"Arafat no cumplió con su palabra" afirma Dalia Rabin, hija del asesinado Primer Ministro israelí Itzjak Rabin. |
Hace
diez años, su padre, el Primer Ministro israelí Itzjak Rabin, y el jefe
de la OLP Yasser Arafat, firmaban juntos, por primera vez, un acuerdo de
paz y reconciliación israelo-palestino: el acuerdo de Oslo. Las
esperanzas eran grandes, casi tanto como las dudas. Hoy en día, la hija
del desaparecido Itzjak Rabin y el aún jefe de la OLP, están separados
por una profunda valla de desconfianza. Dalia Rabin, que años después del asesinato de su padre entró a la política y que el año pasado abandonó el cargo de vice Ministro de Defensa en el gobierno de unidad nacional encabezado por Ariel Sharon, en protesta por la política oficial, hoy no parece tener dudas. Sostiene que Arafat es un obstáculo a la paz, pero advierte que expulsarlo, es un craso error. Al cumplirse el 13 de setiembre el décimo aniversario de la primera firma pública de un acuerdo entre las partes, la suscripción de la Declaración de Principios en los jardines de la Casa Blanca en Washington, conversamos con Dalia Rabin, quien encabeza actualmente el "Centro Rabin", dedicado a enseñar su legado y propulsar un entendimiento pacífico en la zona. |
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Dalia Rabin |
P:
Hace diez años seguramente no creían los protagonistas del proceso, que
hoy, una década más adelante, habría tan pocas razones para estar
celebrando... R:
Es indudable que cuando se suscribió el acuerdo de Oslo, hace diez años
exactamente, la sensación era que se estaba abriendo un nuevo camino, que
había allí un gran logro y que estábamos preparándonos para una etapa
totalmente nueva. Había mucha emoción de por medio, mucha esperanza y la
sensación de que todo no puede menos que terminar bien. Esto, a pesar de
que había dudas. La sensación era que habíamos hecho un vuelco en la
dirección correcta. P:
¿Cuál fue el problema central? R:
La situación es muy compleja y es por ello que hoy en día resulta tan fácil
decir que Oslo fue un error. Es muy difícil transmitir hoy todas las
complejidades que pueden explicar por qué Oslo no funcionó. Ante todo
creo que hay que decir que Oslo no fue implementado. Emprendió su marcha
en setiembre de 1993, pero en noviembre de 1995, fue asesinado el socio
principal, quien cargaba sobre sus hombros la responsabilidad por ese
proceso. Uno de los factores del asesinato fue la escalada del terrorismo
en aquel entonces. Yasser Arafat no cumplió
con su palabra de no utilizar más el terrorismo. Lo que sucedía era que
dudaban entre detener el terrorismo y con ello rendirse a los elementos
opuestos al proceso, de ambos lados. Lo planteo en estos términos ya
quien perpetraba el terrorismo era Hamas, pero estaba claro que si Yasser
Arafat no se hacía cargo de la situación, si no tomaba las riendas en
sus manos, no se podría lograr la paz, no habría con quién hacerlo. Lo
que sucedió en noviembre del 95, fue el primer golpe y quizás el más
mortal, al proceso de Oslo. Luego, se dejaron estar. Bibi Netaniahu fue
electo. El no era de los mayores defensores de Oslo pero dijo que
continuaría en su camino y el hecho es que firmó el acuerdo de Wye, que
constituía en realidad otra etapa en la implementación de Oslo. Tampoco
Wye fue cumplido. Luego llegó Barak, que como se sabe, tampoco creía en
Oslo y se dejó estar. Llegamos a la cumbre de Camp David de Ehud Barak y
allí quedó claro que las hermosas tesis sobre la necesidad de lograr un
marco de acuerdo y un acuerdo global, eran prematuras. Y hasta ahora hay
discusiones entre quienes apoyan una solución definitiva y quienes
prefieren una solución por etapas. Creo que hoy en día la realidad
demuestra que era mejor ir por etapas, pero la discusión al respecto no
ha terminado. P:
¿Se anima a analizar cómo era la repartición de responsabilidades por
ello? ¿Se dividen mitad y mitad entre los palestinos e Israel? R:
Yo no diría mitad y mitad, porque realmente no es matemáticas. Hubo todo
tipo de procesos e influencias. Pero hoy en día, mirando en
retrospectiva, creo que el problema es que Yasser Arafat no se comportó
tal cual se comprometió a hacerlo sino que continuó manteniendo la opción
del terrorismo, a pesar de que había prometido algo totalmente opuesto a
ello, en el acuerdo de Oslo. Ese es el problema central. Mientras los
palestinos no presenten un liderazgo que puede avanzar hacia un acuerdo de
paz, controlando lo más posible las organizaciones terroristas, no habrá
de qué hablar. Si no se desmantela a dichas organizaciones y no se
organizan en este sentido como un Estado, no se podrá implementar nada.
