De la Comedia Nacional al Teatro Habima: 

Juan Jones se presenta en Israel

En medio del diluvio de cancelaciones de visitas a Israel por parte de artistas y políticos internacionales, por la situación de violencia que se está viviendo especialmente en el último año, se destacó especialmente la visita del actor uruguayo Juan Jones. Invitado a participar en representación de Uruguay en el festival "Teatroneto" del prestigioso teatro Habima de Tel Aviv, este actor de la Comedia Nacional dejó bien plantado el nombre de nuestro país con el espectáculo que trajera a Israel, armado especialmente para sus presentaciones en Tierra Santa.

Pero a la calidad de su destreza artística y a la profesionalidad y potencia de sus interpretaciones, se agregó en los encuentros que nos han acercado, la grandeza de su postura contra la violencia y su convicción de que precisamente cuando Israel está viviendo una situación de conflicto como la actual, se debe dar la cara al terrorismo. Esto es lo que quiso hacer con su presencia en Israel, en la que fue además un excelente embajador cultural de Uruguay.

"Semanario Hebreo" ha tenido el gusto de entrevistarle y compartimos a continuación sus declaraciones en la que la calidez de Juan Jones pidió un inmediato "tuteo".

P: Juan ¿con qué expectativas viniste a Israel? ¿Sentiste temor o dudas en algún momento?

R: Todos sabemos los hechos que conmovieron al mundo y que vienen conmoviendo a Israel desde mucho antes. Siempre había querido venir. Surgió la oportunidad de venir al festival "Teatronetto" y con ello también los temores de la gente. Pero la verdad es que lo primero en lo que pensé fue abocarme a armar el espectáculo. Traté de buscar los textos más exigentes porque sabía ante qué público iba a estar. Busqué lo más difícil, lo que podía entretener, lo que podía conmover, le agregué canciones. Traje autores como Lorca, Calderón de la Barca, Pirandello, Bialik, Shakespeare.

P: Decías que empezaron los temores de la gente...

R: Así es. Me decían que me venía en un momento de locura, a lo que yo respondía preguntando cómo se justifica que un actor que está al servicio del pueblo, al servicio del arte, tenga miedo de ir a un lugar en el que aparentemente hay un conflicto, pero en el que hay gente que ha luchado toda la vida por ideales que enaltecen a la humanidad. Pregunté cómo es que yo, en ese momento, iba a tener miedo. Cuando mi hija me dijo "papá, no es peligroso?", le contesté que si tengo que morir sirviendo a la humanidad dentro de mi profesión, al lado de gente que se está jugando la vida por una causa noble, prefiero morir con dignidad y no morir escondido, con miedo, en un rincón. Eso es lo que estoy diciendo desde que salí de Montevideo, lo que le dije a mi hija que es uno de los seres que más quiero. Ella quedó conforme, porque sabe cómo pienso, cómo siento esta profesión.

P: Una profesión, es evidente, que ama mucho.

R: Sin duda. La hago como una gran vocación, pero como una profesión de servicio. Creo que Dios o el destino, como uno le quiera llamar, me puso en el momento preciso de venir a esta bendita tierra para decir "aquí estoy", para traer cultura donde quiere introducirse la barbarie.

P: Mi sensación es que más allá de tu posición personal, esto es una enseñanza que quizás si fuera adoptada por todos, debilitaría a la barbarie a la que haces referencia.

R: Claro, porque esto va más allá de política. Es otra cosa. Es la civilización contra la bestialidad. Traer cultura, marcar presencia, es marcar civilización. ¿De qué nos ha servido todo lo que ha caminado la humanidad si vamos a sentir miedo? Si yo dijera que no tengo miedo, mentiría. Tengo miedo. Pero lo transformo al miedo. El miedo es un toque de atención para que sepamos que es algo que es un peligro. Pero el miedo no me hace esconder en una cueva, sino salir y enfrentarme con lo único que tengo, la cultura, que es la única arma con la que puedo combatir, aquí y en cualquier lado donde haya que hacerlo.

P: El miedo es inevitable simplemente porque uno es consciente de la situación, verdad?

R: Todo lo podemos transmutar en la vida. Con mi profesión he descubierto que dentro del ser humano está todo, desde lo más sublime hasta lo más corrupto, desde la luz a la oscuridad. La diferencia entre la luz y las tinieblas -y esto no lo dije yo- es que la luz puede tener algún momento de sombras pero no deja de ser luz, pero la oscuridad nunca puede ser luz. Es en eso que estamos embarcados. Y yo estoy seguro que la luz nunca va a poder ser oscurecida por esas tinieblas.

P. Estando aquí, en el diario vivir aunque por un relativamente corto tiempo ¿te topas con lo que pensabas que verías aquí o con lo que uno podía pensar al leer titulares de la prensa estando en Uruguay?

R: Veo un pueblo fuerte que hace su diario vivir, que se mueve, que trabaja, que tiene alegría de vivir. Hoy estamos hablando en Jerusalem, que ha sido un placer y que he recorrido desde temprano. He tenido la fortuna que un sacerdote que es arqueólogo me ha mostrado cada esquina. Venía de anoche sin dormir. El Embajador Pombo ha tenido la gentileza de llevarme a diferentes casas de amigos en las que he presentado parte de mi espectáculo. Quedé tan acelerado que no dormí toda la noche, porque me conmueve mucho. Siento que se justifica.

P: ¿Pensabas que llegarías aquí?

R: A veces uno comienza una carrera y no sabe hasta dónde puede proyectarse. Muchas veces tuve oportunidad de salir a trabajar fuera del Uruguay y de tener grandes contratos pero renuncié. Cuando estaba en Uruguay iba a trabajar con Visconti y con De Sicca y volví -recordará el pueblo uruguayo- para ser el galán joven de la compañía de teatro Ciudad de Montevideo que encabezaban China, Taco y Guarnero. Me sentí feliz. Después pasé a hacer televisión. Después un gran empresario argentino, Gallo, me quiso contratar y me dijo "Jones, yo le pongo un cartel luminoso en la calle Corrientes y le pago lo mismo que le estoy pagando a Alcón", pero yo dije que no, que tengo que trabajar en mi país. Pero llegó un momento que sentí que estoy como en una jaula. Y mira las cosas que tiene la vida: tiene que pasar un acontecimiento que conmueva al mundo, para que yo sienta que puedo volar. Y estoy volando acá, gracias a ustedes.

P: Y en este vuelo te encuentras con muchos compatriotas. ¿Con qué impresión te vas de ellos?

R: Que son seres maravillosos, que han decidido estar acá, convivir con sus hermanos, afrontar y enfrentar lo que sea, pero que siguen teniendo nostalgias de su tierra. Y siento que esto nos hermana más todavía. Ojalá el mundo sea un día un mundo de hermanos en el que nos dediquemos al amor, a la cultura y a la alegría de vivir.

Ana Jerozolimski
Semanario Hebreo
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