El Rabino Mordejai Maarabi, en entrevista con “Semanario Hebreo”. |
P: Rabino Maarabi, le agradezco ante todo haber aceptado esta entrevista. Y quizás deba aclarar que se la solicité por varias cosas, o mejor dicho, por sus distintas investiduras. Todos saben que es usted el Rabino de la Comunidad Israelita del Uruguay, la Kehilá, y seguramente muchos , pero no todos, saben que es también el co-Presidente de la Confraternidad Judeo-Cristiana del Uruguay, cargo éste que en estos días me atrae en especial para plantearle unas preguntas. De todos modos, claro está que conversando con usted, irán surgiendo otras cosas.....Quizás en primer término, una pregunta poco común: ¿Le parece que es representativa esta pequeña introducción? Sé que me quedé corta, pero ¿siente que estas dos menciones de sus cargos, resumen bastante bien lo que está haciendo en estos momentos? |
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Rabino Mordejai Maarabi |
Comenzaré por agradecerle el considerar esta entrevista. Aunque debo agradecer al Semanario el haberme permitido sentirme “a mis anchas”, gozando de un lugarcito en el mundo de la información, para brindar formación…El desafío que asumo con tanto amor desde “Al correr de los versículos…”, significa un acto constante del pensar e intentar llegar hacia el otro, a ‘mi otro’, que no conozco pero imagino sus emociones y sensaciones. Eso también forma parte de mi hacer en estos momentos, por cierto. En cuanto a la introducción, solo me gustaría agregar la tarea educativa para el adulto, que hemos desarrollado desde ‘M.I.L.I’, tanto como mi incondicional amor y apoyo al Grupo ‘Or’ y Taller ‘Avodati’, de nuestra Área de Discapacidad… En honor a la verdad, esta invitación me fue cursada en persona, por el entrañable Dr. Jacobo Hazan Z”L, casi a mi llegada al Uruguay, allí por el 2002. El Dr. fue un incansable luchador por el diálogo y la mutua comprensión. Su figura señera se apartó en lo físico, pero su mandato ha permanecido. Tal vez, y como homenaje a su bendita memoria, decidí hace unos meses, ante la presencia de inquietantes y queridos amigos, aceptar el desafío de pertenecer a esa mesa. Creo más allá de un deber y homenaje, considerar mi estadía como un proceso de aprendizaje desde lo humano, no sólo desde lo ideológico… Bueno…vayamos por partes. No hay duda que la conformación de dicho espacio nace por quienes como afirmas “ya están convencidos de que el diálogo es el mejor camino” y lo intentan desde hace 50 años aquí en el Uruguay. Arribar al jubileo de la palabra es haber superado 5 décadas de silencio o de incomprensión tal vez. Y eso vale…Eso ayuda a desmitificar preconceptos, prejuicios. Una suerte de ayuda ‘gramatical’: nos ayuda a sacar las ‘pre-posiciones’, en todo el sentido. Entonces, el diálogo es posible. Entonces, cabe el escucharse. Tiene lugar el aprendizaje de la experiencia del otro. Nace la diferencia. Y brota la capacidad de comprender…Así entiendo los procesos del diálogo ‘fecundo’ en cierto sentido. ¿Si cambia algo me preguntas? Bueno, hay un algo fundamental que no cambia… Cuanto más puedo saber de lo mío, cuanto más me puedo afirmar en lo mío, entonces no hay renuncias. Entonces nada de lo mío es material intercambiable. Ni desechable. Hablo para no cambiar. Lo mío, y tampoco intentar cambiar al otro. Porque ahora también lo conozco. Y sé cuánto aprecia y valora lo suyo… Hablo de lo próximo por supuesto. Porque si debo mirar al ‘mundo’…Tal vez no cruzaría palabras con el vecino. Asistimos a una sociedad intolerante. Vivimos un mundo donde la palabra ha sido rodeada por el ‘enemigo’: es decir, el silencio. Entonces el mundo no habla. Sólo se escuchan amenazas…En ese mundo, una tarea como la de la Confraternidad imagino sería una quimera… Su amado papá –su recuerdo sea una bendición-, además de ser humano de excepción, coronó sus días con la sabiduría. Sabio por experiente, no solo por el conocimiento…Y a eso me refería anteriormente cuando hablo que el producto del diálogo es conocer al otro y desarraigar ‘prefijos’. ¡Una riqueza enorme está detrás de cada ser humano! Conocer a mi prójimo, es conocer al