No repartiría las culpas en porcentajes, pero es indudable que quien
continúa utilizando terrorismo, no puede ser un interlocutor que permita
avanzar hacia la paz. P:
Cuando el entonces Primer Ministro Abu Mazen emprendió sus funciones como
Premier palestino y destacó que trataría de convencer a los grupos
radicales palestinos a cesar los atentados, en el marco de un diálogo
interno y no por la fuerza, su gente explicaba que a Israel no tiene por
qué interesarle cómo el gobierno palestino logrará la calma, sino únicamente
que la consigan. ¿Se puede esperar a que ese sea el desenlace? R:
Es indudable que el camino correcto seguir, es permitir que los palestinos
hagan orden en su propia casa. El tema de la hudna, o sea un acuerdo
interno palestino, habría podido conducir a algo bueno, pero no funcionó
porque los atentados no cesaron. Si la realidad vuelve a ser de atentados,
hay un serio problema y nos vemos arrastrados a una situación
insostenible. P:
¿Esto no se podría resolver mediante la expulsión de Arafat? R:
No creo que la expulsión de Arafat mejoraría la situación. Hoy en día,
no tengo dudas de que Arafat molesta y es problemático. Pero me es difícil
creer que su expulsión aportaría hoy a un avance hacia nuestros
objetivos. P:
¿Qué opinión personal le causó Arafat? R:
No puedo decir que realmente lo conozca personalmente. Nunca me senté a
conversar con él a fondo. Verlo en algunos encuentros y actos oficiales
no es realmente conocerlo. Inclusive cuando vino a casa de mis padres a
dar el pésame por la muerte de mi padre, fue por poco tiempo y no podría
emitir opinión sobre él en base a eso. No puedo decir que tenga
impresiones personales de Arafat. P:
¿Qué siente cuando Arafat dice, también estos días, que él sigue
comprometido con la "paz de los valientes con mi socio Itzjak Rabin? R:
Yo vivo con la sensación que si todo hubiera quedado como un acuerdo
entre mi padre y él, las cosas habrían sido diferentes. Pero no fue así
lamentablemente. Creo que Yasser Arafat respetaba a mi padre y lo
inteligente era saber manejarse con él, no descubrir su verdadero rostro,
como otros trataron luego. Todos sabemos quién es Arafat, de dónde vino,
que fue un líder terrorista, que mantuvo siempre la "kefía" y
no renunciaba a su uniforme, que insistía ir vestido así al acto en la
Casa Blanca a pesar de las reservas de todos los demás socios. Lo que había
que hacer era saber maniobrar con eso y conducirlo en base a nuestras
metas, no mostrarle a todo el mundo qué malo que es. Por eso creo que mi
padre, con su firmeza y su personalidad, tenía la capacidad de manejarse
como era debido con él y lo habría logrado. Eso, a pesar de que no habría
pensando ni por un momento renunciar a un ápice de la seguridad necesaria
para la ciudadanía P:
¿Usted conoce personalmente al nuevo Primer Ministro palestino Abu Alá? R:
No lo conozco personalmente, pero ya vimos que Abu Mazen intentó hacer
algo y tuvo que dimitir, admitiendo que fracasó. Lo único que podemos
esperar ahora es que con un nuevo Primer Ministro, Abu Alá, haya mayor éxito,
que él si consiga recibir el apoyo abierto de Arafat. Está claro que
Arafat es quien sabotea hoy la situación y no permite que se avance. No
podemos menos que esperar que Abu Alá tenga éxito donde Abu Mazen fracasó. P:
