"Al empezar a pintar, uno solo quiere ser famoso. Después, lo que lo mueve es el amor por pintar" Dice el pintor y escultor colombiano Fernando Botero durante su visita a Israel |
El
artista Fernando Botero acaba de visitar por segunda vez Israel, con
motivo de la apertura de una exposición de sus pinturas en el Museo de
Tel Aviv. Años atrás, expuso sus grandes esculturas en el Museo Israel
de Jerusalem. Su estada en el país hizo posible esta entrevista, en la
que recalcó repetidamente su pasión por lo que hace y su esperanza que
la obra que deja, le trascienda en el tiempo. La conversación con Botero
fue llevada a cabo conjuntamente con nuestra colega Reina Ben-Habib. |
|
Fernando Botero |
P:
Maestro Botero ¿se anima a decir cuál de sus obras es la que más le
gusta? R:
La verdad es que no tengo una favorita, pero digamos que la exposición
que tengo acá refleja más o menos la mejor calidad de mis trabajos,
porque ha sido seleccionada entre muchas obras por el Director del Museo y
la Curadora. Creo que hicieron realmente la selección acertada, es un
grupo muy demostrativo de lo que es mi trabajo. P:
¿ Y cómo ve usted su propio trabajo, de figuras de tanto volumen?
Alguien podría decir que son grotescas. P:
Yo veo una gran belleza en lo que yo hago. Es decir: yo no trato de hacer
la fealdad. Yo hago unas obras en las cuales se hace mucho énfasis sobre
el volumen. La gente, alguna gente, lo puede encontrar grotesca, otra
gente no, es decir en el sentido de que hay una coherencia a través de
todo el cuadro, que hace que esa deformación no sea una deformación
gratuita sino que es una deformación
general que obedece a una idea en el arte. Y por otra parte no solamente
yo hago figuras humanas que pueden parecer grotescas, sino que hago
naturalezas muertas, paisajes, es decir, es una deformación que viene de
una idea, de la idea que el volumen es muy importante en el arte. Y bueno,
después obviamente hay un poco de sátira, un poco de humor, pero nunca
eso es el motor de mi trabajo sino que generalmente viene a último
momento como toques que permitan al espectador relacionarse más fácilmente
con la obra. Y por otra parte, esos toques a veces son la forma de cerrar
la composición de la obra, de encontrar
la solución de la obra. P:
Usted vive la pintura, no sólo trabaja en ello.... R:
Yo digo que lo que me sucede es que como he vivido tan metido dentro del
problema de la pintura...si alguno me dice a mi "un árbol", yo
no pienso en el árbol que uno ve en la naturaleza , siempre, no sé,
inmediatamente pienso
en un árbol pintado por alguien .... cuando uno vive obsesionado con la
pintura le puede suceder eso y a mi me sucede. P:
¿Trabaja con modelos? R:
Yo trabajo sin modelo. Yo nunca he tenido un modelo en mi vida. Todo mi
trabajo es de imaginación. Yo creo que el arte debe ... debe ser hecho de
imaginación, porque da mucha más libertad...no es que yo esté
interesado en deformar
el cuerpo femenino, sino que yo hago eso con todo lo que pinto. Yo no veo
mis figuras como mujeres gordas porque ... por ejemplo, el caso de Rubens.
El pintaba mujeres gordas, porque uno ve una mujer de Rubens, pero los
objetos que rodean esa mujer, tiene proporción normal. Entonces en ese
sentido uno puede pensar que hay gordura en la pintura. Pero en el caso
mio yo no lo veo así, porque yo veo una figura femenina o masculina, lo
que sea, y lo que hay detrás de esa figura, es decir los objetos, o el
paisaje o la arquitectura, pues tiene la misma deformación. O sea que de
fondo hay una coherencia que yo personalmente no veo eso como figuras
gordas. Yo lo veo eso como una deformación de estilo. Pero en cambio en
Rubens y en otros pintores sí veo que hay mujeres gordas. P:
Ha hecho retratos de una manera muy singular. Tampoco en ellos usa
modelos. R:
El modelo me limitaría muchísimo .... Retratos no hago si no de
personajes, generalmente pintores muertos hace muchos años, lo que me
permite una gran libertad y no tengo que darle cuentas a nadie sobre cómo
le quedó la nariz,
cómo
le quedaron las orejas ... sin rendir cuentas. Yo hago mis retratos
imaginarios con gran libertad. En esta exposición hay un retrato de Velázquez,
otro de Giacometti, ...varios retratos de pintores...Me gusta trabajar en
obras en las cuales no tengo que dar cuentas a nadie. P:
¿Es más fácil así? R:
La verdad es que no tengo ninguna atracción por los retratos. La verdad
es que nunca he sentido...no sé..me parece casi muy limitado el campo del
retrato. Yo prefiero hacer una pintura que sea más bien basada en
situaciones imaginarias,
poéticas si se quiere, imposibles o...poco probables, no imposibles sino
poco probables. Quiero que crean en la poesía en la pintura. Por ejemplo,
como hay un cuadro ahí en la exposición que es una cuadrilla de
matadores
de
toros...el matador con su cuadrilla, en un bosque. El sitio menos probable
donde encontrar una cuadrilla de matadores sería en medio de un bosque,
pero eso, ese tipo de situaciones, me divierten, me interesan. Es decir:
yo pinto, no
soy
surrealista en el sentido que no pinto cosas imposibles como pintan los
surrealistas, sino que pinto cosas improbables, pero que podrían suceder.
