En Gaza empezaron con serios tropezones

Ana Jerozolimski

Es una lástima que hayan empezado tan mal. Estaba de más. Totalmente de más. Tanta espera -justificada a nuestro criterio-, tantos sueños, tantas ganas de ver al ejército israelí saliendo de la Franja de Gaza y al final, tantos errores en tan poco tiempo. Los palestinos, empezaron mal la nueva etapa. Y creemos que lo peor es que lo hayan hecho con tanta naturalidad.

Lo que aquí queremos plantear, nada quita a nuestro apoyo a la retirada, no porque esté exenta de riesgos y problemas o -por cierto- de un profundo dolor de los evacuados de asentamientos hoy inexistentes, sino porque la consideramos importante para el futuro de Israel. Pero una cosa no quita la otra. Es bueno que Israel haya salido de Gaza. Al mismo tiempo, fue lamentable ver algunos aspectos de la celebración palestina.

Estaba claro que todos irían a los territorios de lo que fueran asentamientos israelíes a colocar sus banderas. Es natural que ahora se sientan liberados. Habría sido increíble que no hablaran felices del fin de la ocupación. ¿Pero por qué tiene que ser tan natural que quemen sinagogas? ¿Por qué es automático que entren y destruyan lo que fue hasta hace poco un lugar sagrado? Y lo planteamos inclusive siendo conscientes de que para los palestinos, todo edificio dejado por Israel en el lugar es símbolo de la presencia militar israelí.

Durante mucho tiempo, radicales palestinos disparaban hacia asentamientos de Gush Katif, desde una mezquita determinada en Khan Yunes. No era cuestión meramente de ubicación, sino de la plena conciencia que tenían los palestinos de que Israel, a menos que hubiera un error, no abriría fuego intencionalmente hacia una casa de oración. Y así fue. Los habitantes israelíes de la zona rogaban al ejército que responda, que haga algo, que silencie esa fuente de disparos, conocida por todos. Pero la respuesta fue terminante: hacia una mezquita, no dispararemos.

Ya en nuestra edición pasada comentamos el tema de la polémica que había en Israel sobre cómo proceder con las sinagogas, que la Suprema Corte decía podían ser demolidas, tal cual el gobierno había decidido originalmente, pero que los rabinos sostenían debían ser dejadas en pie . Todo el tema fue una verdadera vergüenza, por varias razones. Por más que los rabinos tengan autoridad moral y espiritual religiosa por cierto, la responsabilidad es del gobierno, el único que debe decidir. La forma en que la mayoría de los ministros cambió de opinión a último momento -incluyendo varios del partido laborista- fue increíble y hasta criticada por el Asesor Jurídico del gobierno. Ridiculizaron a los Jueces Supremos, al no obrar de acuerdo a los argumentos tan serios y contundentes que habían presentado ante ellos en primera instancia, al explicar por qué sí debían demoler también las sinagogas.

La decisión del gobierno israelí-por una mayoría de 14 a favor y 2 en contra, con una abstención- de dejar intactas las sinagogas, fue  a nuestro criterio, un grave error. Estaba claro de antemano que serían profanadas. ¿Para qué? ¿Para mostrar que los palestinos las profanan? El argumento de que un judío no puede demoler con sus propias manos una sinagoga, por más profundo que suene, nos resulta efectista. La lógica  tendría que ser inversa: "únicamente un judío tiene derecho a demoler una sinagoga". Esa debería ser la afirmación. Que a nadie más en el mundo todo se le ocurra destruir un sitio de oración. Que sólo el gobierno judío, tomando en cuenta todas las consideraciones de la situación, pueda tener autoridad moral para hacerlo, cuando no hay más remedio.

Pero éste, fue un paréntesis en medio del tema principal. El incendio y destrucción de las sinagogas, por parte de los palestinos, fue una mala señal.

Fue una mala señal que las multitudes lo hayan visto como algo tan natural. Que la policía palestina no haya recibido órdenes de tratar de impedirlo. Que tantos ministros palestinos hayan defendido la profanación-porque ésto no era siquiera la demolición ordenada por parte de las autoridades- aclarando que eran "símbolos de la ocupación", aunque sabían que se las dejó en pie por una razón muy diferente.

