“Jerusalem es la capital religiosa, política y espiritual de Palestina. Los judíos no tienen ningún derecho en ella”. Así lo afirmó el Sheikh Taysir Al-Tamimi, Jefe de los Tribunales religiosos islámicos , funcionario de la Autoridad Nacional Palestina.
El problema es que Tamimi no es el único y no da su mera opinión personal. Lo que cuenta aquí es su investidura. Y lamentablemente, la posición palestina tiende a presentar a los judíos-y a menudo lo hace abiertamente- como carentes de vínculos históricos con Jerusalem.
Polémicas, por cierto, no faltan. Tenemos serias reservas respecto a la instalación de familias judías en zonas como Ras el-Amud en Jerusalem Este, por el simple hecho que es hace años una zona de mayoría claramente árabe. Y dado que abogamos por la convivencia pacifica pero siendo conscientes de que cada uno necesita su propio espacio y que mezclarse no siempre es receta segura para buen entendimiento sino todo lo contrario, nos parece problemático que judíos vuelvan a vivir allí, aunque esa es la zona de Ir David, la ciudad original del Rey David.
Pero entre eso y alegar que el tema de fondo es “falta de derechos”, hay un abismo. No pasa mucho tiempo sin que se descubra alguna pieza arqueológica con motivos judíos claros, precisamente en zonas de la Jerusalem antigua, incluyendo la parte oriental fuera de las murallas, que datan del primer o segundo Templo. La historia de presencia judía en Jerusalem, es milenaria.
Cuando los palestinos sostienen que Israel quiere “judaizar” Jerusalem, no se refieren únicamente a la gradual instalación de familias judías en zonas de mayoría árabe, sino que pretenden crear la impresión de que la ciudad misma no tiene pasado judío, de que la presencia judía en la misma es artificial.
Lo preocupante, más allá del contenido mismo de las mentiras, es la identidad de quienes las diseminan. No es gente de la calle...
El 27 de febrero de este año, el Dr, Marwan Abu Khalaf, director del Instituto Arqueológico en la Universidad Al-Quds, dijo en la televisión de la Autoridad Palestina: “Los tesoros arqueológicos en Jerusalem enfatizan la profundidad del legado de la ciudad y su historia, enfatizan su condición árabe y refutan lo alegado por Israel de que es una ciudad judía..Es sabido que quizás bajo cada piedra, en cada esquina, en cada calle en Jerusalem hay una reliquia. Estas reliquias dicen: somos árabes, somos musulmanes, somos cristianos”.
La unión musulmana-cristiana es utilizada artificialmente para contraponerla a los derechos judíos.
El 16 de abril , el Ministro de Agricultura palestino Mahmud al-Habbash dijo en la televisión oficial: “Ellos (los judíos) se basan en mitos e invocan la religión judía y la fe judía, a pesar del hecho que los judíos verdaderamente religiosos creen que el Templo nunca estuvo en la Ciudad Sagrada (Jerusalem) y no estuvo absolutamente nunca en el sitio de la mezquita de Al-Aksa”.
"Jerusalem es el punto de encuentro de diversos sitios arqueológicos, a través de los cuales el establishment israelí está intentando elevar una historia hebrea imaginaria”, escribió el 4 de marzo el órgano oficial de la ANP , Al-Hayat al-Jadida.
Son incontables las citas en las que figuras palestinas, no solamente religiosas islámicas, niegan el derecho judío en
Jerusalem, alegan que el Templo Sagrado de Salomón jamás existió y que el Muro de los Lamentos no es remanente del templo judío destruido, sino el muro occidental de la zona de la mezquita de Al-Aksa. Le llaman inclusive “Al Buraq”, que era el nombre del caballo del profeta Mahoma, siguiendo la tradición musulmana según la cual fue a ese muro que él ató su caballo volador cuando llegó de La Meca hasta “al Aqsa”, que significa “la más lejana”. Eso fue interpretado como Jerusalem, aunque el nombre de la ciudad no es mencionado ni una vez en el Corán.
Y esta situación debe preocupar no sólo a quienes sostienen que Jerusalem debe mantenerse unificada por siempre, Este y oeste, bajo soberanía israelí. Estas mentiras deben preocupar también a aquellos israelíes , deseosos de un acuerdo con los palestinos, que estarían dispuestos que las zonas árabes de la parte oriental pasen a control palestino, sea porque lo consideran justo o porque lo ven como preferible para mantener la mayoría judía en la otra parte de
Jerusalem.
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