Es un thriller atípico. Una madre separada busca justicia para con la violación y asesinato de su hija. Luego de un año sin que nada se haya descubierto, decide contratar tres carteles de publicidad estática y usarlos como denuncia, frente a las autoridades de Missouri, con preguntas que hacen al seguimiento del caso. (Los textos señalan literalmente: “Violada mientras moría”; “¿Y todavía no hay arrestos?, finalizando con una pregunta directa al comisario del pueblo para saber si se está haciendo algo al respecto).
Un comienzo que da la impresión de proseguir las líneas convencionales del género pero que -en realidad- juega con varias vueltas de tuerca, desacomodando las piezas hasta convertir el filme en un verdadero alegato que golpea fuerte sobre diversas injusticias. No es exagerado decir que aquí no queda títere con cabeza.
Desde explícitas acusaciones de racismo pasando por posiciones radicales sobre la pedofilia ejercida por miembros de la iglesia (probablemente el mejor diálogo que se haya escrito sobre el tema en una película), “Tres anuncios por un crimen” se erige como producción mayúscula que rompe estructuras.
(Tampoco quedan fuera las probables violaciones a los derechos humanos que el ejército de los Estados Unidos haya realizado en misiones fuera de su territorio, dicho sea de paso). No es casualidad que ya tenga en su haber tres Globos de Oro, el reconocimiento del público en Toronto y San Sebastián y nominaciones de todos los colores, incluyendo al Tío Oscar, por supuesto.
Es que el trabajo actoral de Frances McDormand, Woody Harrelson y Sam Rockwell hacen brillar un guión inusual que traslada emociones (y convicciones) a un público que absorbe el largometraje sin que se sienta volar una mosca (ni sonar un celular). Adelantar la trama (ahora se dice spoilear, perdón) sería un pecado mortal.
Baste decir que la producción del director y guionista Martin McDonagh (el mismo de “Escondidos en Brujas”) impone su discurso de manera contundente, haciendo que lo que parecía lógico podría resultar discutible limitando sentimientos de venganza y justicia mientras los personajes van experimentando un proceso cercano a la purificación redentora.
Una muerte inesperada, la reacción de la comunidad, la posibilidad de encontrar culpables y una última búsqueda con final abierto resumen -muy acotadamente- las variables con las que el largometraje va enriqueciendo su categoría de alta gama.
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