Una cuadrilla de matadores podría estar en un bosque...o he pintado un
obispo bañándose en un río. Es muy poco probable que de pronto un
obispo se vaya a meter en el agua con todos sus vestidos, con toda su
vestimenta, pues es lo más improbable.
Pero no es imposible. Entonces a mi me gustan las situaciones improbables,
pero no imposibles. Y así hago muchas cosas. P:
¿Busca la sensualidad en sus obras? R:
Yo pienso que una de las cosas que el pintor debe apostar .. es la
sensualidad. Y la sensualidad en realidad es más seca, digamos, que el
arte. En P:
Hay críticos que alegan que usted pinta como pinta porque eso es lo que
funciona hoy en día, que es bueno para marketing. ¿Tienen razón? |
R: En absoluto. Yo he pintado así, digamos con esta idea...he pintado así toda mi vida. Y claro, pues hoy en día soy un pintor que ha tenido mucho éxito, pero durante muchos años no tuve. Es decir que durante muchos años yo hice lo que estaba creyendo que debía hacer y no tenía ninguna reacción de parte del público, muy poca, apenas la mínima que se puede tener. O sea que no es que yo haya hecho una investigación de marketing, de rating para hacer mi trabajo...Es absurdo. Yo hice mi trabajo basado en la idea, obviamente muchas ideas, pero la cosa más evidente en mi trabajo es la idea de que el volumen es un elemento muy importante del arte y eso lo descubrí o lo confirmé cuando fui estudiante en Florencia, siendo muy joven, viendo las obras de los grandes Maestros del Renacimiento y de las épocas anteriores, que me dieron la convicción de que eso era muy importante. Yo empecé a trabajar así, que es como lo opuesto a lo que se ha hecho en el Siglo XX. La pintura del siglo XX ha sido muy plana. |
Casi todos los pintores pintaban
-Matisse, Picasso, etc- casi nunca
|
P:
Si es autocrítico como dice ¿quisiera cambiar algo de si mismo? R:
Seguramente muchas cosas quiero cambiar de mi, porque no me considero en
absoluto perfecto, pero sí me considero al mismo tiempo muy afortunado de
haber vivido como he vivido, en el sentido de que he vivido dedicado
totalmente a lo que más me interesa que es el arte, sin tener nunca que
ocuparme de nada distinto, total que bueno .... pues he llevado, he tenido
una vida naturalmente con dramas como la que tiene todo el mundo, pero básicamente
ha sido una vida muy satisfactoria de trabajo y de amor por lo que uno
quiere. P:
¿Le cuesta desprenderse de sus obras? R:
Debo decir que sí, mucho. Me cuesta desprenderme de las obras. Hoy en día,
sobre todo. Cuando uno está empezando, uno siente como que puede, que
tiene todo por delante, que puede hacer todas las obras, que tiene toda la
energía del mundo para hacer todo, pero claro, a medida que pasan los años
y uno lleva 50 años pintando, pues uno se da cuenta de que hay obras que
son irremplazables, que fueron un momento de lucidez, o un momento de
energía especial que las produjeron
y bueno, pues sí, me cuesta trabajo, me cuesta trabajo desprenderme. P:
Usted ha pintado cuadros de temas casi identificados con otros artistas,
como los girasoles, que uno los ve y dice que son de Van Gogh... R:
Yo creo que uno puede tomar cualquier tema, aún el tema más trillado,
como se dice, o más apropiado por ahí como es el tema de los girasoles,
que obviamente hoy día uno pinta girasoles como lo pinte, lo puede pintar
cubista, surrealista y todo el mundo va a decir "Van Gogh", lo
que es absurdo. Porque en el fondo la pintura
