, partiendo de lo ya mencionado de la democracia?

R: En ese momento yo estaba en España como ministro y creo que en España eso fue muy claro, muy típico. Era muy típica esa propensión de la izquierda, curiosamente además en continuación de la propensión de la derecha española que era siempre muy anti-israelí y muy pro-árabe. No hay que olvidar nunca que las relaciones diplomáticas de España con Israel son muy recientes.

P: Increíble pero cierto...

R: Así es. Increíble pero cierto. Fue el gobierno de Felipe González el que estableció las relaciones diplomáticas con Israel y eso de mediados de los 80.

P: 1986.

R: Pues 1986. O sea que simbólicamente, el mismo año que España entra en la Comunidad Europea, reconoce a Israel diplomáticamente. Yo en esa misma entrevista insistía en una cosa que me parece que es fundamental, que la izquierda debe tener una visión más clara de las cosas, pensando en que precisamente la única democracia auténtica de la región es precisamente Israel. Claro que eso le da a Israel responsabilidades mayores que a otros países porque siendo la única democracia tiene que responder y ser fiel a unos ideales que

para los otros pueden, siendo regímenes autoritarios de diverso tipo, no tenerse en cuenta, no tomar en cuenta las opiniones de los ciudadanos.

P: Usted decía en esa nota "¿quién le dice a Saddam Hussein: estamos hasta la coronilla de lo que usted hace?".

R: Justamente. Pero yo creo que ese es un hecho fundamental, al enjuiciar problemas de Oriente Medio en aquel momento. Ahora la situación ha cambiado y en cierto modo es más fácil, a pesar de las dificultades del proceso de paz, es más fácil para Israel porque el reconocimiento de la existencia de Israel es hoy un hecho más generalizado que en los momentos que hablábamos de la guerra en el golfo. Pero yo creo que desde luego la izquierda ha tenido una tendencia a asimilar a Israel a un régimen de tipo colonial o imperialista, que es un error funesto desde luego.

P: ¿Cómo evalúa usted la situación que ve hoy en Israel?

R: Yo creo que estamos en un momento difícil, crítico, del proceso de paz. Creo -no pienso ser demasiado optimista- que hay algunos aspectos irreversibles del proceso de paz, que independientemente de la coyuntura política y de la victoria de la coalición del Likud y los partidos religiosos en torno a él, independientemente de que eso naturalmente crea una situación nueva, hay una cierta irreversibilidad en el proceso de paz, lo cual no quiere decir que sea fácil, que vaya a ser rápido ni que vayamos a encontrar soluciones a todos los problemas -a Jerusalem por ejemplo, no vamos a encontrar soluciones hasta no sé cuándo, si las encontramos. En lo global creo que ese proceso de paz tiene aspectos irreversibles, pero estamos en un momento de crisis que es grave, que espero que no degenere, pero yo confío, creo, estoy convencido, de que la sociedad israelí tiene la capacidad, la necesidad, de seguir inventando formas nuevas para reactivar el proceso de paz. Creo que sí.

P: En el debate sobre la libertad del que hablamos antes, al hablar el periodista israelí Amos Eilon, acusó al nuevo gobierno, del Primer Ministro Biniamin Netaniahu, de hacer trizas el proceso de paz y dio la imagen de que el

responsable total, el único, de la crisis actual, es Israel. No hizo mención ninguna del hecho que hay aquí dos partes, entre las cuales la dinámica evidentemente crea problemas. ¿También usted lo ve de esta forma?

R: No, yo creo que es evidente que hay, en el momento político en Israel, por las exigencias de una parte de la coalición, problemas nuevos en relación con el pasado y que puede haber decisiones por lo menos -para no ser más duros en la crítica- desafortunadas en ciertas cosas. Porque yo creo que el problema ahora no se trata de discutir los derechos legendarios, mitológicos, teológicos o bíblicos del pueblo judío a establecerse y a aumentar sus asentamientos en Jerusalem. Creo que hay que tratar de ver las cosas hoy, históricamente hoy y de comprender que sería más oportuno, olvidándose de los derechos ancestrales y de los derechos bíblicos, ver cómo se negocia con la otra parte. Incluso cosas que puede uno tener derecho a hacerlas, negociarlas igual con la otra parte. Creo que la elección de hacer cosas negociadas o cosas impuestas, siempre está abierta y que no conviene hoy poner el hecho consumado en ningún aspecto. Eso, claro, está ligado con la coyuntura política, con una cierta coalición política en el poder. Pero, Amos Eilon ayer en ese debate, dio una especie de grito de