Palestinos de la calle declararon, junto a las llamas en Neve Dkalim y Morag, que "ellos nos destruyen Al-Aksa y nosotros respondemos aquí". ¿De qué hablan al mencionar la mezquita sagrada? ¿Del hecho que las mezquitas fueron construidas sobre las ruinas del Monte del Templo, el santuario más sagrado del pueblo judío? ¿Del hecho que Israel jamás atentó contra los lugares sagrados del Islam sino que los respeta totalmente desde que se hallan en su territorio? ¿Del hecho que por las excavaciones irregulares que hizo el Waqf islámico para ampliar bajo tierra el espacio de oración, se puso en peligro parte de la muralla de la Ciudad Vieja de Jerusalem, pero ninguna autoridad israelí los detuvo por la fuerza?

Es fácil hablar y saber que luego se les cita, si no se analiza lo dicho o simplemente no se sabe lo suficiente. Porque al tratar este tema, sería bueno recordar que entre 1948 y 1967-o sea entre la creación del Estado de Israel y la Guerra de los Seis Días en la que fueron conquistados Cisjordania y la Franja de Gaza-, años en los que, dicho sea de paso, los territorios luego ocupados estuvieron en manos árabes y a pesar de ello no fue creado allí ningún Estado palestino , más de 50 sinagogas del barrio judío en la Ciudad Vieja de Jerusalem fueron destruidas o profanadas. La población de dicha zona fue expulsada y los judíos no podían acercarse siquiera a orar junto al sagrado Muro de los Lamentos, que había quedado del lado jordano. Todo esto, claro está, en violación del Acuerdo de Armisticio firmado por las partes. Podríamos agregar que en ese mismo lapso, la población cristiana de la parte de Jerusalem bajo control jordano se redujo de 25.000 habitantes a 11.000, como resultado de las fuertes restricciones que fueran impuestas a instituciones cristianas.

Y ahora, años después, los palestinos hacen lo mismo. Perdieron la primera oportunidad de mostrar que son dignos de algo mejor que lo que han tenido hasta ahora.

Pero esta opinión, creemos, no deriva sólo de nuestra condición judía. En absoluto. La verdad, es que parece cuestión de sentido común. Las escenas de los últimos días, no agregaban motivos de orgullo a los palestinos, cuyo nivel medio de preparación es conocido como de los mejores del mundo árabe. Y con razón.

"Espero que nos vea en momentos mejores"- nos dijo el Ministro de Economía Nacional Palestina, el Ingeniero Mazen Sinokrot, cuando lo entrevistamos en la zona industrial Erez, un complejo de instalaciones que servían a negocios israelíes y palestinos, importante fuente de ingresos a no pocas familias. La gente se llevaba de todo, rompía instalaciones, quemaba, destruía, arrancaba y evidentemente, el propio ministro se preguntaba por qué.Al día siguiente, en uno de los ex asentamientos, el Primer Ministro palestino Ahmed Qreia (Abu Alá), trataba de frenar a los que arrancaban tuberías y caños de los impresionantes viveros e invernaderos dejados por Israel, previo acuerdo con la Autoridad palestina, para que puedan servir de fuente de manutención a mucha gente. Son instalaciones de alta tecnología, sumamente avanzadas, en las que trabajaban varios miles de obreros palestinos. "Ahora son del pueblo, déjenlos, no se van a enriquecer con un caño así en casa, pero son importantes para todos"- rogaba Abu Alá. En vano.

Hasta que llegó, al día siguiente, la policía palestina, y paró el pillaje. El 80% de los invernaderos se salvó.

Y ni que hablar de las escenas en la calle, por doquier, enmascarados armados en cada esquina, cada uno con su bandera, afirmando -como nos han dicho a nosotros- que "esto es sólo el comienzo". Y la policía palestina, que en una esquina junto al ex asentamiento de Netzarim, que disparó al aire en señal de celebración, al paso de un vehículo del Jihad Islámico. Horas después, en Kfar Darom, el Mayor Saed Hamdan, de la policía palestina, nos decía que "llegará un momento en el que inevitablemente, habrá que traducir en medidas drásticas el mensaje del Presidente Abbas , que habla de una sola arma y una sola autoridad". Por ahora, eso parece misión imposible.

A Israel no le será fácil convivir con un vecino así, por más que merezca independencia. Pero los primeros en estar preocupados, deberían ser los propios palestinos.

Ana Jerozolimski
Editorial Semanario Hebreo

15 de setiembre de 2005

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