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Iom Kipur, su dimensión religiosa, la humana .. y
el duelo en Israel |
El pueblo judío celebró esta semana, desde el martes al atardecer, el día más sagrado de su calendario: Iom Kipur, el Día del Perdón. La singularidad de la jornada queda en evidencia, entre otras cosas, por el hecho que inclusive judíos no observantes, no religiosos, respetan el Día del Perdón, numerosos van a las sinagogas -para muchos es el único día del año en que se hacen presentes en las casas de oración- y hasta ayudan, inclusive si a lo largo del año no actúan de acuerdo a las normas religiosas judías. Y cabe preguntarse por qué. Qué tiene este día tan especial que “arrastra” multitudes. Por qué también judíos que a lo largo del año no se comportan de acuerdo a los preceptos determinados por la religión, eligen justamente uno que podría ser considerado de los más difíciles-ayunar un día entero- y lo cumplen. Y se nos ocurre que ello se debe no sólo a la idea ya tan enraizada de que Iom Kipur es el día más sagrado del calendario judío, sino a la especial combinación entre su dimensión divina y su fe en el hombre. Por un lado, claro está que aquí la palabra de Dios es determinante. Es EL, según la religión judía, quien decide, tras los diez días “terribles” (Iamim Noraim) entre el comienzo del nuevo año en Rosh Hashana y la llegada del Día del Perdón, el destino que tendrá cada judío, si será inscripto o no en el libro de la vida. Es a Dios que se dirigen durante días y días los rezos de las “Slijot”, una disculpa individual que cada uno pide por los errores cometidos, pero en un marco colectivo de gran significado. Pero al mismo tiempo, el rol del ser humano es clave. A nosotros hasta nos parece lo central, ya que en principio, todo depende no sólo de la trayectoria que cada uno siguió a lo largo del año sino de la sinceridad con que expresa su arrepentimiento. Es que la cuestión no es, claro está, pedir “perdón” y continuar pecando , actuando mal con el prójimo, comportándose en forma inmoral pensando que igual, el año próximo, volvemos a disculparnos. Es de destacar además, que cada hombre y mujer, en Iom Kipur, tienen la responsabilidad de pedir directamente a sus semejantes perdón por si los ofendieron o perjudicaron. Leímos recientemente un interesante artículo del Rabino Gustavo Surazski, que lo explica muy bien, señalando que el asunto no es si ayunamos este año y el anterior sino “cuánto repercutió ese ayuno en nuestras vidas..cuánto nos ayudó a cambiar”. Creemos que de aquí viene el sentido de las vestimentas blancas que caracterizan Iom Kipur…simbolizando pureza. Es la pureza de lo nuevo, de lo recién nacido a raíz de la nueva oportunidad. No es casualidad que , especialmente en Israel, se despliegan tantos esfuerzos por hacer partícipe a la mayor cantidad de gente en los rezos del Día del Perdón. Rabinos del marco conocido como “Rabanei Tzohar”, considerados ortodoxos liberales que ponen énfasis en el acercamiento a los judíos todos, prepararon para el Día del Perdón carpas especiales en distintos puntos del país que alberguen a todos aquellos que deseen acercarse y tener “minian” para poder rezar junto a otros judíos, aún fuera de sinagogas, procurando proporcionar libros de oración también en ruso y amhara, para que los oriundos de la ex Unión Soviética y de Etiopía, puedan seguir las plegarias tal cual estaban acostumbrados en sus hogares nativos. Y estarán los que oren , como lo hacen hace decenas de años, en las pequeñas sinagogas de sus barrios…quienes vayan al beit kneset sólo para decir el Izkor por algún ser querido que físicamente ya no está..quienes ni siquiera ayunen y quienes no piensen en ningún momento en rezar, pero sientan igual la bendición de tener un día en el que lo central es mirar hacia adentro y tratar de corregir. No es poca cosa, tampoco, el simplemente sentirnos parte de un colectivo con sus tradiciones y costumbres, que no para todos pasan por el prisma religioso. En Israel, inevitablemente, el Día del Perdón, desde hace 39 años, va de la mano también del terrible recuerdo de la guerra que Siria y Egipto lanzaron contra el Estado judío en su día más sagrado, de la sirena que rompió el silencio de aquel 6 de octubre de 1973 ..y de los miles que empezaban a salir de las sinagogas cubiertos en su talit, manto de oración, sabiendo que deben presentarse en sus unidades y partir hacia el frente. Va de la mano del duelo por los 2.222 muertos israelíes en el campo de batalla, de dolor por los más de 7 .000 heridos y los casi 300 soldados caídos prisioneros en manos enemigas. Con esto muy presente de fondo, y conociendo la complejidad de la historia judía, también tiene lo suyo, como comenta el filósofo judeo-argentino Darío Sztajnsrajber, juntarse a celebrar “porque es como decir: estamos vivos”.
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Ana Jerozolimski
Publicado, originalmente, en el Semanario Hebreo el 27 de setiembre de 2012
Blog "Así lo veo yo - Notas de Ana Jerozolimski" -
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