Creador también. Cuando nuestra sagrada Torá nos invita a cumplir con la ‘regla fundamental de ella’ (al decir del Rabi Akiva) y que es: “Ama a tu prójimo como a ti mismo…”, no nos está llevando al plano de la valoración personal (‘como me quiero a mí mismo, así debo amar al otro’). ¡No es así! El punto de partida del amor al prójimo no es narcisista. ¿A quién debo amar? Ese otro, que es mi prójimo pero que es totalmente diferente a mí…Amar en la diferencia. Amar por la diferencia…Eso es grande y multiplicador. Y doblega –cuando se ama de ese modo- al ‘enemigo más temible’: la indiferencia, que da a luz a su hijo dilecto: el odio… Sí, por supuesto. Juan Pablo II se refería al tronco común. Al nacimiento de la idea. A los portadores de un estandarte, nacidos bajo el sentido profundo y protector de Abraham nuestro patriarca. La idea de un solo D’s plantada por el anciano patriarca fluyó como río de bendición entre arenas y tierras de hombres, que supieron transmitir y volver a plantar en corazones jóvenes, la idea de Un Creador, de Su Mundo y de la corona de Su Creación, el ser humano por doquier. Que el Señor Dios nuestro ilumine sus corazones para que reconozcan a Jesucristo, Salvador de todos los hombres…” No cabe duda de la vocación de cualquier tradición monoteísta de elevar su ruego al Creador. Los judíos también sabemos de eso. Como todos…Lo que también sabemos, en que no cabe la “compulsión en el plano de lo espiritual”. Es decir, no se puede obligar a alguien a ser o creer lo que no puede alcanzar por su propio discernimiento y elección… Conozco la plegaria original también, y más allá de saber que la actual ha sido corregida y suavizada en su idioma, el contenido no se ha modificado. El judaísmo mantiene como una de sus columnas del pensamiento, el tema de “Gueulá” o ‘Redención – Salvación’. Implora cada mañana y en cada Shabat “Uvá leTzión Goel” –‘Y vendrá para Tzión su Redentor/Salvador’-. Y lo exclama –cuando no en medio de un suspiro-, ‘puertas adentro’. En su intimidad. Tratando de abrazar a todo el pueblo judío, unido bajo el nombre de Tzión… Nada más, pero nada menos. Hemos crecido al amparo de la esperanza. Fue el anhelo de mis abuelos, la ilusión de mi padre, el ferviente deseo mío. Y confío, que seguirá siendo el hilo de esa esperanza tendido entre los corazones de mis hijos, nietos y los que vendrán…Allí mi tarea. Allí mi reparo. La plegaria que tanto nos ha sorprendido no sólo ha venido a remover un tema superado, sino que ha venido en un momento cuando necesitamos multiplicar más que dividir… Pero multiplicar querida Ana, es hablar del ‘mínimo común múltiplo’ –es decir, el punto de partida que nos hace idénticos y que a partir de ese momento, multiplica nuestras identidades: como afirmaba el profeta Mijá, “Ki jol haamím ieljú ish beshem elohav, vaanajnu nelej beshem HaShem Elokeinu leolam vaed…”. ‘Pues cada pueblo y pueblo irán en nombre de su D’s, más nosotros, nos encaminaremos en el Nombre de HaShem Nuestro D’s, por siempre jamás…’. Hay un algo irrenunciable insinúa el profeta que vivió hace 28 siglos atrás. Y ese algo es poder elegir. Ser libre es ser electivo. La condición humana plantada por D’s en el mundo es la libertad de elección. No cabe la compulsión…jamás. Es bueno rezar por el otro. De hecho, afirmaron los sabios del Talmud, “quien reza por su prójimo su plegaria será escuchada primero…”. Rezar por el otro, es pedir por el bien del otro. Su bienestar físico o espiritual. No para que el otro cambie. Sino para que pueda fortalecerse en su condición de tal. De ser otro diferente a mí… Hablaré de mis pares, no siento la necesidad de comprometer a quienes comparten la mesa y no son de la grey judía. La sensación es ambigua, no las definiciones… Porque el diálogo presupone conciencia del otro. De quién es el otro. Sus creencias y principios, sus valores, sus ejes de transmisión. Como lo expresé en la mesa, creo que llego el tiempo de revisar los contenidos del diálogo y los aspectos fundacionales del mismo. Si la Confraternidad cumple su cincuentenario en su hacer, imagino que le tiempo transcurrido amén de haber sorteado diferencias, produjo