“Lo que mas recuerdo es su sonrisa. Lo que mas le gustaba era la vida”.
Entrevista con Mirta Szajnbrum, recordando a su hijo Yaniv (Z”L), caido en la guerra contra Hizbala

Ana Jerozolimski

Mirta nació en Rosario, Argentina .Vive en el Moshav Ben Ami en el norte de Israel, con su esposo Sergio (oriundo de Brasil) y su hijo menor, Tal, de 23 años. El mayor, Yaniv, fue uno de los 119 soldados caídos en la guerra en Líbano hace algo más de un año y medio. Murió en la aldea Ayta a-Shaab, junto a tres de sus amigos, menos de 24 horas antes de la entrada en vigencia del alto el fuego, cuando tenía 24 años.  

P: Mirta, en el transcurso de los años, cubriendo esta zona, he entrevistado a personas que perdieron a seres queridos en atentados o en combate. Y muchos me han dicho que hay diferentes etapas en el duelo, que en determinado momento uno comprende que no puede no reir más o no cantar más, que en cierta momento siente que ya no está mal que tenga ganas de reir o bailar...¿Cómo viven ustedes el  año y  medio –algo más- que ya pasó sin Yaniv?  

R: Yo siento que a medida que el tiempo pasa, es más difícil porque uno se va dando cuenta de que no va a volver. Al principio uno piensa que no está, que está paseando. Tres meses antes de caer, Yaniv había vuelto de un paseo de un año por Sudamérica y América Central y de alguna forma yo lo dejé allá. Ahora el tiempo pasa y uno se da cuenta que no, que no va a volver. Y así, todo es más difícil, la vida normal, todo. Lo que para nosotros era normal antes de que Yaniv se muera, como  levantarnos de mañana para ir al trabajo, ahora es un esfuerzo. Es más fácil quedarse en la cama y ni salir de casa. Pero tenemos otro hijo, Tal, y por él queremos vivir y tratar de seguir una vida más o menos normal. Hay que aprender a vivir de otra manera, día a día, con la ausencia de Yaniv. El nos va acompañando minuto a minuto y siempre estará con nosotros.  

P: Es un lugar que nunca se llena y que al mismo tiempo tampoco se vacía...

R: Él es el vacío.Yaniv dejó un vacío muy grande. El día que lo enterraron yo sentí que la mitad de mi corazón se fue con él. La otra mitad quedó para Tal.

 

P: Yo hablé con él meses atrás. ¿Cómo vive él esta situación?

R: El también está aprendiendo de nuevo. Tiene que aprender a vivir como hijo único. No es fácil, no tener con quién compartir alegrías o penas, pero él también va aprendiendo. Trabajó, estuvo dos semanas trabajando en Italia en agricultura, en abril se va por un año a Centroamérica y Sudamérica  a pasaer ... y uno va aprendiendo, cada uno a su manera. Yo nunca voy a poder entender lo que es perder un hermano y espero que él nunca entienda lo que es perder un hijo. Cada uno aprende a vivir con ese vacío que quedó en casa.

 

P: Yo creo que viviendo en Israel, todas, ya de embarazadas, pasamos esos temores de cómo será criar un hijo sabiendo que tendrá que ir al ejército. ¿Cambia el enfoque respecto a la vida en Israel, a cómo se sigue adelante?

R: No. Nosotros vinimos a vivir en Israel por sionismo. Nadie nos obligó. Así educamos a nuestros hijos y sabíamos que el ejército es parte de nuestra vida acá. Ellos, los dos, fueron al ejército, fueron a la guerra, y sabían que defendían su casa. Fue una guerra que no queríamos pero pienso que ningún país puede aceptar que entran a tu frontera, raptan, matan a soldados y uno se tiene que quedar con los brazos cruzados.

 

P: ¿La fuerte de Yaniv no te cambió enfoques políticos? No me refiero a algo partidario, a quién uno vota, sino al enfoque respecto a la posibilidad de un futuro en paz, a la continuación de la guerra y de la vida en el entorno en el que vivimos..

R: La verdad que no. Pero es que yo nunca creí que llegaríamos realmente a la paz. Es una lástima que lo piense, pero en todos los años que ya pasaron no hemos visto ni un poquito de luz al final del túnel.

 

P: Y pasando sí a la situación política interna, tu posición ya es clara: exigís la renuncia del Primer Ministro Olmert.

R: Yo creo que él y todo su gobierno, se tienen que ir a su casa. Ellos cometieron un error con la forma en que dirigieron la guerra y tienen que pagar el precio. El precio es el de la silla, precio político. El precio que pagamos las 119 familias de los caídos, es mucho más grande, un precio que no olvidaremos hasta el último día de nuestras vidas.

 

P: ¿Te sentís en malas manos?

R: Me siento en manos de gente que no sabe tomar responsabilidades.

 

P: ¿Qué opinión te merece el informe Winograd, recientemente presentado, con las conclusiones de la comisión que investigó la guerra en Líbano?

R: Para nosotros es un informe difícil. Lo tomaron fácil y tiraron toda la basura al ejército, pero el ejército no hizo más que cumplir las órdenes que venían de arriba, del gobierno.

 

P: Pero el gobierno no entra en los preparativos tácticos, en cómo implementar las decisiones del gobierno en el terreno mismo..

R: El gobierno da órdenes. Y te puedo decir que nosotros tenemos el testimonio vivo de Tal, mi hijo menor, que también estuvo en la guerra, en la batalla del Saluki. Estuvieron 24 horas con que entren y que no entren, por las órdenes poco claras de arriba. Por eso creo que al ejército no lo dejaron hacer el trabajo. El informe Winograd creo que tendría que haber destacado mucho más el rol de Olmert. El cree que salió limpio, pero yo creo que no.

 

P: Y te causa especial enojo el hecho que tu hijo cayó durante la polémica ofensiva terrestre, al final de la guerra...

R: Yo no estuve contra la guerra sino contra la forma en que se la condujo. Creo que la guerra era inevitable, pero ¿cómo es que lo que no hicieron en 29 días lo quisieron hacer en los últimos dos días? Y la ONU ya tenía elaborada  la resolución 1701 que determinaba el alto el fuego. Yo no puedo concebir la forma en que se dio todo. La guerra terminó un lunes a las 8 de la mañana. El sábado a la noche Yaniv ya estaba afuera del Líbano , con los amigos. Habían salido a las 19.00 horas. Y a las19.30 lo hicieron entrar otra vez y fue ahí que se murieron. Eso es inconcebible. No es que no fueron a matar a Nasrallah.. Olmert se equivocó a lo grande. Y se tiene que ir.

 

P: Mirta, ¿Qué es lo que más recordás de Yaniv?

R: Su sonrisa. Siempre sonreía. Lo que más le gustaba era la vida, supongo que como a todos los chicos que cayeron cuando fueron a defender su patria, su casa y la casa de todos nosotros. Es el precio que nosotros pagamos, el que está pagando el Estado de Israel desde 1948 para tratar de poder vivir en paz, pero nunca lo logramos, porque no nos dejan tranquilos. Mira lo que pasa en Gaza. Les devolvieron todo, salieron de Gush Katif, pero la gente de Sderot sigue viviendo hace años bajo los ataques. Y creo que ésto no va a terminar nunca.

 

P: No tenés confianza en los vecinos...

R: No, porque hasta que no nos vean a todos hundidos en el mar, no se van a quedar tranquilos... Lo pensaba ya antes, no sólo por la muerte de Yaniv. Los años pasan y nada cambia. 

Ana Jerozolimski
Semanario Hebreo

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