desesperación y de cólera. Yo creo que independientemente de lo que se discuta de lo que dijo, ese grito mismo fue una confirmación de la democracia israelí. Si tuviéramos un debate así, de intelectuales -aunque sería mucho imaginar, una imaginación un poco calenturienta- en la feria del libro en Bagdad y alguien se levantara y dijera "creo que la culpa de todo lo que está pasando la tiene el señor Saddam". O en Siria, lo mismo. ¿Usted se imagina? Del debate, va a la cárcel. Por consiguiente, no es que eso sea de talismán y lo resuelva todo, pero cuando Mario Vargas Llosa le decía a él "pero actúen ustedes, presionen", aquí se puede hacer, democráticamente se puede presionar para que cambien las situaciones y en el Parlamento, un partido puede dejar de apoyar a tal gobierno para apoyar a otra posibilidad. Eso existe y no es fácil. No siempre se consigue de la noche a la mañana, pero en otros países es imposible, no se consigue. O sea que incluso ese grito de Amos Eilon ayer, fue un signo de la veracidad y de la vitalidad de la democracia israelí, porque se puede gritar contra el actual Primer Ministro, se puede exigir de él cosas que la prensa va a repercutir y que por lo siguiente pueden tener una cierta influencia en la realidad.

P: Sr. Semprún, pasando a otro tema, como decía usted en ese debate, es un español, que vive en Francia. ¿Cómo se siente? ¿Se autodefiniría como un intelectual cosmopolita? ¿El vivir afuera, amplía los horizontes de un escritor?

R: Realmente puede parecer un problema, porque uno no puede, por ejemplo, morir por dos patrias. Yo tengo doblemente dos patrias, en el sentido que tengo dos lenguas, dos idiomas en los que puedo expresarme: francés y español. Me refiero a expresarme literariamente, aparte de la conversación y el coloquio. Pero tengo la impresión de que hay cosas en las que estoy más enraizado en España, otras más en Francia, pero lo que yo aspiro a ser es un europeo. Tampoco quiero ser "ciudadano del mundo", porque es una cosa ya un poco ambiciosa y un poco pretenciosa, pero por lo menos un ciudadano de Europa. Y en Europa, naturalmente, según las épocas, según la historia, ha habido diversos momentos y diversas lenguas dominantes, pero lo estupendo en Europa es precisamente esa unidad europea que hay, sobre la base de la diversidad cultural y de la

autonomía cultural y de los idiomas y de las civilizaciones y culturas. Creo que intento ser eso.

P: Supongo que de todos modos, su corazón siente algo especial por lo que significa España.¿Cómo aprecia, digamos en calidad de ex-Ministro de cultura de España, lo que es hoy en día la política cultural del nuevo gobierno?

R: Yo del nuevo gobierno, debo decir que me parece que en terreno económico-social no está haciéndolo mal. En cierto modo se beneficia de una situación económica que había sido saneada en los últimos meses y años del período socialista, de una coyuntura internacional favorable, de una sociedad civil española muy dinámica, muy vital, más que en otros países europeos, más que en Francia en todo caso. Esta mañana justamente he tenido una conversación con Radio Nacional de España para comentar lo del "Premio Jerusalem" y en ese mismo programa se comentaba la firma de un acuerdo entre patronales y sindicatos en España, sobre el despido y relaciones laborales. Hace 20 años que no se conseguía algo tan importante en España entre la patronal y los sindicatos. Creo que desde el punto de vista económico - social, la proyección española hacia la integración europea es correcta, que las cosas funcionan bien. Desde otro punto de vista, no todas las cosas funcionan bien, porque seguimos teniendo el cáncer del terrorismo de ETA en el país vasco y demás. Lo que sí podremos tener -por lo menos yo tengo dudas y preocupación- es en el terreno cultural, en el que evidentemente, sigue habiendo diferencias básicas entre la derecha y la izquierda. Y por cultural, me refiero también a cosas como el aborto, el divorcio, el estatuto de la mujer, todos los problemas que la sociedad moderna plantea hoy, que son problemas culturales y de vida en común. Ahí sí creo que el actual gobierno está muy atrasado, muy por detrás de lo que aspira a hacer y de los valores que son los valores comunes de la sociedad civil española. Ahí sí que estoy más preocupado.

Ana Jerozolimski
Semanario Hebreo
Abril 1997

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