un enriquecimiento claro y contundente. Sacar a luz los puntos y los puentes, es menester de la hora. Por eso hablo de revisar. Para poder generar un buen diagnóstico…Sólo después, podremos evaluar un pronóstico. Ser en el mundo ya significa una realidad compleja. Ser de a dos, es aproximarse a la Voluntad de Un Creador Quien ve en esa unión no sólo el fruto del amor y el respeto sino la posibilidad de conjugar el verbo dar, la razón del brindar, la esencia misma de la creación… La pareja conyugal no sólo ‘pro-crea’ para el mundo del Bereshit. Está ‘a favor de la creación’ (como el verbo lo sugiere), pero apela a algo más. Necesita no sólo donar sus genes. Requiere de alimentar con la vivencia; exige nutrir con el amor de la transmisión y ruega porque los ‘por venir’ alberguen idéntica necesidad: la del recrear, la del procrear y la del continuar… Como padres, educamos, cuando podemos. Como padres no podemos dejar de hacer sentir el ‘dónde provengo’ en todo momento. Mostrar las raíces, no es exponerse. Es saber desde dónde me solidifico. Desde cuándo afloro al mundo. De dónde abrevan mi tronco, mis ramas y mis flores. Yo llegué a un mundo donde –y con las ‘armas’ a veces precarias de progenitores que no pudieron tener la amplitud de la vivencia o del conocimiento como las que poseemos hoy-, intentaron, y con éxito, plantar en nosotros esa pertenencia. El judaísmo no fue para ellos un marco referencial. Fue la vida misma, el cuidado diario, el esfuerzo cotidiano…e imagino, el sueño que acunaron cuando pareja, al llegar sus frutos a este mundo. Y dentro de nuestras paredes, acogimos siempre el anhelo de la felicidad para nuestros hijos. Como cualquier persona, imagino…(lo digo porque los días del vivir me han llevado a callejones oscuros donde no siempre los padres desean lo mejor para sus hijos…). Felicidad es simplemente el que puedan crecer en lo propio; creer en las raíces de la propia vivencia en la cual crecieron; para por último crear su propio espacio, diferente pero próximo a la raíz…Porque felicidad también comprende el mundo de lo espiritual… La tarea es ardua. Como el ser mismo. En eso va la vida. Una vida de contenidos, no sólo de mandatos o de costumbres. Una vida donde elegir te hace digno; te torna libre; te concede la posibilidad de decir ‘no’ cuando debo, así como afirmar, cuando es necesario…Una vida en donde no sea fácil renunciar. En eso creo. Para eso vivo. Y con eso, educo… Creo mi estimada Ana que la criatura humana es la adaptable. En eso transcurre la esencia del verbo ‘segulá’ ¿sabe? No sólo se es elegido. Se es pasible de adaptar. Y creo que en ello va la realidad del ser humano por doquier. ¿Qué pretendo decir? Que sólo una vez que la persona reconoce el ‘terreno’ donde está, puede adaptarse al mismo… Ahora bien: usted me plantea el proceso, pero al revés. Adaptemos el terreno a la persona…No es mala idea, pero creo que es infructuosa. Difícil cambiar la geografía aunque no imposible modificar el medio ambiente, claro.). Creo humildemente que no se ha recorrido lo suficiente el terreno; no se ha caminado lo suficiente la geografía; no se conocen bien los amaneceres y los atardeceres… Si dejo el plano material, le digo: ¡qué bueno sería poder adaptar lo que uno quiere una vez que he pasado por el conocimiento básico de lo ‘por conocer’! ¿Conocemos nuestra tradición religiosa? ¿La comprendemos? ¿Estudiamos bajo una perspectiva intelectual y espiritual nuestra Torá? ¿Qué sabemos acerca de la Halajá? ¿Sólo lo prohibido?... Y le ruego por favor, a usted, al lector, que no tome mis palabras a tono personal. Me pregunto acerca de lo que tenemos ‘a mano’ y sin embargo, a veces –la mayoría de las veces- lo transformamos en un acto, en un rito, que como todo rito ausente de contenido, termina por hastiar y nos conduce al abandono… Yo escucho el eco de los ‘vientos de cambio’…Pero…¿puedo yo cambiar lo que desconozco? El Judaísmo nace de un Libro es cierto. Pero no es sólo un Libro. No somos como nos ha denominado el mundo “Am haSefer” –‘el Pueblo del Libro’-…No. Somos sí una idea casi parecida, pero debemos poner los ‘puntitos’ en otro