Ahora israelíes y palestinos están sumidos en una profunda crisis.¿Es
posible dar marcha atrás o lo ya perdido, quedará perdido para siempre? R:
No sé si hoy se podría volver atrás. Depende de la voluntad de ambas
partes, pero en estos momentos no me parece que ambas partes desplieguen
un esfuerzo supremo por lograrlo. No creo que lo estén haciendo. Al mismo
tiempo, no P:
Los palestinos propusieron un nuevo alto el fuego que se negociaría
directamente, pero Israel por ahora no les de mucho crédito. ¿Es
comprensible o hay que intentar nuevamente , cuantas veces sea necesario? R:
Hay que intentar de nuevo, sí, recuperar la calma y volver a hablar. Está
claro que la realidad actual es mala para ambas partes. Los que mueren
hoy, ya no volverán jamás. Y cada muerto que se agrega a la lista en la
terrible realidad de terrorismo que vivimos, es irrecuperable. Hay que
evitar algo así. P:
¿Israel tiene buenos interlocutores potenciales del lado palestino? R:
Del otro lado hay mucha gente seria. Hay mucha gente que se mantienen en
contacto permanente con nuestra gente. Ellos tienen que producir de su
seno a quien los guíe, una figura o un grupo, que se hagan cargo y
cumplan con su responsabilidad. Ellos deben hacerlo. No nosotros. P:
¿Cree que el gobierno de Ariel Sharon, a quien su padre respetaba, es
capaz de avanzar hacia la paz? R:
Yo no puedo evaluar capacidades sino que debo juzgar sólo en cuanto a lo
que sucede en el terreno. Y en estos momentos no me parece que esté
ansioso por avanzar. P:
¿Por convicción ideológica o por los atentados terroristas? R:
No quisiera tratar de adivinar explicaciones sobre Sharon en estos
momentos. P:
¿La política actual no conduce a nada? R:
No, y no es cuestión de opinión mía. La realidad lo muestra. Entramos a
los territorios, ocupamos y salimos, el ejército no estaba limitado, pero
no veo que el entrar a una ciudad y tomarla ponga fin al terrorismo. P:
¿Israel está prisionero de los asentamientos y la necesidad de
protegerlos? R:
Los asentamientos constituyen sin duda un serio problema y son un obstáculo
en el camino hacia la paz. P:
Usted destacó antes la insistencia de su padre en todo lo relacionado a
la seguridad. Se sabe que se fijaba mucho en cada detalle, por ejemplo,
antes de aprobar un operativo militar. ¿Cómo se explica entonces la
forma en que se habla de Oslo, la falta de conciencia suficiente en
ciertos sectores respecto a lo que se quiso hacer, la presentación a
veces de su persona como quien estaba dispuesto a cualquier concesión? R:
Tuvimos aquí una impresionante campaña de incitación contra él antes
del asesinato y una campaña maliciosa destinada a hacer olvidar lo que
había sucedido, después del asesinato. Se escribía como si él hubiese
sido prisionero de una concepción propia de una paloma de la paz
dispuesta a todo tipo de concesiones a la seguridad nacional. Y aquí
entro yo, aquí entra el Centro Rabin, por la responsabilidad de recordar
y destacar que Itzjak Rabin había sido primero un militar y Ministro de
Defensa y que había dedicado toda su vida al fortalecimiento de la
seguridad de Israel. Por ende, no había lugar alguno para concebir
siquiera que él hiciera concesiones en temas de la seguridad de Israel.
