Lo mataron porque era cristiano |
Pauline Ayyad (30)
habla en voz baja, sonríe tímidamente cada tanto y parece no perder la
calma ni siquiera cuando el pequeño George que tiene en sus brazos, llora
como buscando algo que nadie le puede dar. Hace
aproximadamente cuatro meses, Pauline (miembro de la comunidad palestina
cristiana de la Franja de Gaza) quedó
viuda, con dos hijos (George de dos años, Uisam de uno) y embarazada,
hoy de siete meses. El cuerpo sin vida de su esposo Rami (30) –que
trabajaba en la ONG Instituto Bíblico de Gaza- fue hallado en un punto
alejado de la ciudad, la Gaza
en la que vivía este palestino cristiano junto a su familia, la ciudad en
la que fue secuestrado por desconocidos y en la que le mataron. Ahora,
Pauline trata de comprender, busca indicios de lo que iba a suceder, trata
de analizar qué hechos anteriores habían sido en realidad negros
vaticinios. Por un tiempo al menos, habla más o menos segura, en un
departamento que el trabajo de su esposo ya muerto le alquiló, en Belén.
“Recuerdo
aquel jueves en que Rami llegó a casa de su hermano directo del trabajo,
con aspecto de asustado y me dijo que lo estaban persiguiendo”
- cuenta
Pauline. Ella preguntó si estaba seguro de ello. “Si, el taxista que me
trajo me dijo que un automóvil estaba detrás nuestro todo el tiempo”
-
respondió él. Miró por la ventana y allí estaban. Tres hombres de
barba a los que él no conocía, dentro del auto que luego se fue pero más
tarde volvió. Al
día siguiente, nuevamente movimientos sospechosos perturbaban la calma de
este joven. ”Era una buena persona, no tenía enemigos y ni siquiera
dinero como para que alguien quisiera secuestrarlo y pedir rescate por él”
-
dice la joven viuda. ”Yo creo que lo mataron porque era cristiano y
trabajaba en el Instituto Bíblico, aunque allí ayudaba tanto a
cristianos como a musulmanes, porque todos son seres humanos”. El sábado, dos días
después de aquel incidente con el automóvil
misterioso -que Pauline
recuerda tenía matrícula de la Autoridad Palestina y era notorio que
alguien había intentado borronear los números- Rami demoraba en volver.
Lo llamó al celular y él dijo que en un corto rato regresaría, que
estaba con gente, con algunos trámites que pronto terminaría. Pero el
tiempo pasaba y Rami no volvía. “Tengo que ir a
un sitio que queda lejos. No sé si podré volver…” fue lo último que
le oyó decir. A las 6.30 de la mañana del día siguiente, su cuñado,
hermano de Rami, le dio la noticia fatal: “Encontraron su
cuerpo. Lo
mataron a las 2 de la madrugada”. Pauline no llora
ante las cámaras y micrófonos. “Creo que era su destino y si me pasa
algo a mi cuando vuelva a Gaza, también será el mio”
- dice firme y
suavemente al mismo tiempo. Su cuñada, hermana de Rami, tiene en brazos a
Uisam, mientras George estira los suyos para que lo levanten también a él
del regazo de su madre. “Nunca habíamos
tenido problemas y podíamos vivir como cristianos en Gaza”- dice
Pauline. Pero al insistir nosotros en las preguntas acerca de si algo
ocurrido antes del asesinato le hacía pensar que había aquí de fondo un
serio problema, el cuadro que pinta su respuesta, es otro totalmente
distinto. “Dos meses antes
de que lo maten, alguien fue a la oficina de mi esposo y le dijo si no
quería convertirse al Islam.Tenía aspecto de un sheikh, era un musulmán”
-
recuerda Pauline, agregando la respuesta de Rami: “Soy un cristiano y no
quiero ser un musulmán. ¿Acaso usted quiere convertirse al
Cristianismo?”. La respuesta del hombre de barba que le había ido a
ver, fue terminante: “Ya me encargaré de ti”. Preguntamos a esta
joven palestina cristiana cómo describiría la situación general de los
cristianos en Gaza y reitera que ella nunca había tenido problemas y que
piensa volver porque allí está toda su familia, sus padres, hermanos,
sin los cuales le será difícil arreglarse con los pequeños. La
enfrentamos con el caso de una médica cristiana a la que extremistas islámicos
amenazaron con violar, si no se convierte al Islam, según nos consta de fuentes palestinas. Pauline suspira,
se detiene un segundo y luego responde: “Al final no le pasó nada,
porque se convirtió al Islam…”. Difícilmente
muchos cristianos acepten hablar abiertamente de la difícil situación
que viven en Gaza, bajo gobierno de Hamas. Ningún ataque se lleva a
cabo como política oficial del gobierno local, que se presenta inclusive
como especialmente interesado en salvaguardar los derechos de los
palestinos cristianos, afirmando que no hay imposición
alguna. Pero al
parecer, la autoridad exclusiva de Hamas en la Franja de Gaza, da a
ciertos elementos la sensación de que todo está permitido.
Los
extremistas actúan con mano libre y aunque no se pueda afirmar que son
enviados oficialmente por Hamas a perpetrar tal o cual ataque (han sido
quemados negocios de cristianos, librerías y cafés Internet considerados
occidentales), la sensación de la gente en el terreno es que por algo
estos radicales sienten que pueden actuar. Pauline Ayyad no
entra en estas apreciaciones generales. Lo único que sabe es que su
esposo ya no está y que le dijeron que “el caso está cerrado”, que
no hay investigación. “Ahora, debo criar a mis hijos, que sean hombres de bien como era él. Tengo fe en Dios, como Rami tenía, y no puedo caer” - resume Pauline. |
Ana
Jerozolimski
Semanario Hebreo
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