lugar. Es decir, acentuarlo diferente: en lugar de ‘Am’ (‘áin-mem’) debemos leer: ‘Im’, que quiere decir: Con…Somos un pueblo, con el Libro. Ser con es conocerlo para amarlo; es descubrir mis raíces; es caminar junto a Abraham y es escuchar a D’s desde cada lugar donde me encuentro… Abrigo la esperanza del saber. Que seamos estudiosos primero. Y allí descubriremos el sentido de la adaptabilidad…¡increíble dinámica que proponen las fuentes judías, cuyas raíces brotan desde el texto escrito, se ramifican hasta las más bellas flores en la tradición oral, para por último bañar las costas de las diásporas judías y hoy –de nuestra amada Israel- en ese mar profundo y cristalino que se llama ‘Halajá’ –la tan temible y desprestigiada Ley, Normativa- que nos educa para la vida. Mantener a la gente cerca, es como preguntarme cómo permanecer cerca de mi propia esposa…Sólo con la verdad. Con el afecto diario. Con el amor interminable. Con el respeto por su dignidad. No es casual, querida Ana, que el verbo ‘Iadóa’ –ladáat- cumbre del saber y del conocimiento, sea aplicado también a mi realidad conyugal en nuestra Torá… Creo que las afirmaciones del Rab, deben ser explicadas por él. Seguramente tendrá una explicación contundente para ello, de lo contrario no lo hubiera escrito así. No me estoy escapando, pero quiero que me entienda: no suelo explicar las afirmaciones de mis colegas así como sus negativas. No es mi estilo el polemizar respecto al mundo de las ideas. La interpretación la realizo desde otro ámbito –el académico- el cual abracé desde hace tantos años. Pero no aquí… Como le explicaba, mi acento pasa por la educación y la presencia inconmovible de principios de acción. Del no renunciar con facilidad. De intentar comprender la realidad de mi hijo y acompañarlo. Pero también de hacerle ver la singularidad que le cabe… Usted me habla de una esencia diferente del ‘judío y del no judío’…Yo le he hablado de la esencia diferencial del cada ser humano!! Cada criatura es un ‘microcosmos’. Nunca una realidad –aunque se repita mil veces- nos afecta de la misma forma. Y anhelo, como le decía, que el vivir en la diferencia nos asemeje más y más al modelo de la Creación. Donde cada ser humano es uno… “Al ken nibrá haadam iejidí” afirma el Midrash. ‘Es por ello que fue creado Adam como unidad’. Para que nadie diga ‘mi padre es más importante que el tuyo’, o ‘mi padre es más fuerte que el tuyo’…Parece pueril la idea. Pero es genial. D’s no ha dado motivos para que uno prevalezca sobre el otro…Ahora los criterios humanos…¡Ay! Eso me duele…¡y mucho!! Si afirmo eso, entonces no tendré dificultad alguna en confirmar sus dudas: nos recorre un común denominador y nos divide un ‘mínimo común múltiplo’. Ahí la riqueza. Allí la entereza del ser. Ser entre su común múltiplo. Allí donde todo le resulta ‘común’. Allí donde todo, parece resultarle familiar. Allí se crece. Allí se cree. Allí se crea… ¿Excepciones? ¡Pues claro está que sí! Yo jamás soñé con reglas generales. Sí abrace principios fundamentales. Y los estudio hasta el día de hoy. Hasta cuando deje este mi mundo de las acciones. Porque debo saber. Aunque, escucho el susurro cotidiano de Shelomó el rey que me dice: “…el que agrega sabiduría, agrega dolor”. Así es. Lo afirmaba el genial sabio contemporáneo Iosef Dov haLevi Soloveitchik Z”L: “…si para el mundo en general, la ecuación existencial se traduce como ‘cogito, ergo sum’ (pienso luego existo), para la condición judía, dicha ecuación dice: ‘dolorem ferre, ergo sum’ (sufro, luego existo). El sentido de la existencia como sufrimiento, es la crisis que envuelve al ser del conocimiento…Allí estamos. Tratando de comprender. De aprender. De emprender. Y si podemos, prender la luz de la continuidad judía… Creo mi estimada Ana, que todo lo que genera dolor, frustración y fracaso es motivo de escucha. Creo que como en otros tiempos –y tal vez hoy con mayor agudeza- las crisis se tornan recurrentes. A veces pensamos que tenemos la respuesta. La mayor de las veces no es la respuesta esperada. Un dejo de displacer se dibuja en el hermano que concurre. Pero al final, notamos que su rostro refleja