siempre ha sido pintar lo mismo en forma distinta. Es decir porque siempre
la gente pintó flores, pintó hombres, mujeres, árboles, caballos, montañas,
etc, y siempre las pintó distinto. Pero dio la casualidad que Van Gogh
pintó girasoles de una forma magistral, pero eso no significa que uno no
pueda volver a tocar el tema de los girasoles ... Entonces yo, como un
desafío a mi mismo, pues yo quise pintar un cuadro de girasoles y pinté
varios, que fue completamente distinto al de Van Gogh, pero claro, uno
puede un cuadro completamente distinto al de Van Gogh y la gente siempre
dice "Van Gogh"!. Es así, siempre. Hay varios temas que Van
Gogh pintó tan magistralmente que se apoderó de ellos. Pero es
interesante realmente hacer el desafío de pintar la misma cosa tratando
de hacerlo de una forma totalmente distinta. P:
¿Es apasionado en la vida igual que en la pintura? R:
Pues si, espero que si. P:
Leí una cita interesante que le fue atribuida. Decía que el arte es
necesariamente deformación de la naturaleza. ¿Así lo ve? R:
La cita es exacta ... Cualquier artista que piensa sobre la naturaleza,
sobre el arte, deforma, porque aún escultores que se consideran
realistas, por ejemplo la gente dice que le gustaba la pintura realista
como la de Rafael, pues eso no es cierto que sea así. Uno saca una mujer
de Rafael de un cuadro y la pone aquí y esa mujer es completamente
deforme. O sea que la belleza del arte es deforme, y la belleza de la
naturaleza es completamente distinta a la belleza del arte. Las grandes
bellezas del arte serían feas, serían mujeres feas en la vida real, e
igualmente las más bellas mujeres del mundo hoy en día, pintadas, serían
de una banalidad terrible. Y si usted toma a Claudia Schiffer y hace un
cuadro, le resulta insoportable el cuadro. Entonces la idea de la belleza
y del arte corresponde a una deformación. Esa deformación es más suave
o más fuerte. Digamos que hay pintores que han trabajo más cerca de la
realidad o más lejos de la realidad, pero ... los pintores del 600 y del
500 en Europa, hacían una pintura que era ligeramente deforme, pero no
era como en la realidad. En cambio Picasso obviamente hace una pintura
totalmente deforme. Pero siempre hay una deformación. La única pintura
que no ha tratado de deformar fue el foto-realismo. Eso es distinto. Es
algo que surgió en Estados Unidos en los años 60, era copiar una foto,
que la proyectaban sobre una tela, copiaban el dibujo y ponían los
colores tratando de ser lo más cerca de la realidad posible. La única
diferencia que tenía ese fotorealismo con la realidad, o con la fotografía,
era que cuando la cámara mira a la realidad, enfoca sobre un punto y
desenfoca el fondo. Todo el mundo lo sabe. Y el hombre, una persona que
mira, enfoca lo que está mirando y el resto está desenfocado. Y los
fotorealistas enfocaban todo simultáneamente. Pero en ese sentido aún
también hay una deformación de la realidad,
porque una realidad no se percibe nunca simultáneamente enfocada, toda,
por todas partes. P:
La sensación, el sentimiento de que cuando se pinta, cuando se hace arte,
necesariamente se deforma, ¿es sólo por eso que usted acaba de explicar
o porque el artista tiene una necesidad íntima de aportar su visión de
las cosas? R:
Es que la pintura es una cosa que por una parte es sensual, manual, etc. y
por otra parte es intelectual. Es decir que los pintores que la cuentan
son gente que tienen una reflexión permanente sobre lo que es el arte.
