"Vamos a tener que hacer concesiones"- anunció el Primer Ministro de Israel Ehud Olmert este martes al liderazgo del Consejo Yesha, o sea de los asentamientos israelíes en Judea y Samaria, marco que incluía antes también a los de Gush Katif en la Franja de Gaza, desmantelados hace algo más de dos años.
Es lógico que hayan salido preocupados. Para ellos, la "traducción" de la palabra "concesiones", referencia clara a retiradas israelíes de Cisjordania, equivale a entrega de territorios y al desmantelamiento, eventualmente, de los sitios que hoy son sus hogares.
Si bien consideramos que fue un error establecer asentamientos en los territorios conquistados en la Guerra de los Seis Días -lo cual nada tiene que ver con el hecho que Israel libró entonces una guerra de autodefensa y no de agresión- la preocupación de esa gente hoy, es más que natural.
Pero no nos referimos a su destino personal, al hecho de tener que irse de donde viven, si esa llega a ser realmente la decisión. Hoy en día, hay motivos para mirar con dudas la perspectiva de una nueva retirada. Y no lo decimos ideológicamente, por apoyar la idea de la "Gran" Tierra de Israel (eso de "gran", claro está, no es demasiado literal que digamos), ni por considerar que los asentamientos deben quedar en pie o que su existencia misma allí aporta de fondo a Israel.
Hoy, no hace falta estar en la derecha israelí, ni ser habitante de un asentamiento en Cisjordania o haber votado al Partido Nacional Religioso (Mafdal) o al Likud, para temer una nueva retirada. Por un lado, tenemos clarísimo que sin riesgos y concesiones, no se llegará a nada. También consideramos que Israel no tiene lo que hacer en una zona en la que los palestinos son amplísima mayoría.
Pero por otro, no podemos ser ciegos .Y de cara a la cumbre de Annapolis, en la que se intentará sentar las bases para negociar los temas claves en la agenda israelí palestina, es imposible no tener presente al menos, los motivos de preocupación.
Hace algo más de dos años Israel se retiró de la Franja de Gaza. Pagando un alto precio interno, evacuó a unos 8.000 personas que residían en los asentamientos de Gush Katif y cuatro al norte de Cisjordania y vivió días desgarradores. No era necesario ser colono ni religioso para sentir el dolor de las escenas de entonces.
Desde entonces, no supo un día de paz. Los atentados suicidas que golpeaban Israel a veces de a más de uno por día durante años, no cesaron porque haya llegado aquí el paraíso terrenal, sino especialmente por el éxito de la barrera separatoria en complicar los esfuerzos de los terroristas, y por consideraciones internas de Hamas.
Pero la zona aledaña a Gaza, sufre desde la retirada de una cantidad mucho mayor de cohetes y morteros disparados desde el territorio palestino, que antes de la desconexión de la Franja.
Hace pocos días, el ex Canciller del gobierno de unidad nacional palestino, Mahmud alZahar de Hamas, dijo que "si Israel se retira de Cisjordania, la tomaremos como tomamos Gaza". Hacía referencia clara al cruento golpe que Hamas concretó en Gaza a mediados de junio.
Dirán algunos que él no es el jefe de Hamas y que el líder conocido es Ismail Haniye, el ex Premier, más moderado que él. Pero según fuentes de inteligencia tanto israelíes como palestina, es el ala radical el que dirige la situación en el terreno. Ni siquiera él, Al Zahar, debe ser dado como ejemplo , ni tampoco el ex Ministro del Interior Said Siam. La voz cantante hoy, afirman las fuentes, es Al.-Jabari, el jefe del brazo militar, el más extremista. Peor todavía….
¿Acaso podemos decidir de antemano que mienten para asustar? No, al menos hay que escucharlos….
Somos de los convencidos de que hay que volver a intentar, no sólo porque como principio, la negociación es la única vía y no hay otra, sino porque realmente hay hoy un interlocutor palestino, el Presidente Mahmud Abbas, convencido de que la violencia no le llevará a nada. Que sea por su propio interés palestino que lo dice. Nadie espera que ame a Sion.
Pero el problema, cuando de confianza o preocupación se trata, es que inclusive de su entorno, de la gente que impulsa la negociación y condena a Hamas y los otros terroristas por su enfoque, llegan señales nada positivas. ¿De qué otra forma puede interpretarse la aclaración que Olmert tuvo que hacer ayer al español Javier Solana, Representante de Política Exterior y Seguridad de la Unión Europea en Jerusalem, señalando que Israel no renunciará a que los palestinos reconozcan a Israel como el Estado del pueblo judío, mientras que el suyo será el Estado del pueblo palestino?
¿Acaso no es empezar de cero?
Bien hace Olmert en maniobrar de modo tal que deja abierta la puerta a todo intento de diálogo. Que nadie acuse a Israel de frenar la posibilidad de conversar y hallar solución. En otras palabras, discutirá duro después de la cumbre, pero no dejará de ir a Annapolis porque haya desacuerdos antes.
Pero esa exigencia es clave. El problema es que los palestinos, los que quieren negociar, no los terroristas, le hayan dado motivos para aclarar que el tema de Israel como Estado judío es esencial. Y eso está relacionado al tema de los refugiados, uno de los más espinosos, ya que por ahora, oficialmente al menos, los palestinos no dan el brazo a torcer respecto al derecho "del retorno" o sea a la exigencia que todos aquellos refugiados palestinos que así lo deseen, puedan volver al territorio en el que vivían antes de las guerras, en el actual estado de Israel.
Días atrás, en un debate en la universidad de Tel Aviv, el ex Canciller Silvan Shalom, hoy número dos del Likud, recordó que en la cumbre de Camp David en julio del 2000, el entonces Presidente norteamericano Bill Clinton le dijo a Yasser Arafat que es inconcebible que un pueblo que quiere construir un Estado, exija que refugiados hijos de ese pueblo vayan a instalarse a otro país y no a ese nuevo Estado….a menos que las intenciones sean otras y no sólo construir el hogar de la nación.
Los desafíos son muchos y los motivos de preocupación, nada sencillos.
Pero Israel no tiene más remedio que volver a probar. Dependerá de los palestinos que sea la confianza la que pueda primar y no los temores los que la venzan.
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