Muchos saben que “Misión imposible” surgió como serie televisiva a mediados de la década del sesenta aunque pocos hubieran imaginado el reciclaje que iba a experimentar este tipo de formato a lo largo del tiempo.
Unos treinta años después, el cine se “apoderó” del concepto y lo llevó a la pantalla de la mano de Tom Cruise, generando un éxito interesante que permitió continuaciones taquilleras y estratégicamente promocionadas. Ahora -por quinta vez- el indestructible agente Ethan Hunt hace gala de su perfil invulnerable viajando en avión del lado de afuera, resistiendo la respiración hasta límites insoportables y resucitando en escupir ni un sorbito de agua después de ahogarse a varios metros de profundidad. Esto es -apenas- algo de lo que ocurre en esta glamorosa peripecia que se pasea por Casablanca, Londres y Viena como soberbios decorados de la aventura.
En esta ocasión, el villano es otro expía devenido en líder intelectual de un siniestro sindicato (como el “Espectre” de los filmes de James Bond) que intenta generar el caos mundial para revertir los valores del sistema y crear “un nuevo orden”. Por supuesto que, para impedir este desastre, está el equipo comandado por Cruise -con el agregado de la bella sueca Rebeca Fergurson- que pone las cosas en su sitio mientras escapa de los peligros más insólitos.
No hay situación, -por más arriesgada que sea- que el muchacho de la película no pueda sortear con algún toque de humor (en donde Simon Pegg también hace lo suyo) y una sonrisa en los labios. Desde ya, los espectadores podrán contar con mucho despliegue, acción al por mayor y escenarios sofisticados como la Ópera de Viena (donde hay enfrentamientos cuerpo a cuerpo y tiroteos varios mientras se escenifica “Turandot” y aguardan el clímax de “Nessun Dorma” para efectuar el disparo mortal.
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