Claro, si es un pintor de domingo, que lo que le interesa es que la cosa
le quede igualita a lo que está al frente, ya eso es otra cosa. Pero la
pintura propiamente dicha, es una reflexión que se hace sobre el arte y
el cuadro en sí es la manifestación concreta, tocable, palpable, de esa
reflexión. Tal que en el momento que se hace esa reflexión, pues esa reflexión invariablemente va a conducir a una ligera deformación o una gran deformación. Es decir: solamente el pintor sin cerebro, el llamado pintor de domingo, tiene como ideal reproducir la cosa tal como es. Pero eso no es como un artista actúa. No es la forma normal de actuar de un artista, porque un artista es un intelectual que tiene una reflexión cultural sobre ese problema. |
P:
Está claro que usted pinta y esculpe lo que le gusta. ¿Pero trata también
de poner en sus obras un mensaje determinado? ¿Hay un mensaje político,
social? R:
No. En los años 60 hubo un poco de eso en el sentido que había una
realidad insoportable en América Latina, sobre todo de dictadores, Somoza,
Trujillo, las juntas militares y demás. Era una situación política en
la cual había el aliciente o la necesidad de hacer ... un poco de sátira,
pero siempre haciendo pintura, en el sentido de que todas esas juntas
militares, todos esos grupos de gobierno que yo pinté en el fondo, eran
un deseo de poder hacer el cuadro de Goya famosísimo de la familia de
Carlos IV. Es decir que no siempre hace eso: de fondo, en la imaginación,
uno quiere tener ese cuadro. Pero claro, como no lo puede pintar porque
sería una copia, o no hay esa realidad hoy en día que le permita hacer
ese cuadro, uno se pega a realidades que le puedan dar la oportunidad de
hacer algo similar. En ese sentido, es una mezcla de un gran deseo artístico
de crear una obra que tenga una relación, aunque sea lejana, con la obra
de Goya en este tipo de obras políticas y por otra parte, pues un deseo
de hacer una denuncia y ridiculizar una situación. P:
¿Cree usted que en el mundo de hoy, a través del arte, se puede lograr
-quizás revoluciones sea un término muy fuerte- pero sí lograr cambios
en la sociedad? R:
No, no lo creo. La verdad es que un periodista con la palabra, que es la
forma normal de expresión del hombre -la pintura no es la forma normal de
expresión sino que la pintura la inventó el hombre para pintar, para
divertirse, no sé para qué, para tener placer de mirar después lo que
hizo? la palabra es la forma de denuncia más efectiva, un periodista en
cinco minutos puede decir más que un pintor en muchos meses de trabajo.
Claro, entonces la gente puede decirme: ¿Y Guernica?. Pues sí, Guernica
es un caso especial, pero Guernica no cambió la situación en España ...
Claro, queda un recuerdo, un testimonio de la situación. Si, es muy
importante, pero creo que el oficio del pintor no es ese. Ya hay mucho
arte comprometido, muy malo, en cambio hay mucho arte que se hizo por el
criterio del arte, por el arte, por la belleza del arte, por el placer,
que es un arte mucho más bien dirigido que un arte que puede ser una mala
P:
¿Le parece que puede apreciar mejor una buena obra artística una persona
de valores liberales y no una persona que se encierra en marcos fijos, que
se puedan traducir en lo político, social y también en lo artístico? R:
A veces un exceso de cultura, o una ideología, el ser partidario
excesivamente de una escuela, impide valorar y apreciar algo que puede
tener mucha importancia. Por eso los pintores somos muy malos críticos de
arte, porque somos muy parciales. Cada uno cree en cierta línea de cosas
y no es muy capaz de apreciar en su totalidad muchas otras
manifestaciones. Y lo mismo pasa con la crítica: un crítico que se casa
con una idea o con una escuela, después es incapaz de apreciar otra
escuela. Así puede pasar con quien piensa que la pintura debe ser
realidad y criticará así a quien la hace de imaginación o viceversa. Me
parece que a uno eso le quita también la posibilidad de gozar en su
totalidad la obra que fue hecha con un criterio distinto. O sea que en ese
sentido, tener ideas muy definidas y muy radicales, a veces se vuelve una
desventaja para la expresión del arte. P:
Usted menciona la crítica y ya dijo que no le preocupan ni quienes lo
elogian ni quienes lo critican, valga la redundancia... R:
Lo digo en el sentido que ni yo voy a cambiar nada en mi temperamento, ni
dirección, ni nada. Yo me critico fuertemente porque creo que la forma de
vivir pintando es hacerse una autocrítica muy fuerte. Si uno no se autocrítica,
entonces no tiene sentido pintar. Uno no pinta para pintar más cuadros.
Uno pinta para tratar de pintar bien un día. Y en ese sentido uno tiene
que mantener ese rigor muy grande y por eso digo que si hay críticas
buenas, eso no me va a afirmar de que algo está bien. No. Si yo pienso
que está mal, aunque me digan que está bien, sigo pensando que está
mal. Igualmente la situación inversa. Lo que quiero decir es que a mi
criterio no me lo modifica en absoluto ni la buena ni la mala crítica. P:
Pero aunque no le importe lo que dicen los críticos ¿le importa sí cómo
se le recuerde cuando no esté físicamente en este mundo? R:
Obviamente. Debo decir que no es que yo haya pintado para ser recordado.
