La ceguera eterna e incurable
Ana Jerozolimski

Por un momento, creíamos que sería diferente. Por un instante, pensábamos que esta vez, algo habrían aprendido. Pero  aún ante 1300 palestinos muertos y 5000 heridos-el cruento saldo de la ofensiva que Israel lanzó en su contra tras ocho años de sufrir ataques de misiles desde Gaza- Hamas sigue sin ver.

 

Ayer, cuando sus líderes  comenzaron a salir de los bunkers -aún no las figuras principales sino las “intermedias”- empezaron  a palpar la dimensión de la destrucción. Pero casi al mismo tiempo, enmascarados de los batallones armados Izz al Din al-Kassam amenazaban que “nuestros misiles llegarán a blancos en la profundidad del enemigo”, prometían nuevas guerras y la recuperación de su arsenal en pocas semanas.

 

No aprendieron nada.

 

El poder de disuasión de Israel, cabe suponer, sí se ha recuperado, ya que difícilmente se conciba ahora a Hamas disparando nuevamente hacia Israel. Pero aunque sea para la puesta en escena, esa patética rueda de prensa de los enmascarados amenazando y el no menos lamentable discurso del “Primer Ministro” Ismail Haniyeh, desde su escondite, hablando de “la victoria del pueblo palestino todo”, fueron una terrible señal.

 

 

Claro está que la destrucción a lo largo y ancho de la Franja de Gaza fue producto de los bombardeos israelíes. Pero aunque Hamas rechace la narrativa israelí, convencido realmente de ser la víctima y no el agresor,  podría, al ver los daños, al menos detenerse a pensar.

 

¿No sería lógico suponer que a raíz del duro golpe que recibió Gaza, Hamas trate de analizar en qué se equivocó?  ¿No sería normal que junto a las condenas y el odio a Israel intente ver si hay algo que hizo mal como para conducir al pueblo a tanta tragedia? Eso habría sido una prueba de respeto hacia sus propios muertos.

 

Pero no aprendieron nada.

 

El fuego israelí fue intenso. Sin duda. Pero Hamas sabe que sus misiles, explosivos y armas, estaban escondidos en las casas de sus propias  familias, en escuelas, clínicas y mezquitas. Hamas sabe que había cargas explosivas y armas debajo de las camas. O apertura de bunkers y depósitos de explosivos en medio de un comedor, debajo del sofá., en el armario de la cocina. El mismo sofá en el que se sentaban los niños a jugar. La misma cocina en la que la esposa iba a cocinar.

 

Hamas sabe que había convertido Gaza en una bomba de tiempo.

 

Hamas sabe que los esfuerzos y millones de dólares que invirtió en las armas, habrían alcanzado para alimentar muchas bocas de refugiados, para suplir las carencias de tanta gente en Gaza, para construir escuelas y hospitales bien equipados.

Pero Hamas optó por otra cosa, totalmente diferente.

 

Y ese orden de prioridades palestino, determinó también la vida de Israel , acosado por los misiles disparados desde Gaza hacia el sur del país.

 

En lugar de vomitar a Hamas de su seno, al ver que la retirada israelí de Gaza fue tomada como inicio de una escalada en lugar de una era de desarrollo y crecimiento, los palestinos le eligieron para gobernarlos.

 

Israel quedó solo pues para defenderse de Hamas. No podía contar con una alianza no escrita con vecinos palestinos interesados en vivir mejor.

 

Quedó solo para intentar poner fin a los ataques. Trató por las buenas, durante años. Hasta que no pudo más.

 

Las bombas, sí, fueron de Israel. Pero la culpa, de Hamas.

Ana Jerozolimski
19 enero 2009

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