El acuerdo de Oslo todo estaba basado en la necesidad de garantizar la
seguridad nacional. P:
De los numerosos discursos que recuerdo de su padre, me quedó
especialmente grabado el que pronunció en el Congreso de Estados Unidos,
en presencia del Rey Hussein de Jordania. Recuerdo que inició sus
palabras dando su número personal de soldado. ¿Realmente quien fue
militar y luchó en guerras, comprende mejor la necesidad de la paz? Su
padre lo decía a menudo. R:
Es indudable que quien vivió guerras, conoce personalmente su precio y
sabe bien -mi papá lo dijo más de una vez- que la guerra por la paz será
siempre mejor que otra guerra entre pueblos. Si finalmente llegamos
realmente a la paz, esa guerra por la paz habrá valido la pena. Pero además
él analizaba la realidad y vio que existía una ventana de oportunidades
en base a varios aspectos-tanto el bilateral con los palestinos, como de
las relaciones con los palestinos , internacional y demás- que nos debe
cierto margen de maniobra que debía ser aprovechado y que cada vez se
torna más estrecho. Creo que él analizó la situación de modo exacto y
vio que existía la oportunidad de tratar de lograr la paz con los
palestinos, que es esencial para nosotros para poder preservar a Israel
como estado judío y democrático. Comprendió que esa es la única forma
de hacerlo: negociando la paz. P:
Pero por ahora, el camino es otro.¿Ve la situación con preocupación? R:
Claro que sí, porque vivo aquí y este país es muy querido para mi .He
pagado aquí precios muy duros y quisiera ver una situación diferente
para nosotros, para mis hijos, para las generaciones venideras. Pero hoy
en día no hay duda de que la realidad es muy difícil y está claro que
no tiene nada que ver con el proceso de Oslo. P:
Los últimos años han sido muy difíciles en Israel. ¿La intifada alteró
su vida en algo? ¿Hay que cosas que se abstiene de hacer por temor? R:
No, a mi no me ha afectado. No me siento limitada. No dejo de sentarme en
cafés ni dejo de ir de compras, pero es porque tengo una concepción
bastante fatalista de las cosas y creo que lo que tiene que pasar, va a
pasar si está escrito en algún lado. Es una sensación muy propia mia,
que al levantarme de mañana no me siento amenazada por nada y llevo
adelante mi vida. Me siento segura y espero que no me pase nada. P:
Dalia, paralelamente al orgullo que siente por su padre, supongo que debe
ser difícil estar de hecho rodeada constantemente de sus fotos y
recuerdos, como lo está aquí en el centro Rabin, dedicada además a
preservar su legado. R:
Es verdad que no es fácil dedicarse todo el tiempo al recuerdo de mi
padre. Es difícil emocionalmente hacerlo diariamente. Pero es mi deber,
mi compromiso por todo lo que él hizo, todo lo que me dio. Gracias a Dios
llego a esto con una carga muy fuerte ya desde casa, como para poder hacer
esto en la forma indicada. P:
¿Cree que Israel recuerda a Itzjak Rabin dignamente, como se lo merecía? R: En general sí. Pero ya pasaron casi ocho años y ya sabemos cuáles son las características de la memoria humana. Pero en general hasta ahora, en muchos lugares del país, me dan claramente la sensación de nostalgia y de amor. Lo recuerdan para bien y recuerdan el terrible momento del asesinato. Mucha gente dijo en aquel entonces que sentía que había perdido a alguien de su familia, a un padre, a alguien que quería cuidar a todos. Yo siempre pensé que la gente no captaba bien su fuerza emocional, su deseo de ayudar y proteger a la ciudadanía en general, pero lo que pasó después del asesinato me mostró que si, que la gente lo había comprendido. |
Ana Jerozolimski
Semanario Hebreo
setiembre de 2003
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