No. Obviamente si mi pintura tiene una vigencia en el tiempo, eso me
interesa. Pero no para ser recordado, sino para que esos cuadros sigan
siendo apreciados a través del tiempo. Uno puede decir "si ya no
estoy ahí, qué importa", pero yo sí quiero que mi obra sea
apreciada más allá de mi vida, más allá de mi muerte. P:
Aclaró recién usted algo interesante al decir que no pinta para ser
recordado. ¿Piensa que el enfoque del artista, la motivación que lo
mueve, es diferente al comenzar, como usted, por ejemplo a los 15 años,
que al ser ya una persona madura? R:
Si, sin duda. Uno, en el fondo, es más puro con los años porque cuando
uno empieza, quiere ser pintor famoso. Apenas uno empieza quiere ser
Picasso. A uno obviamente le gusta la pintura, pero como no tiene uno
conocimientos suficientes, quiere más ser famoso que pintar bien. Y es
con el conocimiento que uno tiene después de la pintura, que uno ama la
pintura más que todas las cosas. Porque conocer es amar y ese placer que
uno siente pintando es realmente la recompensa real -redundancia- por ser
pintor. Es lo que uno siente en su estudio cuando llega por la mañana y
se encierra a trabajar todo el día. Y ese pequeño éxtasis
todo el día, en que las horas pasan sin que uno se dé cuenta, el placer
sensual, maravilloso, de tocar los pinceles, los colores, las telas,
pintar, ver cómo empiezan a salir las cosas, todo eso me parece una gran
maravilla. Ese es
el gran placer. Y siento una tristeza terrible con algunos pintores jóvenes
que han decidido que la pintura se ha muerto y que todo lo que hacen es
tener una idea cada seis meses para hacer una cosa que generalmente no la
ejecutan ni siquiera ellos, sino que la ejecuta alguien más, que han
perdido ese enorme placer de ser pintor, de vivir en medio de los colores,
de las telas, de los P:
¿Cómo se inspira? R:
La verdad es que yo no creo mucho en la inspiración. Yo pienso que uno
quiere resolver un problema. Obviamente, al margen de pintar, yo dibujo
muchísimo en pequeño y cuando quiero pintar algo es porque tengo un
problema que resolver de composición o de color. Entonces miro mis carnés
donde tengo muchos pequeños sketches, selecciono uno y ese es mi punto
para las líneas básicas que paso a la tela y pinto. De fondo, es más el
deseo de resolver un problema que inspiración. Hay una cosa que es
digamos más que la inspiración: la imaginación que un pintor tiene
que desarrollar mientras pinta para solucionar el cuadro, en el sentido
que en el acto de pintar, uno tiene que inventar el cuadro en el 80%.
Porque cuando uno empieza sabe el 20% de lo que va a ser el cuadro. Si
piensa en un desnudo,
sabe que será un desnudo y no una naturaleza muerta y que el desnudo va a
tener más o menos tal o cual posición, pero en el acto de pintar a lo
mejor esa posición va a cambiar. Yo no tengo la menor idea al empezar de
cuál va a ser el
colorido del cuadro y además no la quiero tener, porque si la tuviera,
eso afectaría el cuadro de manera negativa. Yo tengo que inventar el
color, inventar dónde va a suceder y qué habrá alrededor de ese
desnudo. Yo invento el cuadro pues
en el acto de pintar. Yo creo pues que es más imaginación que inspiración
y la imaginación es información finalmente. P:
¿Le molesta si alguien entra al estudio cuando está trabajando? R:
Si. La verdad es que yo trabajo totalmente solo, nunca trabajo con nadie
al lado. P:
Siete u ocho horas por día... R:
Si. Sábados y domingos también. Todos los días, pero es que para mi no
es trabajar. Yo nunca he tenido la sensación de trabajar, sino de tener
una actividad que no es pesada sobre mi. Y trabajo siempre solo, pero no
tengo la sensación de estar solo, en absoluto. P:
Antes dijo usted que no podría elegir entre sus obras y me hizo acordar
una frase que dijo una vez Vargas Llosa en una entrevista en la que
participé, al preguntarse precisamente cuál de sus libros ama más. El
respondió que no se puede querer más a un hijo que a otro. Aquí hemos
estado hablando todo el tiempo de la pintura en su obra. ¿Qué lugar le
da a sus esculturas en su producción artística? R:
Es otro campo muy distinto. Creo que destacamos más la pintura porque
estamos en Tel Aviv donde se está haciendo una retrospectiva de mi
trabajo de pintor. Simultáneamente a esta exposición, tengo una gran
exposición en Florencia, de 30 esculturas monumentales. Es un campo muy