otra luz… ¿Qué ha pasado? Nos hemos escuchado. Pudimos compartir ideas. Rescatamos del fracaso, la esperanza. Pudimos cruzar el estrecho puente de la indiferencia. Soy relevante para alguien… Entonces, se genera el espacio ideal: confianza. Y tras ella, alguna afirmación. Alguna toma de acción. Vuelve la responsabilidad a su lugar de origen. La estima recobra su impulso…Soy alguien, ahora puedo más… Lo que le transcribo es una entrevista casual. Es el resultado de lo consultado. Y por cierto, los umbrales de la frustración se elevan un tanto más. Y nuestro hermano/na, puede salir de su encuentro con la cabeza en alto. Un 50% de su dilema ha sido resuelto: porque pudo hablarlo…pudo enfrentarlo. Ahora comenzará otra etapa… Pero si hay dos ojos que miran, dos oídos que escuchan y una boca que puede hablar, el intercambio es maravilloso. Construimos lazos que unen y nos dejan ligados hacia adelante. Entonces, la crisis que espera, tendrá referentes. Y habremos generado una valla de contención para que no nos supere… Cumpliré seis años en mayo próximo si D’s quiere…Esta pregunta tiene sabor a resumen de lo hecho. Espéreme un poquitito más y hacemos juntos el balance... Pero anterior a mi balance final: le agradezco a D’s el haberme guiado hasta aquí. Estos tiempos fueron –y son- de un crecimiento emocional, textual e intelectual, ¡enorme! Un desafío a la condición humana…Y como aprendí de mis padres a ser agradecido, entonces lo primero es lo primero: ¡¡Gracias!! A usted que me está leyendo (y se imagina que no termino nunca!!); a usted que me supo criticar para construir; gracias a los que cada shabat me llevaron al desafío del tener que decir algo –con sentido-…Esas son las fuerzas. Detrás de las fuerzas, están escondidas las debilidades. El ‘por hacer’. El ‘deber hacer’. La otra tarea que espera. Y como decía Rabi Tarfón: “no estás obligado a concluir con toda la obra, más tampoco eres libre de sustraerte de la misma”. En eso estamos. En no quitarle el cuerpo a esa bella obra que cumplió 90 jóvenes y pujantes años…Usted, su familia, sus sueños. Sus esperanzas… Creo que respecto a la última pregunta, todos lo han intentado. Y se esmeran en ello. Si releo la primera, veo que con grandes esfuerzos, los seres que acompañan la vida comunitaria, han desplegado su arsenal ético en sus emprendimientos comerciales… Por eso, sólo me queda prepararlos para la segunda pregunta: la del ‘medio’. La que es el fiel de la balanza de la vida…Por esa está ahí. En segundo lugar. Para que veamos la riqueza del hacer humano, que puede –y debe- estar acompañado del estudio de Torá… Entonces, mi consejito: guárdese también un tiempo…su tiempo. Para ser libre. Para educar a ser libre. Para ejercer el acto más digno: el transmitir. Impostergable tarea del ser padre. Increíble misión del ser abuelo. La más bella forma de trascender a la eternidad… ¡¡La contradicción hubiera nacido de no haber alcanzado el saber quién soy de la mano de la Torá y la Ciencia!! El mundo del Génesis nos hace partícipes de la dualidad. Todo se multiplica. Todo parece ubicarse en el campo donde lo singular, se torna plural. Una vez más agradezco a mis padres –este tiempo de Adar los elevó a su morada Celestial a ambos-, que me procuraron ese espacio ‘abierto’: la educación general, la transmisión particular… Plantaron el amor por el saber. Y ante todo, saber que la condición que habita en cada ser, es de por sí antagónica. ¿Y sabe por qué? Porque lo antagónico me llama a estar vivo. El antagonismo es luchar por permanecer vivo. En mis principios. En mis metas. En mis sueños… Dos mundos. Dos concepciones. Para un ser humano doble: aquel que se debate entre el mundo del saber que demuestra el límite, y el universo de la fe, que le abre las compuertas de lo imposible. Así conviven los ‘antagonismos’…Invitándome a vivir. A redoblar mi condición humana, surcando los terrenos más ásperos y recónditos del saber científico, y a recorrer los altos cielos, vibrando entre soles y lunas del saber y las estrellas que fulguran la tenue luz del conocimiento… |
Ana
Jerozolimski
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