Israel
- una creación imperfecta y ejemplar |
En
este nuevo aniversario de la independencia de Israel, al cumplir el Estado
judío 61 años de soberanía en la era moderna, quisiéramos hacerle un
homenaje. No se trata de flores ni versos especiales, sino simplemente de
un ejercicio de memoria. Es
que si alguien aterriza en el planeta Tierra de una galaxia lejana, sin
saber lo que ocurrió aquí en los últimos decenios, podría creer que
Israel es el origen de todos los males, un país perverso que desea vivir
en guerra, racista y discriminador, en búsqueda de cómo mejor matar a
sus vecinos. Sin
olvidar ni por un momento que Israel también comete errores, que tiene no
pocos problemas en su plano interno cuya solución depende sólo de su
gente y no de sus vecinos, sin olvidar que Israel no es ideal , creemos
que merece hoy este homenaje. Por
eso, quisiéramos recordar que luchó por su propia vida, no para
aniquilar a sus vecinos. Que nació para concretar el sueño de
generaciones de crear un hogar nacional para el pueblo judío en su tierra
ancestral. Que no es un recién llegado que expulsó a otros, sino hijo de
la tierra en la que hoy existe el Estado judío. Quisiéramos recordar, en este ejercicio de memoria que hoy nos parece esencial, que es verdad que cuando se incentivaron los esfuerzos por crear el Estado de Israel, tras siglos de exilio, también había en el lugar otra gente. Siempre hubo presencia judía en la tierra de Israel.Pero nadie alegó jamás que no había también otros. Podríamos discutir cuestiones de fechas, eso de quién llegó primero, pero no les conviene a los demás entrar en eso.
En
este homenaje , basta con recordar que el sionismo moderno no echó a los
otros de su tierra . No pretendían restas, sino sumas. El hecho es que la
población árabe local aumentó considerablemente-y que su situación fue
mejorando paulatina y constantemente-a raíz de la intensificación de la
inmigración sionista, que se sumaba al “viejo ishuv”, especialmente
de judíos religiosos, que siempre habitaron la tierra de Israel. Y
quisiéramos recordar también que el enfoque y la actitud que creó el
Estado de Israel, fue siempre la de empujar hacia adelante con espíritu
creador. Por eso había universidades, escuelas agrícolas, orquesta
filarmónica, compañías de teatro y un sinfín de instituciones
culturales, de estudio, de desarrollo, aún antes de lograrse la
independencia. Por
eso, inclusive en medio del dolor por caídos en guerras y atentados,
siguió presente el deseo de crear. Por eso, la memoria de los muertos en
el campo de batalla o asesinados en explosiones terroristas, no fue
eternizada con ataques de venganza, sino en parques y monumentos ,
bibliotecas y plegarias. Sin
que nadie lo diga, se ve que el israelí promedio entendió que esa es la
única forma posible de actuar. Este
ejercicio de memoria, no pretende olvidar que han muerto no pocos de sus
vecinos. A veces, lamentablemente, también civiles inocentes. Pero sí
pretende recordar que se ha empujado a Israel a una guerra para
defenderse, que se le ha impuesto una situación en la que debe estar en
guardia constante, combatir el terrorismo...y que en el curso de esa
lucha, también comete a veces errores. En
este homenaje, hay que recordar-por si alguien cae aquí de un mundo extraño
, sin conocer la historia- que la “nakba” o catástrofe de la que
hablan los palestinos en
referencia al significado, para ellos, de la creación de Israel, se habría
evitado si el 29 de noviembre de 1947, al aprobarse la partición de
Palestina en las Naciones Unidas, el mundo árabe hubiese dado el
“si”, en lugar de optar por el “todo o nada” y lanzarse a la
guerra. Si hubiesen aceptado la resolución 181, hoy también los
palestinos estarían festejando su Día de Independencia. ¡Cuánto
sufrimiento se habría ahorrado esta región si así hubiese sucedido! No
habría hoy 22.570 tumbas de israelíes muertos en atentados o caídos en
el campo de batalla. ¿Cuántos científicos, escritores destacados,
buenos actores o simplemente
buenos hijos ,esposos y padres, habrían surgido de entre ellos?
Seguramente también habría habido haraganes, atrevidos, maleducados y
esposos infieles. Pero habrían sido parte del ejercicio natural de la
vida. Si
todos esos miles no hubieran muerto, tampoco habría duelo en familias
palestinas....Es más...Se podría celebrar dos días seguidos Iom
Haatzmaut, porque no habría necesidad de Iom Hazikaron. Quizás
hasta habría celebraciones conjuntas....por los 61 años de independencia
. Pero
claro...suena casi ridículo imaginarlo. Es que los 22.570...están
muertos. Y el Presidente palestino Mahmud Abbas no está dispuesto a
reconocer a Israel como Estado del pueblo judío. No es que Israel
necesite su permiso...pero no deja de ser decepcionante que inclusive él,
que defiende la opción de negociaciones de paz y se ha manifestado
repetidamente contra el terrorismo, sea insensible a la concepción básica
de Israel.
¿Será
otra la explicación? ¿Será que sus palabras vaticinan que la solución
de fondo no llegará nunca? O sea, la verdadera, no simplemente un acuerdo
entre gobiernos. Una
mala señal al respecto fue que luego del discurso ante jóvenes
palestinos en Ramallah, en cuyo transcurso mencionó ese rechazo al
reconocimiento de Israel como estado judío, se fotografió orgulloso con
un póster que recibió con el mapa de Palestina. Allí, cubriendo con
letras latinas el territorio entero del mapa, la palabra “Palestine”
cruzaba el territorio del estado soberano de Israel. Por
eso, volvemos al ejercicio de memoria tan necesario para comprender que no
es culpa de Israel que los palestinos no estén hoy festejando. “Es sólo
una foto”, dirán algunos. “Le regalaron el póster”, dirán otros.
“¿Qué culpa tiene él, que realmente defiende el proceso de
paz”-preguntarán retóricamente los terceros. Pero
el problema es en qué dirección se educa al pueblo, qué mensajes se
transmite, qué sueños se alientan. Al comenzar mañana el sexagésimo segundo año de independencia de Israel, le deseamos lo que se desea a un hijo querido. Que crezca en paz y con buena salud. Y a sus vecinos le deseamos...no menos que eso. En paz, por siempre, al lado de Israel. |
Ana
Jerozolimski
Semanario Hebreo - (editorial)
29 de abril 2009
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