distinto pero debo decir que yo he tenido una vida mucho más dedicada a la pintura que a la escultura. He vivido 50 años dedicado a la pintura y solamente 25 dedicado a la escultura. Pero he trabajado tan intensamente en la escultura, que mi obra de escultor es mayor que la de la mayor parte de escultores que son solamente escultores. Ese tipo de exposición como la que acabo de hacer en Florencia, como otras que he hecho en Nueva York, París y otros sitios, muy pocos escultores lo pueden hacer, porque nadie tiene una obra tan extensa como las que yo he hecho de escultor. Llenar lugares como los Campos Elíseos (Champs Elysées) en París y otros lugares en los que he expuesto, no es fácil. Yo he hecho una obra muy extensa porque trabajo con una gran intensidad. En 25 años he hecho más obras que muchos escultores que han dedicado sus vidas a ello. Dedico también siete u ocho horas al día, todos los días, cuando esculpo. P:
Su estudio central de escultura lo tiene en Toscana ¿verdad? ¿Sólo allí
esculpe? R:
Tengo sí un estudio muy grande en Italia y ahí trabajo varios meses al año
dedicado a la escultura. P:
¿Lo hace solo? R:
Para las esculturas monumentales tengo dos asistentes que me ayudan,
porque es imposible para una sola persona hacer ese trabajo físico. La
obra tiene un gran peso físico y una persona no puede hacerla sola. Esas
obras se ejecutan en barro
y la escultura en barro pesa el doble de lo que pesa, por ejemplo, en
bronce. Es increíble, pero son toneladas de barro y entonces se precisa
asistente que es el que hace el trabajo físico. Así uno se queda en el
trabajo mental. Por supuesto que toco el barro mismo. Quizás lo mejor es
explicar cómo se hace. Yo hago una escultura más o menos a 80 centímetros
o un metro, en un estudio más pequeño que tengo en Italia, en el que
estoy completamente solo. Esa es la creación de la escultura. Esa obra
después se ejecuta en yeso, yo lo retoco y a partir de esa escultura se
hace con un pantógrafo la versión grande. De acuerdo al pantógrafo, los
asistentes van colocando el barro, hasta que la masa de la estructura está
allí. En ese momento intervengo yo y hago la piel de la escultura, pero
el trabajo de montar todas las toneladas de barro lo hacen los asistentes. P:
¿Por qué agregó el rumbo de la escultura cuando hacía ya tanto que
estaba en pintura? R:
Amo la escultura muchísimo. Muchos pintores que admiro hicieron simultáneamente
pintura y escultura, casi todos los del Renacimiento actuaban así:
Leonardo, Miguel Angel, Verocchio, tantos otros. Era como una cosa normal,
hasta arquitectos lo hacían. Siendo mi pintura tan volumétrica, era como
mucho más fácil pasar para mi de la pintura a la escultura y fue lo que
hice un día. Claro que es difícil en el sentido que tuve que parar de
pintar para dedicarme a aprender un nuevo oficio. Empecé muy
modestamente, aterrorizado, haciendo unas esculturitas pequeñísimas y
muerto de miedo y poco a poco fui teniendo un poco más de control de la técnica
hasta que llegué a hacer cosas grandes con gran familiaridad con el
problema. Pero me tomó un tiempo largo. P:
Usted dijo que de jovencito, lo que uno quiere es ser ya pintor famoso.
Ahora que ya es realmente famoso, ¿qué piensa de la fama? R:
Obviamente si dijera que ser reconocido es malo, diría una mentira. La
fama o el ser reconocido da grandes placeres, como poder mostrar mis obras
aquí en el Museo de Tel Aviv o en otros museos del mundo. Eso es un gran
placer porque el arte también es comunicación, entre otras cosas.
Obviamente la fama también tiene dinero, uno vive confortablemente y hace
que sobre todo uno no tenga que preocuparse por el dinero. Cuando uno no
tiene que pensar en eso, puede ocuparse en cosas más importantes. Pero en
este momento yo pinto porque amo la pintura, amo el acto de pintar
profundamente y mi motor hoy en día es ese amor total por el arte. Los
pintores con éxito o sin éxito nunca se retiran, siguen pintando porque
el acto de pintar es tan bello, tan extraordinario y tan lleno de
satisfacciones, que el pintor vive pintando. Es un vicio que se toma en
una forma tan total que no se puede dejar. P:
Usted pintó su autorretrato. De volver a hacerlo ¿lo haría igual? R:
He hecho varios. Y no, no lo haría igual. Siempre lo haría distinto
porque uno vive corrigiéndose, corrigiendo la dirección de su trabajo.
Un pintor es como que estuviera afinando un instrumento. Uno está
tratando de afinarlo para ser más efectivo plásticamente o más abierto
a las posibilidades inesperadas que pueden surgir en el arte. Nunca sería
igual. Aunque el público pueda pensar que no hay una evolución muy
grande, yo sí la veo en mi trabajo. Generalmente el público hoy en día
espera que un pintor cambie de estilo cada seis meses, por la experiencia
de Picasso que lo hizo. Pero en el fondo, todos los grandes pintores del
pasado no cambiaban de estilo. Tenían un solo estilo o una sola
preocupación, a tal punto que después los estudiosos del arte han pasado
años discutiendo si la obra es del año tal, la juventud o la vejez,
porque eran artistas con una sola preocupación. Rembrandt estaba
obsesionado con la luz, Boticelli con la línea, Bassacio con el volumen.
Todos eran así. De fondo pues uno ve una obra que tiene una unidad en el
sentido que es una preocupación única de la obra. En cambio hoy en día
parece que el mundo piensa que se trata de un costurero que prepara la
colección de primavera o de otoño. Pero no es así. Es resultado de una
convicción y si uno tiene una convicción, pues esa convicción marca el
trabajo que uno hace. Y si uno hiciera una cosa contra su convicción,
estaría haciendo una cosa falsa. Si uno cambiara de convicción, que es
resultado de una investigación, de amor, de práctica, de una vida, no
estaría bien. La mayoría de los pintores pintaban siempre dentro de un
mismo estilo. Hay muy pocos ejemplos de quienes actuaban de otra forma:
dos españoles, Goya y Picasso. Goya hizo sus cuadros negros al final de
sus días y eran muy distintos a los que pintó antes. Pero de fondo
reflejaba lo que él dijo: "Yo tengo dos profesores: Velázquez y
Rembrandt". Toda la vida imitó a Velázquez y al final de su vida
imitó a Rembrandt. Total que en el fondo estaba siendo fiel a los dos
amores que él tenía y declaraba. P:
¿Usted también se siente influenciado por grandes pintores que le hayan
gustado? R:
Influenciadísimo, porque la riqueza de un artista, su riqueza cultural y
espiritual está formada por las influencias que ha tenido. Cuando empieza
a pintar uno está vacío, completamente vacío y uno se va llenando de
riqueza pictórica, cultural, a través del amor o de la imitación que
uno hace de muchas obras. Y llega el momento en que uno asimila todo eso y
cuando uno ve una obra, uno puede decir "es un Botero". Pero si
uno la analiza, uno ve detrás de eso muchas cosas. Porque todo lo que uno
ha amado y ha admirado en la vida, surge inesperadamente o de una forma
sutil en lo que uno hace. La pintura está llena de componentes de otros
pintores. P:
¿Le gustaría que algún joven artista diga "yo me siento
influenciado por Botero"? R:
No le deseo eso, porque sería mejor que tuviera una manera personal de
expresión, pero es verdad que uno es el resultado de muchas influencias.
Hay muchos pintores que se tratan de quitar las influencias de encima.
Pero yo pienso que si uno tiene influencias, debe meterse de cabeza en
ellas y pasar luego a otro lado. Y uno queda enriquecido con esa
influencia que tuvo. La diferencia
entre los pintores bueno y los pintores malos, es que los buenos se
influencian de los buenos pintores y los malos de los malos pintores. Pero
tener influencias es positivo, es saludable. P:
¿Se siente realizado? R:
Si, en cierta forma sí. Claro que siempre uno quiere hacer algo mejor,
algo más importante, pero debo decir que sí me siento realizado en el
sentido que he tenido bellas oportunidades en la vida y he tenido la
oportunidad sobre todo de vivir trabajando en lo que me gusta. El tener
las exposiciones que he tenido, me ha dado grandes satisfacciones en la
vida: Jerusalem, París, San Petersburgo y otros lugares que me han dado
mucho placer. Fui por ejemplo el primer artista -y el único hasta ahora-
que expuso en los Campos Elíseos en París. También expuse en Park
Avenue, en la Castellana de Madrid, en todos lados. Y ahora en Florencia.
Haber tenido esa oportunidad de ser invitado a hacer exposiciones en los
sitios más importantes del mundo, ha sido obviamente una gran satisfacción. P:¿Influye
en esa satisfacción el hecho que al exponer en las calles puede sentir
que llega al pueblo todo y no está sólo en el museo al que quizás no
todos entran? R:
Si, pero lo que pasa es que la originalidad de estas exposiciones fue que
fueron hechas en el sitio más concurrido o considerado más importante de
la ciudad. Antes, cuando invitaban a un escultor, aunque fuera muy
importante, le decían que hay un jardín muy bonito en tal o cual sitio y
generalmente era en las afueras de la ciudad. En cambio yo he tenido la
oportunidad de ser invitado a hacer las exposiciones en el centro de la
ciudad. Hoy en día nadie invita a un jardín, sino al centro de la
ciudad. Cuando llego a Madrid, la Ministra de Cultura me toma en un automóvil
y me dice: "Maestro, le quiero mostrar varios sitios y usted me dice
dónde quiere exponer: la Plaza Mayor, Retiro, Paseo de la Castellana, dígame
dónde quiere". Lo mismo en Florencia. Y eso es una maravilla, porque
hoy en día yo escojo donde quiero exponer. Ahora estoy invitado a la
Plaza del Poppolo o donde yo elija entre otros cuatro o cinco
sitios..Todavía no he decidido porque no he ido a Roma a ver los sitios
pero me dijeron que será donde quiera. P:
¿A qué ciudades le gustaría llegar? R:
La verdad es que casi ya no tengo ganas de hacer más exposiciones de ese
tipo porque después de estar en la Plaza de la Signoria al frente de
tantas obras maestras sería como ir cuesta abajo pasar a otro lado. Creo
que prácticamente sería mejor dejar la cosa como está. He hecho
exposiciones en los lugares más importantes del mundo. P:
Y también ha donado muchas obras... R:
He donado muchas esculturas, así es. Ahora he donado muchas a Colombia.
Casi todas mis donaciones han sido a Colombia. P:
¿Añora Colombia? R:
Si, obviamente. Añoro mucho a Colombia. Yo me siento muy colombiano. P:
¿Le ha gustado Israel? R:
Esta vez no he alcanzado a hacer mucho turismo, pero la vez anterior sí y
me gustó mucho. Fue un viaje bellísimo. Me ha gustado y sobre todo por
la experiencia de conocer Jerusalem. Es una ciudad mágica,
extraordinaria. Fui al Mar Muerto, al Mar Rojo, viajé por distintos lados
y fue una experiencia hermosísima. Espero esta vez poder tener también
la oportunidad de conocer el norte del país. Y la gente me ha recibido
muy bien, en el contacto de trabajo todo ha ido muy bien y el resumen es
positivo. P:
¿Cómo ve usted hoy a Colombia? R: Debo decir que como todo colombiano tengo gran dolor de ver el desgarramiento terrible que existe en mi país, con movimientos de izquierda, de derecha, la guerrilla, los paramilitares, el narcotráfico, todos estos problemas que nos cayeron encima, este enorme cáncer que azotó a un país maravilloso en el que yo nací, en el que crecí cuando no había este tipo de problemas. Uno se pregunta por qué le tocó este tipo de problemas a este país. Yo me acuerdo de un país muy pacífico, muy religioso, muy civilizado en cierta forma, con muy buena gente y de pronto surgió este problema gravísimo que espero se solucione, porque como se dice, no hay mal que dure cien años. Hay muchos países que han pasado por crisis muy graves y después las han pasado. Espero que se mejore. Hay una buena voluntad de parte del gobierno de lograr la paz y espero que el gobierno tenga éxito en esto, que es lo más importante. Y que lentamente, se encuentre solución a todo el problema de violencia.
P:
Supongo que inevitablemente usted se siente en casa en varios lados porque
está viviendo hace mucho tiempo en distintos sitios.¿Pero puede uno en
algún momento de su vida llegar a sentirse en casa plenamente en un país
que no es el suyo? R: No, evidentemente no. Yo siento una gran nostalgia por Colombia. Me hace mucha falta mi país. Tengo una casa que adoro allá, en el campo, con un estudio bellísimo y jardines fantásticos, donde pasaba varios meses al año antes de esta situación de violencia. Obviamente, con esta situación como es hoy en día, es muy difícil volver a estar allí y estar tranquilo porque hay un riesgo real en estar en el campo desprotegido. Y vivir lleno de guardaespaldas tampoco es mi ideal de vida. He estado en Colombia pero con diez guardaespaldas prácticamente durmiendo entre la cama, no es mi ideal de vida. Es una lástima. Espero que mi país salga adelante. Seguramente va a salir adelante. La crisis es muy grave pero es un país que tiene muchas posibilidades y seguramente va a salir adelante. |
Ana
Jerozolimski -Ramallah
Semanario Hebreo
julio de 1997
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